lunes, 6 de junio de 2011
SOBRE EL PASADO (TAMBIÉN) UTILITARIO
De la represión antirrepresiva
Luis Barragán
Se ha anunciado un proyecto de ley que castiga toda la represión política en el extenso período de 1958-1998, a través de las detenciones, desapariciones y ejecuciones de Estado, entre otras modalidades. Todavía desconocemos el texto definitivo de la propuesta, pues, sustituyéndolo, la propaganda y la publicidad interesadas del oficialismo se encargan.
Llama poderosamente la atención que cubra cuarenta largos años de nuestra historia, con todo lo que implica en materia probatoria, relevando al chavezato de una parecida responsabilidad en la última década. Esto es, consagra jurídicamente una excepción que legitima toda persecución, incluso, a las organizaciones no gubernamentales especializadas en derechos humanos.
Necesaria aclaratoria, no comulgamos absolutamente con acto alguno de ferocidad política acaecido en el pasado remoto, pues, militante socialcristiano de toda la vida, también lo conocimos. De modo que los autores de los muy excesivos eventos represivos de antaño deben responder, si viven, haciéndolo el Estado mediante la correspondiente indemnización a los familiares de las víctimas. Sin embargo, no menos necesario es observar la grosera generalización que la propuesta normativa implica, el ocultamiento de la nueva represión edificada sobre los presuntos afanes antirrepresivos y el revanchismo político, inspirados inadvertidamente por José Ortega y Gasset.
Rara concepción de la guerra de guerrillas, definitivamente antimaoísta o antiguevarista, la derrota política y la militar que le fue inherente, produjo una gigantesca e indiscriminada victimización de quienes la estimularon, propiciaron o propulsaron, evadiendo sistemáticamente las responsabilidades del caso. Luce incomprensible que la violencia insurreccional iniciada en los sesenta, languidecida por las acciones postreras, no debió tener respuesta alguna del Estado, como en el fondo se infiere de una generalización tal que permite moral y políticamente castigar a aquellos que, siendo muy niños, se les ha imputado una responsabilidad por los acontecimientos que les fueron o son ajenos, según las reacciones virulentas del oficialismo parlamentario que constan en los diarios de debates de todos estos años.
La manipulación del pasado remoto, permite ocultar las más sorprendentes fórmulas represivas que parten del impune anuncio de sendos objetivos políticos y militares, por lo menos, con el níple de rigor; la excitación a la violencia espontánea de grupos e individualidades que, literalmente cazando a una periodista desprevenida o disparándole a una anónima ciudadana, actúan por implícita delegación de Estado, aunque deban correr con su propia suerte en el caso de resultar – esta vez – cazados por la opinión pública; poco importa que la alcaldía mayor tuviese una sede natural, pues, artillería urbana mediante, se le negó para alojar un artefacto de dudosa legitimidad como es el gobierno del Distrito Capital; el prefecto que salva la integridad del policía infiltrado, es el procesado que debe compartir espacios con la delincuencia común, como ha ocurrido con tantos ciudadanos que tiene por único “delito” la protesta; los atropellos, disparos o gases del bueno a los que se atreven al contestarismo pacífico o a l
a huelga de hambre, por no citar algún rebuscamiento de antiquísimas o novísimas dificultades tributarias o malentendidos tribunalicios. Un extenso abanico que procura mantener supuestamente limpia la fachada democrática, aunque haya prácticas que decididamente la desmienten.
El proyecto de marras es una manifestación más del revanchismo político que explica al chavezato, de incansable pugna y sospecha. De naturaleza confrontacional y conspiratorial, en el supuesto negado de consumar el modelo cubano en Venezuela, el chavezato, importador insigne de armas sofisticadas, por cierto, edificará una legalidad especial para perseguir a quienes le han resistido pacíficamente todos estos años o lo han disentido en la propia fila del chavismo, como anuncia la llamada ley anti-talanquera, entendido como una expresión social y política diferente a quienes tienen la fortuna de dirigir al Estado.
Doblemente ortegueanos, las más recientes generaciones que lo adscriban tendrán que servir de soporte al reducido chavezato que emergió del consabido 4-F, tomado por la generación del combate que utilizó y utiliza a aquella que verídica y heroicamente tomó las armas en los sesenta, hoy políticamente desechable. Y, ciertos los excesos represivos del pasado remoto, constituye la moneda verdadera que, bajo el principio de la generalización, permite y permitirá circular a la falsa. Vale decir, la manipulación de un dolor que le es ajeno a los fines de preservar el poder a cualquier costo, pues, valga recordar, por ello es importante insistir en el sabotaje y el golpismo petrolero, impidiendo desentrañar las realidades del problema que – a guisa de ilustración – provocó el consabido 2002.
Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2011/06/de-la-represion-antirrepresiva/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=772430
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Represión política
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