martes, 16 de agosto de 2011

CULTURALES


Ley de ¿cultura?
Gisela Kozak Rovero

El Anteproyecto de Ley Orgánica de la Cultura (www.aporrea.org/actuali dad/a92274.html ) podría aprobarse en la Asamblea Nacional o vía Ley Habilitante. Como suele ocurrir con las propuestas oficialistas destaca la inconsistencia. Al lado de concepciones de cultura, diversidad cultural e interculturalidad propias de UNESCO, con las que todos podemos estar de acuerdo, tenemos el legado comunista y fascista del siglo XX: el Estado y el pueblo son uno solo en el interés de regir los destinos de la nación en materia de la vida cultural, lo cual se tradujo en la práctica en el protagonismo autoritario del primero con el fin de conformar las mentalidades del segundo.

Resalta la noción de hegemonía política, social y cultural del marxista Antonio Gramsci, quien propone que la revolución transformará al pueblo a través de la cultura y la educación y no de la violencia. Se trata de una salida "negociada" que toma en cuenta las tradiciones populares para servirse de ellas políticamente. Y digo en cierto modo negociada porque Gramsci se refería a gobiernos de partido único. En Venezuela hay partidos opositores, pero sí leemos el Proyecto Nacional Simón Bolívar Primer Plan Socialista 2007-2013 constatamos que tanto la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela como la posibilidad misma de un gobierno opositor no figuran de verdad en el horizonte oficialista. La mesa estatista y de la formación del "hombre y mujer nuevos" están servidas. Se mencionan con énfasis los consejos comunales pero las gobernaciones y alcaldías pasan al tercer plano al que se les destina habida cuenta de que permiten la llegada al poder de la oposición. Pareciera que la mitad de la sociedad, tomando en cuenta el resultado de las elecciones parlamentarias en el 2010, no tiene importancia para el gobierno.

En este proyecto de ley lo cultural se define en función de indígenas, afrodescendientes y el legado ibérico, por lo cual la "identidad nacional auténtica" se opone a la realidad de que somos una sociedad híbrida y multicultural, de sucesivas oleadas de inmigrantes, que habla sobre todo castellano.

El reconocimiento de las comunidades indígenas del siglo XXI no tiene que ver con la idealización del pasado sino con su participación en la construcción de un presente y un futuro en el que quepan visiones del mundo diversas. Esta mirada pasatista de la cultura como "autenticidad" se evidencia en que no se toma en consideración la importancia de la cultura como generadora empleo y riqueza. Las industrias culturales y creativas amén del turismo patrimonial y la amplia gama de actividades públicas y privadas alrededor de la literatura, la música, las artes visuales y escénicas conforman parte importante del PIB de países como México, España o Brasil.

El énfasis, como suele ocurrir con el gobierno nacional, es ideológico y partidista.

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