sábado, 10 de marzo de 2012

GRUPOS, MASAS, TRIBUS


EL NACIONAL - Miércoles 18 de Enero de 2012 Opinión/6
Miradas múltiples para el diálogo
Sobre grupos, masas y tribus
ESTEBAN E. MOSONYI*

Hay en las ciencias sociales, y especialmente en su periferia, una serie de términos que podríamos calificar de palabras "tóxicas", altamente peligrosas no sólo para analizar, sino aun para opinar sobre fenómenos de gran interés colectivo. La Modernidad ha sido muy responsable de catalogar seres humanos con baremos deshumanizantes, tales como "masas", "capital humano" y "recursos humanos", entre otros. Es horripilante continuar llamando "masas" a los conglomerados poblacionales subordinados a ciertos liderazgos y perversamente descaracterizados. ¿Cuál dirigente político de alto o mediano nivel admitiría ser parte de una masa?: un hombre-masa objeto de insumos despersonalizantes desde los aparatos estatales, la empresa privada, mas también por obra de la presunta intelectualidad "esclarecida".

Seguramente ninguno.

Hemos combatido con bastante éxito el obtuso recursohumanismo tan neoliberal: los terminachos recurso y capital humano van siendo sustituidos, muy pero muy lentamente, por categorías más adecuadas como "talento" humano.

Ya ningún pueblo indígena se cala la palabra "tribu" y su derivado "tribal", ni habla "dialecto" sino lengua o idioma. Decir "primitivo" es propio de mentes reaccionarias. Tampoco las culturas populares se reducen a una fatigante perspectiva "folklorizante".

La categoría de "grupo", sobre todo si designa a un conjunto humano de duración persistente, también puede revestir un carácter peyorativo; tal como lo explica hábilmente el talentoso y reconocido sociólogo, amigo nuestro, Francisco Rodríguez en su artículo "La patología del grupalismo" (El Nacional 21/12/2011, A Tres Manos). Uno puede estar en desacuerdo con algunas de sus afirmaciones, pero nos queda poca duda sobre el carácter fanático, resentido, dogmático y violento de muchos agregados humanos de esta índole.

Lamentablemente, Rodríguez termina haciendo uso de la seudocategoría de "tribalismo" como principio y fin de la conducta de semejantes grupos, fundamentalistas en unos casos y mafiosos en otros.

Ya aclaramos suficientemente que los pueblos indígenas no son ni deben ser llamados tribus. Sin embargo, el estereotipo del tribalismo y primitivismo sobrevive en la mentalidad mayoritaria. Aún funciona la caricatura del cavernícola feo, sucio y maloliente matando a garrotazos a sus congéneres, con la mayor crueldad e indiferencia; o la estampa del antropófago africano cocinando en un perol al desdichado y barbudo misionero; o la figura del indio desnudo, belicoso y tiraflechas, carente de cultura y humanidad: todo ello engendra la estúpida idea de que aun el mejor de estos "salvajes" es manifiestamente inferior al peor de los genocidas contemporáneos.

Mientras tanto, poco se habla de las comunidades originarias defensoras del ambiente y de la diversidad, tan importantes en estos días. No se hace mención de su democracia asambleística y consensuada, ni de su rica y notoria espiritualidad, sus valores y manifestaciones simbólicas y culturales, ya estudiados y comprobados hasta el mínimo detalle. Los pueblos indígenas hace tiempo están visibilizados, es relativamente fácil abordarlos, dialogar con ellos. Poseen organizaciones que se encargan de divulgar sus culturas y realidades; incluso sus múltiples problemas que los siguen aquejando por doquier. En todo caso, para la crisis del mundo contemporáneo ellos constituyen una parte importante de la solución, si la hubiere.

Más allá de lo expuesto ­con el mayor respeto al maestro Maffesoli y otros analistas­ ya es tiempo de salir del término "tribu" y sus congéneres, porque es confuso e induce a más confusión; compromete las muy dignas y diversas sociedades tradicionales; se presta a los malabarismos conceptuales más inverosímiles. No se trata de intolerancia ni persecución léxica. "Tribu" se seguirá utilizando en sus significados históricos, metafóricos y literarios. Pero existen lexemas mucho más transparentes y precisos para denotar categorías socio-antropológicas: sin incurrir en peligrosas y a menudo humillantes inexactitudes y arbitrariedades que ni siquiera la orgullosa "tribu" de los intelectuales tiene el derecho de fomentar.

EL NACIONAL - Viernes 09 de Marzo de 2012 Opinión/6
Miradas múltiples para el diálogo
La metáfora de las tribus
FRANCISCO RODRÍGUEZ*

(En respuesta al profesor Mosonyi) La sociología y las ciencias sociales en general suelen utilizar metáforas para dar cuenta de procesos sociales y culturales particularmente complejos.

Muchos científicos e investigadores sociales lo han hecho a lo largo de la historia de estas disciplinas.

Los conceptos de infraestructura y superestructura en el famoso Prólogo a la crítica de la economía política en Marx puede ser un claro ejemplo de ello.

Los conceptos de "alianza fraterna", "muerte del padre" y "horda primitiva" en el Freud de Tótem y tabú van por el mismo camino. No quiere decir que exista realmente una base y un techo como realmente se encuentra en la arquitectura, que necesariamente existió una horda primitiva constituida en alianza fraterna para matar al padre primordial. O que realmente existió un padre primordial que fue matado por esta alianza de hermanos.

Es la ficción anteponiéndose a los procesos reales para dar cuenta de ellos como estrategia heurística y metodológica. Iniciamos así un diálogo con el profesor Mosonyi, insigne maestro e investigador incansable en el campo de la lingüística y el indigenismo, a propósito de su artículo en A Tres Manos del día 18/01/12 titulado: "Sobre grupos, masas y tribus".

Dice el profesor que existen conceptos atroces y denigrantes de los grupos y las personas humanas como son los de "masa" y "tribu", por su carácter racista, eurocentrista y descalificador.

Corremos el riesgo de no interpretar bien, pero creo que se intenta denunciar el concepto de tribu y otros conceptos como términos anacrónicos, peyorativos y propios de una antropología y una sociología jurásicas.

En el caso concreto de mi análisis en el artículo "Patología del grupalismo", funcionan como si fueran tribus controlando territorios no sólo físicos sino también socio-simbólicos.

Estos grupos definen su identidad, sentimiento de pertenencia, representaciones del mundo, de la vida, de sí mismos y del otro diferente.

Lo que decimos se podría aplicar no sólo a los grupos de chavistas sino también a los grupos de oposición porque el sustrato fundamental de lo que queremos decir con el concepto de tribus es que al diluirse las mediaciones sociales, institucionales y simbólicas de la sociedad en general producto de la disolución a su vez de los imaginarios y visiones del mundo que constituían los fundamentos de toda una civilización, la subjetividad experimenta una especie de regresión a antiguas formas de definir las identidades y, por tanto, las solidaridades.

Guardando las distancias históricas y socioculturales, podríamos establecer similitudes con los grupos y la ideología nazi.

Estos grupos "tribales" contemporáneos suelen ser muy violentos porque en el fondo lo que se está defendiendo no es una concepción políticoideológica sino un territorio que supone básicamente una estrategia de supervivencia, un espacio para seguir respirando después del derrumbamiento de todos los paradigmas. Más que un imaginario de progreso basado en la marcha de la historia, estos grupos están posicionados en el concepto de "espacialización del tiempo" como bien lo ha señalado el maestro Maffesoli.

Con respecto al concepto de masa que es otro concepto "tóxico", como lo señala el maestro Mosonyi, podríamos decir que efectivamente el concepto de masa describe una realidad atroz, pero es una realidad. "Cochina y sucia realidad" la de la despersonalización y el anonimato que caracteriza a grandes grupos de población que constituyen para algunos analistas sociológicos y políticos sólo un dato estadístico. La escuela de Frankfurt y los sociólogos norteamericanos de la segunda posguerra plantearon muy bien este problema.

Si por referencia a realidades atroces vamos a desechar conceptos, entonces muchos de los conceptos descriptores de procesos reales conflictivos en el campo sociológico y de otras disciplinas tendrían que ser desechados: alienación, ideología, poder y dominación, clases sociales, violencia social, anomia, aculturación, etnocidio, etc.

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