lunes, 15 de agosto de 2011

COORDENADAS


“Des-incibación”
Luis Barragán


Aprobado en primera discusión a mediados de la década, ahora la Comisión Permanente de Cultura y Recreación discute el Proyecto de Ley Orgánica de Cultura con el aporte responsable de la oposición. Y, aunque la mayoría oficialista no tolera las prácticas universales de un parlamentarismo eficaz, incluyendo el control y la propia deliberación de lo que ha (des) hecho el Ejecutivo Nacional en la materia, estamos dispuesto a darle viabilidad a un instrumento inequívocamente afianzado en la vigente Constitución de la República.

Necesaria viabilidad, pues, no sólo requiere de la mayoría calificada de la Asamblea Nacional, sino que debe responder a la impostergable transformación de la política cultural del Estado, hoy inexistente excepto se tome por tal el fenómeno de una ultrapartidización que vela por la cuota correspondiente de las divisas petroleras. Y es que, al lado de los pocos testimonios de genuino y visible convencimiento marxista, la escuela se alza como un inmenso pretexto de legitimación de lo que, en propiedad, podemos denominar el fenómeno del “farruquismo” en la cultura y en los negocios gubernamentales.

Por lo pronto, es necesario corregir una situación a la que, ciertamente, contribuirá una adecuada normativa. Personalmente, creo un importante paso inicial el de la creación de una entidad rectora que adelante una Política de Estado fundada en principios como el del más celoso respeto a la dignidad humana, la libertad cultural y la equidad social que, entre otros, puedan impulsar iniciativas orientadas a la reindustrialización cultural del país, amasados el legado y las manifestaciones ancestrales, tradicionales y – las no menos decisivas – emergentes de la sociedad venezolana.

Aceptemos que el actual aparato burocrático cultural venezolano, el que ha gozado de un "astronómico" financiamiento directo e indirecto, alcanzado más por vías extraordinarias que ordinarias, deja demasiado atrás no sólo a las instituciones derivadas del acuerdo de Punto Fijo, por darles una caracterización, sino las mismas prácticas, desviaciones y encallejonamientos que padecieron. No obstante, el INCIBA o el CONAC de las décadas anteriores, en buena medida cumplieron o agotaron el programa de 1958, quedando por siempre pendiente la otra etapa de desarrollo institucional al compás de los otros desafíos programáticos.

Por lo demás, así fuesen muchos los abalorios o engañifas, ambas instituciones estuvieron forzadas a los controles, condicionamientos o limitaciones que podían imponerles la instancia parlamentaria o la misma opinión pública, ahora francamente desconocidas. Y éste olímpico desconocimiento es lo que autoriza a una escandalosa diferencia entre ese pasado denostado y temido, y un presente que lo caricaturiza, holgado y festivo en los extremos de la “incibización” (*).

Pienso en la necesidad de una hipotética Procuraduría General de la Cultura, cuyo titular sea designado por el Presidente de la República previo consentimiento de la mayoría calificada del parlamento, capaz de reivindicar una decidida política pública para el sector, en el marco del Estado federal descentralizado. Contando con un importante y justo recurso presupuestario que no niega la posibilidad de acanzar otros recursos, al sumar la libre iniciativa que social y empresarialmente promoverá, nos encaminará hacia una nueva institucionalidad que, también por su relativa y urgida sencillez, propia de un Estado que reivindica sus misiones esenciales, nos saque de la sofocante retórica en boga.

(*) Entrevistado por Jorge Olavarría y Antonio Aparicio, Juan Liscano llamó “incibamiento” aquella “política consistente, efectivamente, en dar subsidio a los artistas, algo así como conquistarse la benevolencia de la ‘ ínteligencia´ mediante subsidios, becas y cargos que muchas veces no se justificaban desde un punto de vista técnico, porque dicho sea de paso, el artista, por lo general, no es un buen funcionario, aunque hay casos excepcionales..." (Resumen/Caracas, nr. 25 del 18/04/74). Para una perspectiva del “puntofijismo cultural”, puede verse el utilísimo breviario de Yolanda Signini (“Historia de la cultura en Venezuela”, Alfadil Ediciones, Caracas, 1995). Por cierto, queda pendiente una consideración de la conducta de los viejos y nuevos becarios culturales, a objeto de preservar la fuente de sus privilegios.


Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2011/08/%E2%80%9Cdes-incibacion%E2%80%9D/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=794153
Fotografía:Farruco Sesto y Xulio Formoso,recital.

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