lunes, 10 de enero de 2011

insistencia






EL NACIONAL - Lunes 10 de Enero de 2011 Escenas/2
El caballo ante el espejo
PALABRAS SOBRE PALABRAS
LETRAS
FRANCISCO JAVIER PÉREZ

La condición del título es la ironía. Quiere hacer creer a los lectores que se puede visitar lugares como si no se visitaran y que se puede recorrer el planeta (o una parte de él) sin percibir que no se recorre. Premura de vuelos y agobio de travesías que no dejan fruto alguno. La literatura es un espacio de libertades que se declaran atenidas a la verdad condicionada de la ficción. Cómo viajar sin ver (Alfaguara, 2010) del argentino Andrés Neuman quiere hacernos creer que las verdades rotundas y ciertas que narra no son sino escuetas aproximaciones de un observador efímero y ajeno.

Estas notas se hacen claras, al menos para los venezolanos de hoy, en el capítulo noveno del libro, que titula: "Caracas, el caballo ante el espejo" y que refieren el breve hospedaje que la ciudad hace al visitante literario, después de haber recibido el Premio Alfaguara.

La elocuencia del repertorio de aproximaciones indica que basta muy poco para percibir evidencias de trascendencia y cultura.

También, que la obviedad de las actividades no necesita sino de pocos días con los ojos abiertos a lo viejo y bueno y a lo malo y nuevo.

En todo ello, la política y la sociedad serán objetivos de referencia y reflexión.

Van, pues, los ejemplos: "En Caracas la gente no camina. O camina con miedo.

O camina sin miedo y no lo cuenta". "Desde mi habitación diviso el Ávila, que para mí fue antes editorial que monte. Me asombra su verdor, su nerviosismo".

"El Presidente le cambió el nombre al país, que ahora se llama República Bolivariana de Venezuela. Para que un país crezca, es bueno alargar su nombre.

También cambió la hora, que hoy es única en Latinoamérica. La bandera también fue modificada: se le añadió una estrella, cuyo número pasó de siete a ocho. Fue, digamos, una intervención estelar". "En el municipio de Chacao, barrio sifrino o pijo, nos damos el lujo de desayunar a la intemperie. No metaforizo. Nos sentamos en una de las mesas de la calle. Miro instintivamente hacia arriba, como si pudieran caer bombas. Una paloma irónica defeca en mi hombro". "Cuando Dios creó a Venezuela, dice alguien, estaba colocado, no cabe duda".

Y con este tono y en este tenor transcurren las anotaciones que Neuman hace sobre el país, su capital, su realidad. Entre tantas, facilitadas por aforismos bien llevados, dibuja, a cuento de los retoques a los símbolos patrios, el retrato ideológico de hoy engastado en sus señas más dominantes. La nimiedad aparente del cambio esconde la definición plena de la intención: "El escudo nacional corrió la misma suerte. Su indómito caballo, que se parece un poco al de Ferrari, alteró la dirección y la velocidad de su carrera. Ahora todo encaja. Todo es como debía. Quienes contemplan el escudo ven un raudo galope hacia la izquierda mientras, por lógica, el caballo del régimen se precipita hacia su propia derecha". Y como los espejos no mienten (o nunca lo han hecho en la literatura), nuestro caballo camina en su derecha dirección real, muy por encima de lo que pretenda el siniestro (en posición etimológica, lo que está a la izquierda) viraje y el haber de la atormentadora propaganda.


Ilustración: http://www.revistateina.org/teina18/lit4.htm

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