lunes, 27 de junio de 2011

SENCILLAMENTE - DICEN - ES LITERATURA


EL NACIONAL - Sábado 25 de Junio de 2011 Papel Literario/4
Realidad literaria
VIRGINIA RIQUELME

El mes pasado Juan Cruz entrevistó a Talese para El País.
La nota estaba acompañada por una foto donde éste mostraba su ya mítico sombrero y, tal como describía Cruz, con un traje gris de tres piezas, es "un caballero del sur de Italia trasplantado a Manhattan". Con la foto recordé línea a línea "Los sastres valientes de Maida" y "Orígenes de un escritor de ficción", de Retratos y encuentros. En el primero se cuenta cómo el tío abuelo de Talese y su sobrino, el padre de Talese, salen airosos de un incidente con el traje encargado por un mafioso al taller donde el segundo aprendía el oficio de su vida: la sastrería. En el otro, el autor cuenta cómo lo tildaban de diferente en la secundaria por ser el único que iba de traje. Viéndolo en la foto, no dejo de pensar que alguien debería escribir un texto sobre el personaje que hoy es Talese dentro de su propia obra. En esa silla pareciera recrearse allí la época que enfocan los textos sobre Sinatra, Peter O’Toole, Joe DiMaggio y la etapa americana de la Paris Review, esto es, el escenario de forma y fondo de la antología.

Quizá sea "Orígenes de un escritor de no ficción" la clave para entender cómo se escribieron el resto de los textos, y digo textos porque me resulta demasiado determinante llamarlas crónicas, que en términos generales son lo que son, pero quienes han leído a Talese con anterioridad seguro afirmarán conmigo que lo que él hace va mucho más allá. Es probable que los defensores de éstas digan que, justamente, son textos contenedores de todo lo que el género demanda: asidero con la realidad, relatos de vida y elementos propios de la ficción literaria pero sin despegarse de su referente. Es cierto, los textos del libro lo poseen todo, pero me refiero a ese largo sabor de boca que dejan; a su capacidad recreativa con una descripción minuciosa que no agota sino que ellos mismos demandan. Será entonces lo que Talese llama "literatura de la realidad" y Tom Wolfe designó como "una nueva forma de no ficción, que ponía al lector en estrecho contacto con personas y lugares reales mediante el fiel registro y empleo de diálogos, entornos, detalles personales íntimos, incluyendo el uso del monólogo interior".

Quiero insistir en eso otro llevando los textos de Retratos y encuentros a un lugar apartado de lo que hoy se designa No Ficción y que alivia el trabajo de libreros y editores, permitiéndoles inscribir en esta etiqueta tanto la autoayuda como Talese. Sin duda, una injusticia para este último porque la influencia de autores como J. Cheever, R. Carver o T. Williams y la calidad de textos como "Nueva York, ciudad de cosas inadvertidas", "El perdedor", "Don malas noticias" y "Los sastres valientes de Maida" dan cuenta de ese maravilloso efecto literario y simbólico que tiene su obra. De modo que, adentrarse en esta antología será una aventura sin pérdida; se podrá saborear la vida de grandes personajes desde su lado menos brillante, la de personajes anónimos realmente fascinantes y la pluma de uno de los mejores periodistas del mundo.


Mirar, escuchar y contar
DIAJANIDA HERNÁNDEZ G.

Describir con la mayor fidelidad posible, confiando en su mirada; dibujar la figura de alguien o de algo; indagar en el carácter de una persona o un lugar; buscar sus cualidades o sus defectos. Caracterizar.

Retratar. Conseguir eso que busca: una historia, alguna cosa para contar; ver con detenimiento, con curiosidad. Hallar algo, un detalle, un hilo por donde desovillar la madeja. Encontrar.

Los catorce textos del libro de Gay Talese, Retratos y encuentros, nos acercan al arte del grande del periodismo norteamericano; a su forma de relatar lo que vio, escuchó u olfateó; a su método para dibujar el perfil de un personaje, de un lugar o una situación.

"Tú miras (...) Y Tú testimonias". Él mismo ha descrito su procedimiento. Por sobre todas las cosas mira, observa y escucha, anota, percibe. Después cuenta.

Parte de un principio: siempre se puede ubicar una buena historia. Despierta su curiosidad un famoso o gente anónima que transita por las calles. O esa maquinaria compleja, de muchas piezas, que es la ciudad. Talese tiene una potente habilidad para mirar lo marginal y retratarlo; para observar lo cotidiano y mostrar eso extraordinario que hay en él, que funciona en él. La mecánica de la cotidianidad cobra un valor singular y maravilloso en los textos de Talese. Su mirada detecta eso que merece ser retratado, eso que convierte en narración brillante.

La selección de Retratos y encuentros es una muestra de artesanía de forma y fondo: historias que parten de lo mínimo, construidas a partir de fragmentos y detalles; engranaje soberbio de la palabra; narraciones que son piezas literarias. En el libro podemos leer el famoso perfil de Frank Sinatra, uno de los que lo ha consagrado en el altar del periodismo de culto; los acercamientos a Joe DiMaggio; Floyd Patterson; Peter O’Toole; el delicioso retrato de Nueva York; o textos más personales, como "Orígenes de un escritor de no ficción", en el que habla en tono autobiográfico de su oficio.

Después de leer el conjunto de narraciones, la sensación que queda al cerrar el libro es la de haberse encontrado con una gran muestra de literatura. Así, a secas, sin adjetivos innecesarios. Ni literatura de no ficción, como se empeñan muchos, ni literatura de la realidad, como propone el mismo Talese. Y más allá de lo discutible que resulta la etiqueta propuesta por Talese, Retratos y encuentros nos dice que la verdadera literatura, esa a la que volveremos en busca de aquél personaje inolvidable, de aquella descripción estremecedora, de esa imagen conmovedora, se sostiene por sí misma y, en este caso, trasciende la provisionalidad del papel poroso o de la publicación periódica. Volveremos al libro de Talese porque es un ejemplo de investigación y olfato, porque nos enseña a jugar con el lenguaje. Volveremos a Retratos y encuentros porque sencillamente es literatura.

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