miércoles, 8 de junio de 2011

TRIBUTO


Amanecimos con la lamentable noticia del fallecimiento de JS. Valga como tributo, la repetición del siguiente texto:

Manual de sismografía
Luis Barragán

Miércoles, 1 de agosto de 2007

Existe una vasta y olvidada literatura en torno a la tragedia de los partidos “únicos” que, paradójicamente, incluye a los que lo fueron sin haber llegado al poder. Lustros después del célebre informe secreto de Krushev, el suelo comunista supo de los grandes estremecimientos provocados por las rebeliones internas de las organizaciones sofocantes que lo cultivaron, arrojando lecciones ahora olvidadas.

A finales de este año, se cumplirá el 30 aniversario de la primera edición de una obra –por lo demás- de gran calidad literaria: “Autobiografía de Federico Sánchez” de Jorge Semprún (Planeta, Barcelona, 1977). Testimonio de un militante convencido y disciplinado del Partido Comunista Español (PCE), sobre todo del difícil exilio que produjo la derrota de 1939: propiamente, el testimonio de los grandes sismos existenciales que –aseguraron- no ocurrirían jamás, pero cuya principal ventaja reside en la de predecir a tiempo los otros sismos pendientes.

Nervio esencial, el lenguaje del partido imperó y redujo a toda la militancia que aportaba sus muy personales sacrificios, a través de “una jerga ritualizada y jerarquizada, esotérica y operativa” que puede derivar en un continuo “ensayo sesudo y semiológico” (11, 24), evidente en los informes de Santiago Carrillo, secretario general: “peculiar dialéctica estaliniana que consiste en reinterpretar el pasado en función de las pragmáticas necesidades ideológicas del presente” (120). Poco importa lo lejos que se encuentre del poder, pues, como el francés, se ofrece como una ciudadela vital: “El PCF, en efecto, no es sólo un partido político. Es también una contracultura, una microsociedad –o un conjunto de microsociedades proliferantes en el tejido de la democracia socialista-, un modelo reducido de laboratorio social…” (260 s.).

Semprún es el activista que lleva por nombre de combate a Federico y, marcadamente eurocentrista, advierte que los oradores de su país de origen eran mejores que los cubanos, incluyendo a Castro, cuya desordenada gestión partidista la disfrazaba con un afán antiburocrático (166 ss.). Reflexiona hondamente sobre los bolcheviques que se lanzan a la conquista del Estado, caracterizados por sus permanentes debates, enfrentamientos teóricos, con tendencias y hasta fracciones para revindicar la libertad de expresión y los soviéts (174), luego pulverizada y maniatados respectivamente: clave secreta, “el Espíritu-de-Partido era la encarnación concreta del despliegue victorioso de la Historia hacia sus fines objetivos y progresistas” (337).

El curso de los días alecciona al militante embargado por el Espíritu Absoluto y “nunca más, cualquiera que fuese la circunstancia, cualquiera el precio a pagar, volvería a sacrificar la verdad en aras de la pragmática Razón de Estado o de Partido” (140). No obstante, a pesar de la dureza y tristeza del testimonio o de los miles de testimonios que pesan sobre los (proto) totalitarismos que ha soportado la humanidad, volvemos a tropezar entusiastamente con la misma piedra monolítica de colores circenses.

Don Federico dijo hacerse homicida en otra novela célebre, “La segunda muerte de Ramón Mercader” (1970) en la que también ironiza sobre aquella sentencia marciana: “ - ¡Pero vamos! Si no fuera frustrada, no se repetiría como una farsa!” (210). Quizá fue conocido antes por los venezolanos como un inquieto guinista cinematográfico (por ejemplo, la entrevista que le hizo Mary Ferrero para el Papel Literario de El Nacional/Caracas, 22/06/69), pero supimos de su pluma – por lo menos – en la prensa escrita, lastimosamente borrado de las disquisiciones que sobran hoy en los medios opositores. Por cierto, vale la pena releer la reseña que hizo Carlos Alberto Montaner (reputado intelectual, reconocido por un especialista como Seymour Merton que reivindicó al exilio cubano), sobre las opiniones de Semprún y el eurocomunismo por entonces en boga (ibidem, 17/03/78).

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/1610258.asp
http://lbarragan.blogspot.com/2011/02/retorno.html

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