martes, 10 de agosto de 2010

agregaduría


EL NACIONAL - Lunes 09 de Agosto de 2010 Escenas/2
Valor agregado
PALABRAS SOBRE PALABRAS LETRAS
FRANCISCO JAVIER PÉREZ

Cuando el año 2004 se publica el Quijote, motivado por ese auspiciador aniversario que fue para la hispanidad la celebración del cuarto centenario de la edición de su primera parte, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española diseñan un libro con un formato, que en los años subsiguientes se haría colección, bajo el emblema y sintagma de la Edición Conmemorativa de grandes obras de la literatura en lengua española.

Un haber capital de estas ediciones lo van a constituir, además de los eruditos y atractivos estudios con los que se acompaña la obra homenajeada, los "Glosarios" que ponen punto final a cada libro y que lo hacen bajo el signo de la lengua en que fueron escritos; creaciones de la lengua que de la lengua son y a la lengua van.

El objetivo será dar cuenta de lo que significan esas voces recogidas en la narración o poema de los que se han tomado y no, como haría el diccionario, del sentido general que tendrían en el palpitar global de la lengua. Sin quererlo, o queriéndolo, los glosarios de estas ediciones han ido aportando no poco al registro del español desde su forma en el siglo XVI, tan determinante para el futuro de la lengua, y hasta la presente, su avatar más afectivo.

Los glosarios y sus palabras constituyen, así, un repertorio general del español europeo y del americano que documenta la penetración que la lengua común hace en el texto literario, tan nutritivo para la investigación lexicográfica.

Al glosario del Quijote, preparado por la Real Academia Española, seguiría el de Cien años de soledad, en 2007 (compuesto por la RAE y la Academia Colombiana de la Lengua); el de La re- gión más transparente, en 2008 (redactado por la RAE y la Academia Mexicana de la Lengua, bajo la coordinación de Concepción Company); el de la Antología general de Pablo Neruda, en 2010 (elaborado por Manuel Jofré, de la Fundación Pablo Neruda, y por Carlos Domínguez y Abraham Madroñal, de la RAE); y, hasta el presente, el de Gabriela Mistral, en verso y prosa, en 2010 (cuidado por Cedomil Goic, de la Academia Chilena de la Lengua, y por Carlos Domínguez y Abraham Madroñal, de la RAE). Un total aproximado de voces, sin descartar las coincidencias, sería de 25.000, cifra nada despreciable y muy representativa como gestión léxica a partir sólo de 5 obras.

Comisionados a la Editorial Alfaguara, estos libros y los que vendrán contribuyen y contribuirán a divulgar el conocimiento de la lengua tanto en su desempeño estético como en su pragmática gestión. Demostrarán, además, la pertinencia capital que en ello tiene el trabajo lexicográfico, ese auxilio amoroso que la ciencia del lenguaje hace a los hablantes. Permitirán esas obras y sus glosarios acercar la investigación de la literatura y la de la lengua, para afianzarnos en la idea de que son la misma cosa. Unicidad y diversidad con la que ella se despliega y crece para lectores simples o complicados de la literatura o para estudiosos lineales o curvos del idioma; todos ellos, hijos devotos del más notable haber humano ­nuestra propia lengua­ hecha virtud en el habla y en el texto. Pocas veces la tarea de describirla se hizo un valor agregado del texto literario para agregarse, ella misma, como el valor más merecido.

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