domingo, 19 de junio de 2011

MISTERIO


NOTITARDE, Valencia, 19 de Junio de 2011
La santísima trinidad (Jn. 3, 16-18)
Joel de Jesús Núñez Flautes

En este domingo, después de haber terminado el tiempo pascual con la solemnidad de Pentecostés, los cristianos católicos celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad, dogma fundamental de nuestra fe cristiana, ya que Cristo, el Hijo eterno de Dios, nos reveló en su vida pública este misterio trinitario y nos comunicó y nos mostró cómo es Dios en esencia y a qué nos invita a nosotros.
Lo primero que hay que decir es que en la Biblia, específicamente en el Nuevo Testamento, no aparece la palabra Trinidad para referirse a Dios como lo hacemos hoy los cristianos; es la Tradición cristiana la que va a acuñar este nombre. Pero decir que en la Biblia no aparece la palabra Trinidad, no quiere decir que no aparezca mostrado o revelado por Jesús este misterio radical de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. En varios textos del Nuevo Testamento aparece manifestado en boca de Jesús o por el acontecimiento que se narran la actuación de Dios Uno y Trino; por ejemplo, en el momento de la Anunciación y Encarnación del Hijo de Dios: Lc. 1, 30-35. La teofanía (manifestación de Dios) en el momento del Bautismo de Jesús: Mc. 1, 9-10. Las palabras de Jesús reconociendo a Dios como su Padre y hablando del Espíritu Santo que enviará: Jn. 1,1 ; 10, , 10.38 ; 14,11 ;17, 11-26, etc. Ya al final de su vida, antes de ascender al cielo, queda muy claro el envío a bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: Mt. 28, 19. San Pablo abunda en confesiones de fe trinitarias; por ejemplo: Rm. 8,9-11 ; 15,26 ; 2 Cor. 13,13 ; Filp. 2,6 ; Gál. 2,9 ; 3,28, etc.
Cuando hablamos del "misterio de la Santísima Trinidad", no nos referimos a algo oscuro, oculto, que no se pueda conocer o contemplar, sino que se afirma que por nuestra razón limitada, no podemos entender ni comprender del todo, es algo que si bien lo podemos ver con los ojos de la fe, sobrepasa nuestro conocimiento humano.
Lo importante del misterio de la Santísima Trinidad es comprender, en primer lugar, cómo es Dios en esencia: Uno y Trino a la vez, porque así se nos ha revelado en Cristo y por Cristo. Dios es una unidad perfecta y comunión de amor al mismo tiempo y ese amor se comunica entre la persona del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. En nuestra experiencia humana, sabemos que lo más importante es ser persona y que se nos reconozca como tal y la esencia de una persona es la capacidad de amar y ser amado; por tanto, hay un deseo innato, natural a la interrelación, al encuentro, a formar comunidad, comunión y unidad. Así es Dios en sí mismo, así nos lo ha mostrado Jesucristo, Nuestro Señor y es a esto a lo que nos invita Dios, a que entremos en este misterio de unión y amor con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y que nos amemos los unos a los otros, como Dios mismo nos ha amado.
Cristo viniendo al mundo, encarnado en el vientre purísimo de la Santísima Virgen María, por obra y gracia del Espíritu Santo (ya aquí se ve la actuación de la Trinidad: El Padre que envía al Hijo y el Espíritu Santo que hace posible la Encarnación), nos muestra el misterio de la Santísima Trinidad; Él mismo se reconoce como Hijo de Dios e invita no sólo a creer en Dios, sino a creer en Él como Hijo de Dios, lo que da muestra de su igualdad con el Padre y, por tanto, de su condición divina. Él mismo habló del Espíritu Santo como una persona y lo prometió a sus Apóstoles.
Dios Padre nos ha creado y nos sostiene a lo largo de nuestra existencia, no nos deja solos ni huérfanos, nos ama y nos ha demostrado su amor radical en Cristo. Por eso, Dios Hijo nos ha redimido del pecado y salvado de la muerte eterna, nos ha mostrado nuestro destino final, que es vida eterna, vida sin fin, vida en Dios para siempre. Dios Espíritu Santo nos ha santificado y nos sigue santificando, nos hace entender lo que Cristo nos ha revelado, nos alienta y fortalece con sus dones y nos impulsa a dar frutos de buenas obras. Por tanto, los cristianos católicos no adoramos a tres dioses, sino a un solo Dios que al mismo tiempo y de forma distinta es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por eso, todos los domingos, como los primeros cristianos confesamos el Credo que resume nuestra fe.
IDA Y RETORNO: Hoy, quiero referirme a un tema que nos está afectando a todos los valencianos y carabobeños y de manera especial a los hermanos de escasos recursos y de la clase media: El "Metro de Valencia", cuya obra estaba proyectada para estar finiquitada en su tramo hacia la universidad en el año 2006, pero que hoy con tristeza vemos parado, afectando no sólo el tráfico, el ornato de la ciudad, el trabajo de muchos comerciantes y sus empleados, sino la calidad de vida en general de todos los que hacemos vida en esta importante Ciudad del país. Por eso, hacemos un llamado para que los que tienen responsabilidad directa en esta situación la asuman y se retomen, de una vez por todas, los trabajos que le den a nuestra querida Valencia el Metro que se merece.

Ilustración: Gehard Richter

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