viernes, 10 de junio de 2011

GALOPAR UN BOSQUE METÁLICO


EL NACIONAL - MIÉRCOLES 08 DE JUNIO DE 2011 ESCENAS/1
Palacios vive en el gran formato
El artista levantó un bosque de hierro y papel, con árboles de tres metros, caballos persas, flores, pinturas y dibujos concebidos al pie de los olivos marroquíes
CARMEN VICTORIA MÉNDEZ

Pudo haber sido un samán, una ceiba o un bucare, pero en el imaginario de Alirio Palacios estaba el olivo. "Estoy enamorado de ese árbol, de su belleza, de su tronco que se va doblando, pero no se muere. Dura hasta mil años. Los grandes hombres han descansado al pie de un olivo", dice el artista sentado al otro lado de una pulida mesa de madera, sobre la que descansan diversos tipos de aceitunas. Fue durante un viaje a Fez, Marruecos, cuando comenzó a mirar a estos árboles, a comer de sus frutos. Para él, observar, viajar y descubrir son sinónimos de pintar, trazar y hacer bocetos. Así fue como decidió que los olivos algún día le darían sombra a sus conocidos caballos.


Tres años le tomó al artista construir el bosque de hierro y papel que a partir del domingo se exhibirá en la galería de arte Ascaso. Conceptos como nobleza, inmortalidad y belleza se funden con el metal.


La muestra Olivo representa más que una renovación de géneros artísticos como el paisajismo y la naturaleza muerta a manos del maestro de la figuración. Es, en primer lugar, el dominio del oficio y el material. "Recuerdo que luego del viaje dije: Voy a hacer un árbol de verdad, hoja por un árbol de verdad, hoja por oa manos del maestro de la figuración. Es, en primer lugar, el dominio del oficio y el material. "Recuerdo que luego del viaje dije: Voy a hacer un árbol de verdad, hoja por hoja, tallo por tallo, con calma increíble. Menos mal que me eduqué en China y tengo esa paciencia", señala.


Los árboles de tres metros que se levantan en la planta baja simbolizan el triunfo absoluto de Palacios sobre la escala, un reto que ya se había planteado con los caballos tamaño natural. "No puedo trabajar de otra manera. Mi vida ha sido de gran formato. Nací en el Delta del Orinoco, me formé en China, Polonia y Suiza. En Nueva York viví 20 años, vi grandes espacios, grandes museos, la ciudad te da otro punto de vista. Por eso no puedo llegar a hacer algo chiquito. Me he educado para hacer cosas grandes y Los árboles de tre sin miedo", afirma.


La siguiente sala reúne una serie de floreros elaborados con desechos de metal, a través de los cuales el artista pone a prueba sus teorías alquimistas. También hay paisajes sobre papel elaborados con una tinta que el propio artista inventó, así como acuarela, carbón y creyón.


El principal mérito de Palacios, a los 73 años de edad, ha sido comprender los grandes problemas del arte sin sacrificar sus raíces, y a la vez trascender las proposiciones folkloristas y exóticas que han contribuido a encasillar la creación latinoamericana.


Sus caballos son persas, inspirados en los corceles que pertenecieron al emperador Darío, que según el pintor, escultor y grabador se caracterizaban por ser fornidos, bien vestidos y educados. "Me gusta mucho cómo esa gente quería a sus caballos, que eran de gran belleza. Un caballo persa o mongol tiene la misma cabeza y las paisajessobre mismas patas que uno de Apure, pero lo que los diferencia es el espíritu. Uno tiene que hacer el caballo con su alma, con su espíritu y su personalidad. Ese es el secreto. Yo podría hacer un Cañonero, con su brío de caballo trotador. ¿Por qué no? Aunque pinte caballos asiáticos, los sementales de mi imaginario son venezolanos, mi sangre es de aquí".

Fotografía: Alexandra Blanco

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