sábado, 5 de febrero de 2011

!sigue vivo!


EL NACIONAL, Caracas, 15 de Novembre de 1996
Aquí hace calor
Cam-bur-pin-tón
ANIBAL NAZOA

La historia de Venezuela es un cuento que siempre nos cuentan empezando así: ``Este era una vez un caballo, una lanza, un chopo...''. Yo pienso que más bien debería ser ``Este era una vez un cuatro''. Se me ocurrió hace ya muchos años, cuando conocí a Freddy Reyna. Oyendo hablar y tocar al maestro comprendí cuán difícil es decir cómo es Venezuela sin acompañamiento de cuatro, casi tan difícil como pintarla sin el pincel de Armando Reverón.

Freddy Reyna acaba de ser proclamado ``Patrimonio Cultural Viviente'', algo que Venezuela esperaba desde hace mucho tiempo, porque es lo menos que se puede decir de quien echó a andar por el mundo este modesto descendiente de la guitarra y pariente cercano del timple canario. El cuatro, nuestro verdadero instrumento nacional, en las manos de Freddy Reyna ha llegado a los grandes teatros del mundo y hoy puede levantar la voz frente a las mejores orquestas sinfónicas. Del cam- bur- pin- tón al Wohltemperirte Clavier , como quien dice. No hay nada referente al cuatro que él no conozca: no sólo es el gran ejecutante y pedagogo del instrumento, sino que ha logrado reunir la mayor colección de cuatros del país, cada uno con su correspondiente historia, caa uno con su voz intacta gracias a los cuidados del gran artista, artesano y, por supuesto, historiador de la música para cuerdas. En este aspecto, por cierto, la asombrosa erudición de Freddy no se expresa a través de graves conferencias o clases magistrales sino a lo largo de amenas conversaciones que, lejos de asustar al oyente, disminuyen el peso de su ignorancia. Lo digo yo, que de música sé más o menos lo mismo que de estereoquímica, cuando recibo las lecciones de Freddy hasta me atrevo a comentarle alguna pieza para vihuela de mano de don Luis Milán y me quedo tan tranquilo; ante otros maestros, no me atrevería ni con ``Ansiedad''. Parafraseando a Shakespeare, se podría decir ``Sencillez, tu nombre es Freddy Reyna''.

Pero hay algo más: no se piense que Freddy Reyna es ``Patrimonio Cultural Viviente'' sólo por sus méritos como gran maestro del cuatro y su aporte a la difusión de la cultura cuatrística en el mundo; no hay que olvidar que él es la máxima autoridad nacional en materia de juguetes: no hay en Venezuela nada comparable a su colección de juguetes ni a su propia habilidad como juguetero. Una visita a su casa es como un día en el taller de San Nicolás en el Polo Norte. Con la ventaja de que el guía no es ningún Santa Claus gringo sino un venezolanísimo maestro de juguetería con cultura universal.

Y más todavía: el privilegio de contar con la amistad de Freddy es múltiple, pues no se refiere sólo a él sino a toda su familia; los Reyna son una auténtica familia de artistas. Lolita, su mujer, y sus hijos Federico y Maurice son artistas completos que lo acompañan en sus actividades tan provechosas para la cultura nacional. ¨Qué más se puede decir? Pues casi nada: que Freddy Reyna es no sólo un Patrimonio Cultural sino un Patrimonio Humano de Venezuela, país tan urgido de seres humanos con una familia humana y dotados de inteligencia humana que nos ayuden a recuperar la humanidad que la tecnología desbocada y el neoliberalismo inmisericorde nos están arrancando a pedazos. Seres, pues, como Freddy Reyna.

No sé cuántos puntos estará bateando Freddy Reyna, ni a cuántos millardos de dólares asciende su salario, ni cuántos carros hay en el garaje de su quinta. A lo mejor es un limpio, pero de todos modos para mí es uno de los venezolanos que más merecen la admiración de sus conciudadanos.

Aquí estoy, maestro, y aquí me quedo, pero de verdad. Con usted. No tengo más que decir sino ­Viva Freddy Reyna!

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