domingo, 5 de agosto de 2012

OBRAR LAS OBRAS

NOTITARDE, Valencia, 4 de Agosto de 2012
"Yo soy el pan de vida" (Jn. 6, 24-35)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

El texto del evangelio de hoy es el comienzo del llamado "Discurso del Pan de Vida", que fue pronunciado por Jesús en la sinagoga de Cafarnaún, delante de sus discípulos y de la gente que le seguía y donde Él se declara como el "Pan vivo bajado del cielo", el Pan que da vida al mundo.
Todo comienza cuando la gente vio que Jesús se fue a Cafarnaún, hasta allá lo siguieron y le preguntaron cuando había llegado y lo primero que les dice Jesús es que lo buscan por interés, porque les dio de comer y quedaron saciados y los invitaba a buscar el pan que perdura hasta la vida eterna. Así, en continuación con el texto del evangelio que leímos el domingo pasado cuando Jesús multiplicó los cinco panes y los dos pescados con los cuales dio de comer a una gran multitud (atendió a sus necesidades básicas); ahora, a esa misma gente que lo busca les presenta la oferta del evangelio, de la Buena Noticia del Reino de Dios; oferta que se centra en su persona, en creer en Él, creerle a Él y comer el Pan no sólo de su Palabra, de su Sabiduría que es eterna, sino comer su propio Cuerpo bajo el singo del pan material, que da vida eterna, que perdura para siempre y que Él mismo dará en la Última Cena. De hecho, como decíamos el domingo pasado, todo este discurso que comienza hoy y que leeremos los domingos que siguen, hacen alusión directa a la Última Cena de Jesús con sus apóstoles. Jesús dice a aquella gente que trabajen por el alimento que no perece y que dará el Hijo del Hombre, porque Él es signo y presencia de Dios Padre en el mundo, el Ungido de Dios.
La gente le pregunta a Jesús "¿qué debemos hacer para obrar las obras de Dios?" y Jesús les dice que la obra de Dios es que crean en aquel que Dios ha enviado; es decir, que tengan fe en su persona, que no lo vean como un simple hombre, sino como el Hijo de Dios que se ha encarnado y ha venido a traer el mensaje de la salvación que pasa por su sacrificio en la cruz. La gente pide un signo a Jesús, aludiendo que en el pasado Moisés regaló el maná al pueblo de Israel, aquella especie de harina que en medio del desierto sació el hambre de los israelitas, pero ahora dice Jesús, que es el Padre eterno que les da el verdadero pan del cielo, aquel maná era prefiguración de Jesús; la Palabra del Padre hecha carne que viene a dar vida al mundo y vida en abundancia, que viene a iluminar al hombre con sus enseñanzas y a nutrirlo con su Cuerpo y su Sangre, para que el creyente se fortalezca en el transitar de la vida cotidiana.
Ante las palabras de Jesús la gente le pidió: "Señor, danos siempre de ese pan" y Jesús les responde: "Yo soy el Pan de vida. El que venga a mí no tendrá hambre y el que crea en mí, nunca tendrá sed". Por tanto, Jesús pide a la gente, que si quieren saciar su hambre y su sed, si quieren paz, alegría, vida plena en esta vida, amor y vida eterna, deben acercarse a Él y creer en Él, tener fe y confianza en su persona, porque Él es Dios en medio del mundo, aquel que ha venido para salvar y rescatar de la muerte y del pecado al hombre creado a imagen y semejanza de Dios, pero extraviado por las seducciones del mundo. (Ef. 4,17-ss).
El ser humano no es puro cuerpo, no es sólo cosas materiales, no es sólo tener y gastar; sino también, al mismo tiempo, y en unidad perfecta con su cuerpo es espíritu, tiene la capacidad y la posibilidad de hablar con Dios, de orar, de encontrarse con Jesús por la fe, de trascender, de tener paz, de vivir feliz y alcanzar vida eterna, porque el hombre está llamado por Dios es a la vida y no a la muerte; fue creado por Él para vivir y fuera de Dios queda vacío, sin vida.
El cristiano necesita vivir unido a Jesús, creer en Él y creerle a Él; desde aquí debe salir al encuentro de sus hermanos los hombres, llevar esperanza, optimismo, luz a los demás, compartir el pan material y espiritual con el prójimo, vivir en el servicio, "ser pan para el otro", al estilo del Señor que se entrega para dar vida al mundo, para saciar la sed y el hambre de la humanidad, para enseñar cuál es el alimento que permanece para siempre y no se corrompe. El cristiano debe ser solidario, compartir siempre lo mucho o lo poco que tiene en nombre de Dios y como signo de vivir en Dios, de estar sellado por su amor.
IDA Y RETORNO: Que Dios bendiga a nuestra juventud cristiana católica venida de varias partes del país y que hoy junto al Señor Cardenal Jorge Urosa, nuestro Arzobispo Reinaldo Del Prette, otros obispos de Venezuela, sacerdotes, seminaristas y religiosas, se reunirán en el Forum de Valencia para celebrar la alegría de vivir en Cristo, celebrar la Santa Misa, que es presencia viva de Jesús en medio de su Iglesia. Ellos representan a esos jóvenes discípulos misioneros que día a día trabajan en nuestras comunidades llevando el mensaje de Jesucristo, siendo testimonio en el mundo de su amor.
Felicito a mis padres: Juan y Evangelia que hoy cumplen 51 años de vida matrimonial. Dios los siga bendiciendo y fortaleciendo con su amor y Espíritu Santo.

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