domingo, 12 de junio de 2011

HASTA TRANSARSE CON LA GUERRA


Lucha de clases y muerte
Luis Barragán


En la última sesión de la Asamblea Nacional, acertó Andrés Velásquez al denunciar la muerte de un dirigente sindical en Guayana, entre varios heridos, a propósito de un acto electoral u otro evento a las puertas de la Ferrominera del Orinoco. Luego, un diputado oficialista, cuyo nombre olvidamos, pretendió responderle alegándola como resultado de la lucha de clases que se libra en la región, además del sabotaje y terrorismo promovido por la oposición.

Pasa por alto tan distinguido agitador de ocasión, que es el chavezato responsable del ejercicio del gobierno venezolano y del bolivarense, por lo que no hay excusa alguna cuando no puede garantizar la vida e integridad de las personas. Por más que reclame al fallecido como militante del PSUV, el problema reside en la inadvertida circunstancia: son gobierno.

E, igualmente, llama la atención esa ligerísima apelación a la lucha de clases que, al desconocerla teóricamente, apenas se asoma como el pretexto de un marxismo decididamente ágrafo y oportunista. Y, aunque no monopoliza la consideración del conflicto de carácter histórico entre las clases, es necesario reconocer al hijo de Tréveris como uno de sus mejores formuladores.

No todo expresa la lucha de clases en los términos de Marx, ni todos pueden exigirla como beneficiarios, pues, precisamente, Hugo Chávez, el PSUV y sus acólitos de Guayana niegan absolutamente a la clase obrera. Estatización de empresas que arrojan inmensas pérdidas y corruptelas, rechazando la más pacífica y modesta solicitud de aumento del salario real y de contratación colectiva, se suma al sicariato sindical que el Estado, nada más y nada menos que el Estado que administra la legítima violencia y todos los cuerpos policiales y de inteligencia, no logra o no le interesa desmantelar, perseguir y castigar.

La lucha de clases no pasa por la agudización del resentimiento social y odios personales, y mucho menos por insolencias, improperios, infamias, descréditos. Esos artilleros del ultraizquierdismo de cafetín gubernamental, ni siquiera se pasean por existencia de las clases sociales en Veezuela – repetimos – en los términos ortodoxamente marxistas y la consciencia que le es inherente, asombrosamente desactualizados.

Sospechamos que, lejos de la clásica polarización social, la política e ideológica esconde otra realidad: la unidad y confrontación de un país plural frente a sus victimarios, esa rara alianza cívico-militar que ha confiscado el Estado y lumpenizados al resto de sus seguidores. Un artificio quizá fruto del ultrarrentismo que nos informa, capaz de celebrar la muerte, pero nunca de trascenderla.

Fuente: www.medios24.com

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