martes, 7 de junio de 2011

DE LA CURUL PARLAMENTARIA


Difícil ejercicio
Luis Barragán


El sueldo parlamentario fue objeto de las más duras denostaciones, a partir de los años noventa, imaginando al diputado o senador como el más vil, destacado y visible estafador del país. Y, si bien es cierto que le sobraba al holgazán, no menos cierto es que nunca alcanzó para la más diligente representación popular, imponiéndose la necesidad de una evaluación pública antes que el fácil apedreamiento moral que aún se estila.

La predisposiciónes una herencia útil para los intereses actuales del oficialismo, porque – incluso – ha propuesto la absoluta gratuidad del servicio, como si los servidores no tuviesen que cubrir sus más elementales necesidades o garantizarse una relativa independencia económica. Herencia que puede reactivar en cualquier momento para legitimar cualquier ataque a la Asamblea Nacional, en caso de estorbar, afrontar y perturbar los intereses gubernamentales.

El diputado de ahora tiene dificultades económicas para un difícil ejercicio, además de las políticamente consabidas. Nos comentaba, por ejemplo, un representante del estado Táchira que el salario básico mensual es de Bs. 4.500,oo, y, siendo distante la entidad federal, los viáticos alcanzan a Bs. 4.500,oo. Sin embargo, una elemental hazaña aritmética, reporta que nueve millones de bolívares cada vez más débiles, no alcanzan.

Con el salario básico de un empleo a tiempo completo y exclusivo, debe sostener el hogar, cubrir los servicios, escolarizar a la prole, y, muy frecuentemente, solidarizarse con los compañeros de causa en los recorridos y otras obligaciones que hacen la política de cada día. Y, con los viáticos, alojarse en la Caracas menos arriesgada, comer y transportarse, cuatro veces al mes para la plenaria de la Asamblea Nacional y la de sus comisiones permanentes, por lo menos, por dos días consecutivos, amén de la boletería aérea que no constituye lujo alguno.

De nada sirve hasta calcular integral o infinitesimalmente el asunto, pues, amén de los peligros que corre un visible dirigente opositor, al que nos referimos, cualquiera diría que “no es negocio” gozar de una inmunidad parlamentaria que, según lo deseé Miraflores, es poco menos que dudosa. Agreguemos el caso del parlamentario suplente, tan legítimo como el principal, que debe cubrirlo en la plenaria o en la comisión casi heroicamente.

El diputado oficialista de primera línea, no tiene problema alguno por la sola circunstancia de pertenecer al facilitador partido de gobierno. Y, aunque el suplente cobraba por una habilidosa vía, hasta diciembre de 2010, el de hoy no tiene mayor dificultad para hacerlo – incluso – por el Ejecutivo Nacional. Por cierto, al no quejarse unos y otros, añadidos los de segunda o tercera línea, suponemos que están plenamente satisfechos, recibiendo el auxilio directo o indirecto de organismos o entidades del gobierno nacional.

El parlamentario ideal del chavezato, es aquél que se reúne poco, genera leyes, aprueba los créditos adicionales o el nombramiento de embajadores, no investiga ni delibera, no acarrea gasto alguno y, como en Cuba, tampoco tiene inmunidad. Vale decir, realiza sólo nominalmente la independencia del específico órgano del Poder Público.

Por consiguiente, podrá notarse cuán difícil es la tarea del opositor en términos personales. Y, si faltara poco, cómo es coto de caza de todos los prejuicios que la función parlamentaria aún suscita en Venezuela.

Fuente: http://www.analitica.com/va/politica/opinion/9098484.asp
Ilustración: Mart Stam "Tubular chair prototype" (1926)

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