lunes, 22 de agosto de 2011

EL NAUFRAGIO CARICATURIZADOR


EL SOL DE MARGARITA, 20 de Agosto de 2011
Cotorreros
Luis Barragán


Expresión quizá en desuso, propia de la Venezuela urbana, recoge muy bien uno de los rasgos fundamentales del chavezato. Y es que le bastará al más escéptico, acercarse a las distintas versiones del discurso oficial para empinarse en toda la suerte de contradicciones que dibujan fielmente la demagogia populista de casi trece años.

Revisando de nuevo las actas de 1999, a objeto de dar con la voluntad del constituyente para el estudio del proyecto de Ley Orgánica de la Cultura, por el parlamento, primera discusión y aprobación por el parlamento, todavía nos asombra aquel país que fue embaucado por una dinámica de la refundación que no era tal. Popularmente acordado un plazo de seis meses para la definitiva propuesta de un texto constitucional alterno, lo redujeron dramáticamente de acuerdo a los intereses y urgencias del aún desconocido Chávez Frías.

Importa subrayar un debate harto simplificado, siendo atropelladas constantemente las voces disidentes que sólo el refrescante ingenio y humor de Alberto Franchesqui aliviaba. Más aún, el secuestro de la voluntad constituyente por una junta directiva que soportaba exclusivamente el poder presidencial, obviando las denuncias en torno al privilegiado empleo del tiempo para las diligencias que lo reforzaran y todos los actos protocolares que lo propulsaran simbólicamente.

Apenas, disponemos de dos de los supuestos tres tomos impresos de las referidas actas, sin que jamás se reprodujeran y distribuyeran como era de esperar, por lo menos, por los medios digitales. No hay una historia parlamentaria del país de no agregar, por lo demás, aquella siniestra figurilla del llamado “congresillo”, que completa toda nuestra consternación.

Abordar la cotorra constituyente es hacerlo también con la supuesta descalificación moral y política hacia aquellos que no votamos esa Constitución, según el reiterado estribillo. Consabido, la falta de argumentos es propicia para las ofensas, por lo que nuestro deber es hacer resistencia y reiterar la necesidad de unas reglas esenciales y comunes. Empero, deseamos finalmente observar otra manifestación de la demagogia galopante.

Suele ocurrir en las vísperas o el desarrollo de los hechos que se desean o anuncian como revolucionarios, según la perspectiva marxista-leninista, asistimos al solemne e inmediato colapso del capitalismo, aunque parece ser que ha tardado algo después que Lenin o Castro tomasen las riendas del Estado. E, incluso, los cubanos - desinformados, gracias a un bloqueo que no levanta estridencia alguna -creen que son los que mejor se alimentan en el mundo, aún precariamente, convencidos de ser un islote excepcional en el vasto océano de la hambruna al que se suma el mundo desarrollado.

Es necesario decirlo, a juzgar por sus intervenciones parlamentarias y lo que recoge la opinión pública, no hay el mínimo, sobrio y coherente abordaje marxista de las fuerzas y corrientes gubernamentales que soporten una contrarrespuesta de la oposición responsable. Unicamente apelan a la fácil y generosa idea de una crisis terminal y mundial del capitalismo, caricaturizándose en el naufragio de las ideas.

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