viernes, 19 de agosto de 2011

VISITADURÍA


Crónicas de un diplomático jubilado
¿Por qué incordia el Papa?
Inocencio Arias

El futbolista uruguayo Gigghia, el extremo que literalmente traumatizó a Brasil al marcar el segundo gol de la Final Rio de 1950 que daba el título a su país dejando en la cuneta al archifavorito Brasil, diría bastantes años más tarde: “Sólo tres personas han silenciado al estadio de Maracaná en la historia, Frank Sinatra, el Papa Juan Pablo II y yo”.

Se ha dicho que el carismático Juan Pablo II logró llenar los estadios del planeta pero vió que las iglesias empezaban a despoblarse. Su sucesor Benedicto XVI, menos carismático, se ha percatado del problema, la Iglesia católica en bastantes países desarrollados, entre ellos el nuestro, pierde adeptos. No es sorprendente, en consecuencia, su interés en alentar la fe cristiana en la juventud. La multitudinaria reunión de Madrid, donde el Pontífice pasará varios días, tiene ese objetivo, recuperar a los jóvenes.

Los centenares de miles llegados a la capital de España, es igual que sean un millón que un millón y medio, son una multitud festiva, pacífica, aparentemente solidaria y en la que, lo he visto de cerca, no florecen los gamberros que molesten a los madrileños en los barrios que se alojan. Las curiosas reticencias críticas de algún medio de información o la animosidad teñida de violencia de algunos los manifestantes anti-Papa no pueden estar motivadas porque Madrid haya sido invadido de forma ejemplarmente ordenada.

Tendremos que pensar que la motivación tiene una raíz político económica. Se arguye que, en una España constitucionalmente secular, “no se puede permitir que la visita del Jefe de una religión sea costeada con los impuestos de los ciudadanos”. Este argumento no se tiene de pie. Los organizadores y el propio Gobierno, que no es precisamente el más católicamente simpatizante del último medio siglo, aseguran que el evento va a ser íntegramente financiado por aportaciones privadas y de los peregrinos. Un escrupuloso dirá que el despliegue de las fuerzas de seguridad tendrá un costo no asumido por los organizadores. Cierto, pero a esto se puede responder con dos puntualizaciones. Cualquier acontecimiento de proyección internacional, el JMJ la tiene, que tuviera lugar en nuestro país con asistencia de una multitud semejante o de personalidades conocidas implicaría un importante aparato de seguridad. Por otra parte, sólo un ignorante o un sectario no se percatará que los peregrinos, por modestos que sean una parte de ellos, van a dejar millones de euros, bastantes, en Madrid y en las ciudades por las que han pasado. Una parte de esos millones irá a las arcas del Estado.

Se olvida además, el efecto multiplicador de relaciones públicas, de imagen y repercusiones económicas, que tiene un acontecimiento de este tipo que sale bien. Igual que un becario extranjero que viene a España se convierte en un alto porcentaje de casos en un propagandista de nuestro país, tengo experiencia de ello, trae a su cónyuge en viaje de novios, anima a sus amigos a hacer turismo en España, consume nuestros productos , se convierte en fan de Zara, del Corte Inglés y del vino español... los jóvenes de la JMJ, si no se les incordia demasiado, si no se hiere su sensibilidad llamando nazi y otras lindezas a su respetado Papa, si no se derriba a una veintena de ellos en la Puerta del Sol y se les patea por el delito de ser católicos y admirar a Benedicto XVI, se marcharán de España diciendo que les encantó Barcelona, Palma o Sevilla y que vivieron jornadas inolvidables en Madrid. En resumen, volverán y nos harán propaganda gratis. A pesar de lunares como el de la noche del martes en que la policía tuvo que cerrar de nuevo la Puerta del Sol, un lugar emblemático para los turistas y los peregrinos que un rato antes la atestaban, por la actitud belicosa de los anti Papa. ¿Hasta cuando? Repito lo que dije en esta página. ¿Se permitiría que los agricultores de mi tierra tomaran intermitentemente la puerta del Sol porque no les llega la indemnización de los pepinos?

En la belicosidad del par de miles de contramanifestantes del martes hay un componente sospechosamente selectivo que se da en nuestra sociedad. Si parece que Estados Unidos protagoniza un desmán hay que echarse airadamente a la calle para protestar, si lo hacen otros el tema es irrelevante (en estos momentos, mientras el sirio Assad sofoca a su pueblo, Rusia sigue entregándole armas, el tema aquí no preocupa). Con la Iglesia católica ocurre otro tanto. Con ella, la veda está abierta.

A los que se indignan, bien intencionada o malintencionadamente (“por supuesto que vamos contra el Papa”, se ha dicho), de la celebración de las Jornadas y de la visita del Pontífice yo les haría, sin acritud, un par de preguntas: ¿Reaccionarian con tal viveza por la utilización de sus impuestos si en Madrid se celebrara un Congreso Mundial de comadronas, de boy scouts o de ONGs que defienden el medio ambiente y que por su volumen, 150,000 personas, implicara unos gastos del Estado o una pequeña bonificación en los transportes? Me temo que no. ¿Se atreverían a montar una contramanifestación si las Asociaciones islámicas de toda Europa y América organizaran una masiva reunión en Madrid? ¿Se atreverían a gritarles con la cara descubierta que Mahoma era un nazi o a protestar por la condición de la mujer en algunas sociedades musulmanas? Me temo que tampoco

La próxima entrega de la saga será protestar porque el Papa en alguna de sus intervenciones se ha mostrado en contra del aborto o de la eutanasia. No entiendo por qué habría que rasgarse las vestiduras y deducir que el Pontífice esta incurriendo en ingerencia política. No lo está ¿Por que no podría mencionarlo? Es la doctrina de la iglesia, principios esenciales de la misma y que el Papa puede encontrar adecuado recordar ante sus seguidores. .

Resumiendo. Pienso que el Papa molesta no porque cree problemas en la circulación de Madrid, no porque se coma una 'cuantiosa' parte de nuestros impuestos. incordia, a algunos, porque es el Papa de la religión católica.

Fuente:
www.elmundo.es/blogs/elmundo/cronicasdeundiplomaticojubilado/2011/08/18/por-que-incordia-el-papa.html

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