lunes, 27 de junio de 2011

A DIARIO


EL NACIONAL - Sábado 25 de Junio de 2011 Papel Literario/3
A propósito del Día del Periodista
Pobreza en la prensa venezolana: crónica de una tormenta
Los resultados y la discusión contenida en el artículo que sigue provienen del trabajo de investigación "Pobreza en su tinta.
Representaciones periodísticas de la pobreza en Venezuela", concluida por el autor en octubre de 2008, y que obtuvo el primer premio de investigación de la Universidad de Católica Andrés Bello en su edición de 2011
LEOPOLDO TABLANTE

Preámbulo Entre diciembre de 2005 y octubre de 2008 le dediqué la vida a uno de los proyectos más extravagantes que jamás haya emprendido: conocer cómo la prensa venezolana habla de la pobreza en sus páginas.

La mención recurrente de la palabra "pobreza" en América Latina y en Venezuela fabrica el espejismo de que éste es el más trillado de los temas, una falsa interpretación que lo condena de antemano. Mi análisis sobre la representación de la pobreza en la prensa me permitió cobrar conciencia de que las variables asociadas con este fenómeno son tan numerosas y complejas que al cabo, por simple apabullamiento, es fácil tirar la toalla y conformarse con elaborar generalizaciones razonables.

Por fortuna conté con un precedente útil para acercarme al monstruo: El periodista y académico colombiano Germán Rey examinó lo que el diario bogotano El Tiempo publicó en sus páginas sobre pobreza durante los meses de febrero, mayo, agosto y noviembre de 2002. Rey empleó matrices de análisis que medían frecuencias de categorías "sociales" y "periodísticas", las primeras asociadas con los aspectos que reflejan la pobreza como un fenómeno colectivo, las segundas con los criterios retóricos y técnicos a través de los cuales el periodismo transforma la pobreza en información, es decir, en signo.
El número de textos periodísticos retenidos por Germán Rey sumaba 171.
El estudio venezolano entrañó en cambio el examen de 3126 textos producidos en febrero, mayo, agosto y noviembre de 2005: 1477 por Últimas Noticias (9,54% de todos los publicados durante los meses en cuestión), 855 por El Nacional (6,61%) y 794 por El Universal (3,18%). La diferencia de casos entre el estudio venezolano y el colombiano, más allá del hecho de que este último abarcara tres diarios y de otros criterios metodológicos no explícitos en las cifras, se debió a que los periódicos venezolanos operaron en un ambiente de confrontación política en el cual la pobreza y la exclusión social fueron los catalizadores de la polarización. Incluso los diarios venezolanos dirigidos a las clases medias y altas, El Nacional y El Universal, publicaron, como mínimo, cuatro veces más textos alusivos a variables de pobreza que El Tiempo de Bogotá.

Durante los primeros ocho meses, el proyecto contó con la colaboración de un grupo de asistentes (Delymart de León, Nadia Goncalves, Jaqueline Osteicochea, Gabriela Velásquez, todas ellas coordinadas por la periodista Adriana García Cunto y por mí), sin cuya ayuda hubiera sido imposible desmenuzar una cantidad de información suficiente como para dejar en el sitio al dueño de la moral mejor plantada.

Ahora bien, ¿qué dice la prensa sobre la pobreza en Venezuela?

1. La pobreza es un problema "natural" En los tres periódicos analizados, la pobreza es una especie de manifestación natural del ambiente venezolano, algo parecido a los musgos y los líquenes en las selvas tropicales.

La inmensa mayoría de los textos sobre pobreza producidos por El Universal y El Nacional fue publicada en febrero (332 el primero, 285 el segundo), cuando se produjo la famosa vaguada. Últimas Noticias publicó la mayoría de sus textos en mayo de 2005 (429 piezas periodísticas) por una sencilla razón: los perjudicados por el temporal formaban parte de los grupos socioeconómicos que constituyen su público principal. Además, en vista de que este diario tiene una larga tradición de denuncia, tres meses y medio después de la vaguada había muchas denuncias que requerían prensa.

El problema "natural" de la pobreza no se expresa sin embargo en áreas aisladas sino, por el contrario, en sectores urbanos (para El Nacional y El Universal el contexto urbano de pobreza gravita entre el 54% y el 56%; en el caso de Últimas Noticias el porcentaje llega hasta el 74%). Ello da cuenta de la vulnerabilidad estructural de las ciudades venezolanas, donde la fluctuación de los elementos recuerda cada tanto la particular inaptitud para el asentimiento humano de los espacios sociales pobres, marcados por la falta de precaución ante sus límites geológicos y por la informalidad constructiva.

De lo arriba señalado se puede inferir que el principal fundamento de la pobreza --es decir, el evento o el quiebre que devela la vulnerabilidad estructural de los espacios sociales pobres-- es la catástrofe natural.
La pobreza se reduce entonces a la publicación de materiales que informan sobre deslizamientos de tierra en áreas pobres, sobre una ola de muertes violentas durante el fi n de semana o sobre la cantidad de víctimas dejadas por un temporal


Los diarios insisten más en este fundamento cuando su público lector se encuentra más alejado de los sectores de pobreza. Por ejemplo, prácticamente la mitad de los fundamentos de pobreza evocados por El Universal son de tipo "natural", 48,79%, frente a 31,77% en el caso de El Nacional y 26,97% en el de Últimas Noticias.

En suma, la pobreza se transforma en problema de interés público sólo cuando una catástrofe natural la exhibe.

Emergencia y pobreza establecen una relación de causa y efecto que conlleva a un periodismo reactivo, situacional, en el que no hay ni seguimiento ni mayores consideraciones analíticas, paradoja de un país dislocado por la fractura socioeconómica.

La catástrofe natural da al traste con el próximo fundamento al que más recurre la prensa: ninguno (casi 30% en El Universal, 26,39% en Últimas Noticias y 15,04% en El Nacional ). Si una vaguada no sobreviene y convierte a individuos de sectores pobres en víctimas mortales o en afectados (heridos, desplazados o damnificados), la pobreza entra en el limbo de la no-explicación. Ese limbo conecta sin embargo con otra instancia: la pobreza como resultado de la ineficiencia de las instituciones del Estado (15,25% en el caso de Últimas Noticias, 19,38% en el de El Nacional y 9,34% en el de El Universal).

Aquí la pobreza cede a la denuncia: a los perjudicados no les queda otro recurso que solicitar la intervención de unas autoridades públicas sobrepasadas por la realidad a las que, al mismo tiempo, se señala como responsables de las condiciones de vida de colectividades enteras.

Los dos últimos fundamentos relativamente significativos son de carácter social (vinculado sobre todo con el principal síntoma de descomposición social de la sociedad venezolana: la violencia) y de carácter económico. No obstante, en ambos casos el promedio no supera 8%.

2. La pobreza no da para el largo aliento A pesar de que la pobreza involucra a más de la mitad de la población total de Venezuela (según un estudio de la empresa Datos, los grupos socioeconómicos D y E habrían pasado de 40% a 58% en el intervalo 1984-2004), este tema parece no inspirar particularmente a los periodistas. La mayoría de la población de Caracas podrá asentarse en esas indisimulables montañas que aparecen en los mapas oficiales como zonas verdes pero, morfológicamente, la pobreza escrita en la prensa apenas ocupa espacios menores de un cuarto de página (53,07% en el caso de El Universal, 49,30% en el de El Nacional y 32,77% en el caso de Últimas Noticias), seguida por desarrollos equivalentes al cuarto de página, tal como si el asunto no tuviera mayores méritos.

Los síntomas de pobreza son apenas un dato fáctico que merece un género periodístico: la noticia aislada, a la que recurren los reporteros de los tres periódicos en 70% de las ocasiones. Esto quiere decir que la pobreza es un evento "sencillo" relatado de acuerdo con una estructura convencional de pirámide invertida dotada de un título descriptivo, un sumario (especialmente en el caso de Últimas Noticias), un arranque que privilegia la anécdota más resaltante (lead) y un desarrollo superficial. Los periodistas no se animan a escribir reportajes, que en los tres diarios no supera el 13% de los géneros empleados para referirla. Esto refuerza una lógica en la que la pobreza es casi siempre una situación imponderable y vaga que, más allá de una descripción cuyo dramatismo se refuerza con fotografías, no suscita en la mente del lector ninguna proporción más o menos clara. Por ejemplo, El Universal, El Nacional y Últimas Noticias publicaron, respectivamente, 4.468, 3.272 y 2.999 tablas y gráficos para reforzar la información contenida en sus textos, pero ninguna variable de pobreza motivó en los tres universos más de 17 tablas o gráficos.

3. El problema de las fuentes: "si tú me tiras, te tiro" La alternancia de fuentes en las noticias de pobreza es parecida a las de los copleros en los contrapunteos del joropo recio: mientras en situaciones de catástrofe las autoridades dan su parte y ofrecen soluciones, las víctimas de la pobreza dan testimonios para describir su condición de vida y, en especial, para señalar la negligencia de las autoridades.

Así, en los diarios estudiados la pobreza tiene dos repercusiones principales: "social" (44,5% en promedio) e "institucional" (24% en promedio). Estos valores explican el hecho de que las fuentes citadas se dividan en dos promedios principales: cerca de 34% de las declaraciones totales emitidas provienen de fuentes vivas (personas que describen "de viva voz" su propia condición precaria de vida) y 38% de autoridades que dan cuenta, prometen o defienden su gestión.

En los dos casos, estas declaraciones son hechas a título personal. Aunque pueda asumirse que una autoridad habla en nombre de la institución que representa, es curioso reparar en que las fuentes institucionales per se (un portavoz de un ministerio a través de su oficina de prensa, por ejemplo) sean citadas por todos los diarios en una proporción menor a 10%, superior a los valores de los grupos de la sociedad civil y de los expertos, no así de los casos en los que el periodista ni siquiera menciona alguna fuente.

En fin, la prensa comunica la idea de que las personas en situación de pobreza son seres desamparados a los que sólo les queda manifestarse (señalar, denunciar, quejarse...) en medio de su falta de organización cívica y política, de su carencia de información y de la desidia de autoridades tan abrumadas y aturdidas como ellas mismas.

4. Hombres y mujeres mestizo-negroides Uno de los grandes mitos venezolanos es la existencia de una especie de concordia social justificada en la creencia de que todos somos mestizos, cosa que es verdad pero que no descarta aquella trillada metáfora del café y la cantidad de leche con que, a voluntad, el lunchero de la panadería lo aclara, lo que sólo habla de más cancha y más matices para postergar el conflicto del resentimiento.

En todos los diarios, más de la mitad de los actores de pobreza son hombres (casi 60%), en su mayoría adultos, es decir, entre los 20 y los 65 años --cerca de 38%--, aunque la mayoría de los hombres adultos mostrados por la prensa tiene menos de treinta años. El análisis de las fotografías publicadas en los materiales informativos, que suele representar los actores pobres mencionados en el texto (hombres y mujeres), reveló que la inmensa mayoría de los actores pobres son individuos de fenotipo mestizonegroide (85% de todos los casos). Esto no significa que los reporteros procedan según criterios de discriminación étnica, aunque el dato insinúa que en los espacios sociales pobres se manifiesta un rezago histórico visible en el tipo físico de quienes lo habitan. Este rezago puede ser estimado como la válvula de escape de una nación que, como todas las latinoamericanas desde comienzos del siglo XIX, asintió la superioridad de la clase blanca criolla. Las concentraciones marginales urbanas reproducen los rasgos de esta inercia histórica, y uno de sus modos de expresión es la composición étnica de sus pobladores.

5. Cuando la pobreza se conjuga en plural Cuando la pobreza se atribuye a grupos extendidos, éstos suelen ser señalados como ciudadanos comunes (31,19% en el caso de Últimas Noticias; alrededor de 17% entre El Nacional y El Universal) o como afectados y damnificados (no más de 16% en los casos de Últimas Noticias y El Nacional; 25% en el caso de El Universal). Adicionalmente, los periodistas pueden designar a estos grupos humanos con la vaga apelación de "pobres" (siempre menor al 9% de todos los casos contabilizados, siendo el valor más alto el mostrado por el diario El Nacional) o, si son menores de treinta años y de sexo masculino, perpetradores o víctimas en hechos de sangre ocurridos en sectores populares y en barriadas marginales, como criminales miembros de grupos desviados. Las etiquetas que homogeneizan al ciudadano tocado por la pobreza en la cadena ciudadano desatendido por el Estado-afectadodamnificado-pobre-desviado promedia por si sola 72%, muy por encima, por ejemplo, de las ocasiones en que los reporteros comprenden al individuo pobre como parte de un gremio (menos del 7% por ciento) o de una organización comunitaria (menos del 2%).

De nuevo, los grupos pobres son siempre núcleos de individuos particulares y atomizados que por lo general están desposeídos de estructuras cívicas y políticas, de apoyo institucional y que muchas veces optan por la solución expeditiva y violenta. En este caso se repite el patrón del ciudadano sin control de la realidad, encomendado a lo que la piscología social funcionalista llama "locus de control externo".

6. El rol de las elites Varios porcentajes minoritarios son dignos de mención, en particular porque ellos reflejan la relación débil de las elites intelectuales y socioeconómicas venezolanas con el tema de la pobreza.

Al medir las fuentes, las empresas y los empresarios se desempeñan como proveedores importantes de información sobre asuntos relacionados con la pobreza en una proporción que no supera el 2,33% (reflejada por El Nacional ). La poca información sobre pobreza ofrecida por la empresa privada revelaría una inconsecuencia generalizada con respecto a la solución de un problema en el que su rol económico es fundamental.

Esta inconsecuencia apenas se interrumpe con la publicación de informaciones vinculadas con iniciativas de responsabilidad social empresarial, que proceden más en el marco de las comunicaciones estratégicas que en el de la articulación de esfuerzos concretos para superar la pobreza.

La pobreza en los tres diarios estudiados se plantea como una eventualidad, subrayada por la catástrofe natural

En lo que concierne a las columnas de opinión, en su mayoría escritas por firmas influyentes en el plano empresarial, académico y humanístico, la pobreza no fue mencionada en más de 8% de todas la columnas contabilizadas (este último valor pertenece al diario El Universal), a menudo en el contexto de la diatriba política chavismo-oposición. Lo mismo sucedió con el editorial, a través del cual una empresa periodística fija su línea editorial y su postura política. Entre los tres diarios analizados, sólo El Nacional publica editoriales sistemáticamente, y entre febrero, mayo, agosto y noviembre de 2005 sólo en siete ocasiones la pobreza fue en éstos objeto de consideración.

7. La pobreza es intocable Anteriormente señalé que los textos periodísticos que aluden a alguna variable de pobreza no ofrecen ni magnitudes ni puntos de referencia académicos o institucionales que permitan al público ponderar la gravedad del asunto. La pobreza se reduce entonces a la publicación de materiales que informan sobre deslizamientos de tierra en áreas pobres, sobre una ola de muertes violentas durante el fin de semana o sobre la cantidad de víctimas dejadas por un temporal. Después que se señala el hecho, comienza una cadena de denuncias (sobre todo reflejadas por Últimas Noticias, que incorpora la denuncia en casi 24% de todos los casos) que siempre supera los enfoques proactivos (17% en el mismo diario) y que, cuando integra el enfoque crítico, automáticamente lo politiza, lo que es muy claro en el caso de la columna de opinión y de los pocos editoriales publicados por El Nacional.

Final A comienzos del año 2006, la historiadora Inés Quintero presentó el libro de relatos de vida Así nos tocó vivir, editado por el Proyecto Pobreza, con un texto que recogía testimonios de personajes pobres del siglo XIX venezolano. Al final de la enumeración de estos testimonios, la autora señalaba que todas esas personas "dirigían sus ruegos a quien, desde el poder, podía atender y dar respuesta a su penosa circunstancia. [...] Sólo la acción benefactora e individual del caudillo dispensador de favores y recursos podría darle consuelo a las penalidades que cada una de ellas estaba padeciendo".

Salvando las distancias, ese perfil coincide con el que sobre el mismo tema los tres periódicos más comerciales de Venezuela levantaron durante el año 2005 de una manera más técnica y desglosada. Muy a pesar del culto a la personalidad del presidente Chávez, que ha caracterizado el ambiente sociopolítico de Venezuela durante los últimos doce años, tal vez ese hombre fuerte no sea hoy en día una persona específica sino la estructura misma del Estado, un Estado que ha creado una inercia en la que el individuo no confía ni en su imaginación ni en su iniciativa para emprender la carrera de su propia superación.

La pobreza en los tres diarios estudiados se plantea como una eventualidad, subrayada por la catástrofe natural, que, a pesar de sus estragos masivos y recurrentes, supedita la supervivencia de los grupos soecioeconómicamente más frágiles a un caos estructural e institucional empeorado por la discrecionalidad del poder político. Ahora bien, ¿es esta representación mediática producto de líneas editoriales deliberadamente trazadas o, más bien, una amplificación producida por la convergencia de lecturas individuales en la empresa periodística? Después de todo, los contenidos de los diarios son elaborados por individuos --reporteros de planta y comentaristas externos-- que tienen, como cualquier persona natural, un punto de vista tomado sobre el medio social. Si los diarios privilegian inercias informativas compatibles con su propio desenvolvimiento empresarial, no es menos cierto que ellas se conforman a partir de puntos de vista y de lecturas que les son preexistentes.

Fotografía: Manuel Sardá

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