lunes, 20 de junio de 2011

NO (ES)


EL NACIONAL - Sábado 18 de Junio de 2011 Papel Literario/1
Memoria de la incorrección
El No Grupo tuvo su primera exposición retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de México, entre octubre de 2010 y febrero de 2011. A 34 años de su aparición, se hizo un valioso acto de reconstrucción de la memoria artística de su accionar y de revalorización de su trabajo
DIAJANIDA HERNÁNDEZ G.

Mínima historia El No Grupo --colectivo artístico mexicano, pionero del arte performativo en su país-- surgió a finales de la década del setenta, en el período llamado "la generación de Los Grupos". Estos movimientos colectivos (Los Grupos) nacieron durante los años setenta en la Ciudad de México, fueron los catalizadores de la efervescencia de eventos y propuestas plásticas que criticaban e iban en contra del modo tradicional de entender y producir el arte. Transformaron el arte mexicano proponiendo (y defendiendo) un modo distinto de hacerlo, moldeando una de las aristas del arte contemporáneo mexicano.

El No Grupo trabajó entre 1977 y 1983. Su historia, como corresponde a un colectivo de su naturaleza, está aderezada con polémicas, desavenencias y provocaciones. Su fundación se generó en casa del escultor Hersúa, con un grupo de varios artistas pero, después de la participación en el Homenaje a Gunther Gerszo, se produjeron desacuerdos artísticos y personales entre los integrantes y sólo quedaron cuatro: Maris Bustamante, Melquíades Herrera, Rubén Valencia y Alfredo Núñez, que se mantuvieron desde el principio hasta el final del No Grupo.

Esta estrategia colectiva propuso acciones críticas e irónicas a través de lo que denominaban Montajes de Momentos Plásticos (todavía no se usaba el término performance), en los que combinaban instalaciones, fotografías, cine, video, documentación, arte correo, cartel político y, por supuesto, el performance. Dentro de su planteamiento concibieron formas de comunicación y participación del público que asistía a los montajes.

Entre 1979 y 1983 llevaron a cabo once montajes. Para cada uno de ellos los miembros fabricaban con materiales residuales y económicos los objetos que usarían durante el performance, también escribían textos y elaboraban carteles y boletines. Realizaban un promedio de 300 paquetes por presentación.

Los miembros del grupo no sólo cultivaron el trabajo artístico. Paralelo a sus montajes, impartieron clases en distintas instituciones; organizaron conferencias, mesas de discusión; hicieron propuestas gráficas; escribieron en revistas de artes visuales y realizaron libros de artista.

Al contrario de lo que se pueda pensar el No Grupo no fue un movimiento al margen o vetado; más allá de las polémicas o las ácidas críticas que hacía, se afianzó como una alternativa que contó con todos los espacios culturales para presentar sus performances: teatros, cabarets, salas, auditorios y museos, incluyendo el Museo de Arte Moderno de Ciudad de México.

En 1983, tras seis años de trabajo y después de haber presentado La muerte del performance, en el Museo de Arte Moderno del D.F., los integrantes del No Grupo decidieron separarse.

A diferencia de miembros de otros grupos, cada uno siguió trabajando desde una perspectiva personal las ideas que habían desarrollado como colectivo.

Un zangoloteo al corsé artístico A finales de febrero de este año, se clausuró la exposición No Grupo: un zangoloteo al corsé artístico.

Esta muestra, curada por Sol Henaro y montada en el Museo de Arte Moderno de México, reunió cerca de 300 piezas y trabajos representativos (obras, fotografías, documentos, carteles, libros de autor, manuscritos, audios, videos) que ofrecieron una mirada panorámica de la propuesta artística del colectivo. Además del montaje se editó un libro que registra la trayectoria del grupo y donde Henaro volcó la investigación que realizó para el montaje.

Un zangoloteo al corsé artístico es la primera exposición retrospectiva y cronológica que se hace en México para revisar el fenómeno del No Grupo.

La tarea curatorial partió del residuo y la reconstrucción; la propuesta del movimiento del grupo partía del trabajo con lo efímero y sus integrantes no tenían obsesión por el registro, el gesto más, digamos, articulado de memoria que hicieron fue sacar cuatro juegos de fotocopias del material que tenían al momento de su separación.

Así, el montaje hace en primer lugar un ejercicio de memoria y, en segundo término, propone un recorrido lúdico por la trayectoria del No Grupo.

El nombre de la muestra hace alusión al objetivo del colectivo: mover el estado de las cosas, agitar, zangolotear el orden establecido. Iban en contra del aparato que legitimaba el arte en México desde el humor y la ironía, ejerciendo la crítica permanente, desestabilizando "la ley" del museo, cuestionando incluso las condiciones en que les era dado el museo o el espacio cultural. En palabras de Rubén Valencia, el No Grupo arremetía en contra de la "fayuca conceptual". Pero la práctica política de ellos no sólo se orientaba a la crítica hacia el sistema, sino que también implicaba generar espacios y defender un modo de hacer arte que, en su momento, no se entendía.

Parte de las estrategias del trabajo artístico del grupo fue rescatar la cultura popular urbana, estaban en desacuerdo con que se viera lo popular como un arte menor. Por ello, tomaron como una tarea importante estudiar y apropiarse de la cultura popular para redimensionarla y darle un otro significado. Y de allí la presencia en sus performances de los iconos mexicanos de la calle, de objetos pop o de desecho.

Los miembros del No Grupo no creían en los críticos, preferían a los teóricos del arte. De aquí se puede entender, en parte, por qué establecieron una amistosa complicidad con Juan Acha, quien fue el que acuñó el término No-Objetualismo o Arte No Objetual que el No Grupo adoptó para etiquetar su trabajo. Según Maris Bustamante, la definición les calzó porque en su trabajo "no es que no hubiera objeto, sino que el objeto era otro". Para Sol Henaro, el No Grupo fue uno de los que mejor entendió y digirió la práctica experimental que definió Acha.

A Acha lo conocieron en el Primer Coloquio de Arte NoObjetual que se llevó a cabo en el Museo de Arte Moderno de Medellín. Allí, por cierto, conocieron al artista venezolano Carlos Zerpa, con quien trabaron amistad e invitaron a participar del "mano a mano" Caliente- Caliente en el año 1982.

Tejer una malla de relaciones, construir un relato que aborda una historia de reciente data, como la del No Grupo, es una labor delicada, más si volvemos a la ausencia de memoria que el mismo grupo generó, sin embargo, intentarlo, proponerlo es un ejercicio necesario para poder leer cualquier forma de arte en cualquier lugar. Que la incorrección desmemoriada del No Grupo, entre al museo con una retrospectiva y salga a las librerías con una publicación es una feliz contradicción.

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