martes, 17 de agosto de 2010

entramaduría


EL NACIONAL - Sábado 14 de Agosto de 2010 Escenas/2
EXPOSICIÓN Salud mental reflexiona sobre el ensamblaje
Los objetos encierran vida en la obra de Quintana
El artista parte de juguetes y piezas cotidianas para comunicar sus conceptos sobre vivir, ser y tener
CARMEN VICTORIA MÉNDEZ

El alma de las personas está cautiva dentro de las cosas que poseen. Esta antigua creencia celta está vigente en la contemporaneidad, desde en la obra literaria de Marcel Proust hasta en películas animadas como Toy Story. Las memorias contenidas en juguetes, teteras y otros objetos aparentemente triviales son el tema de la muestra Salud mental, con la cual el escultor Carlos Quintana regresa al ruedo expositivo, tras ocho años de ausencia.

El artista presenta ensamblajes de objetos acumulados tanto por él como por su familia a lo largo de 70 años. Muñecos, imágenes religiosas, fragmentos de piezas automotrices, muebles y utensilios sirven de base a una serie de 20 obras difíciles de clasificar.

En la galería G7 es posible ver una imagen de José Gregorio Hernández y una réplica de un violín en miniatura encerrados en una jaula para pájaros; o una vieja maleta llena de recuerdos infantiles a la cual fue conectado un teclado, en cuyas teclas se leen fragmentos de oraciones como el Padre Nuestro o el Ángel de la Guarda. La pieza también tiene un mouse de computador, con cola y orejas, colocado sobre una trampa para ratones.



Quintana explica que le interesa explorar el aspecto tridimensional de la obra de arte sin apelar directamente a la talla o al modelado. "Todos estos objetos fueron previamente esculpidos por la industria, pero yo me los apropio a mi manera. Trabajé con cosas encontradas que además tienen una referencia per se: son ellos mismos. Al combinar todos estos elementos pretendo comunicar mis reflexiones sobre vivir, ser y tener", dice.



La propuesta señala a las posesiones como parte de un entramado de relaciones sociales, culturales y económicas.



La noción del objeto como ser animado o receptor de valores y aspiraciones forma parte del planteamiento conceptual de Quintana.

"Uno nunca piensa que los objetos trascenderán al ser humano, pero las cosas están contigo durante un período, luego las hereda otra persona.



Pasan de mano en mano. Son mucho más longevas que los seres humanos y van adquiriendo una cantidad de vibraciones, de memorias", indica el artista.



Juegos muy serios. La mayor parte de las obras contienen juguetes infantiles, que para el artista funcionan porque son piezas creadas por adultos para hacerle ver la realidad a los niños en forma metafórica.



"Por eso deben ser tomados muy en serio. No son un juego, aunque algunos puedan interpretar mi obra de esa manera ligera, divertida".



En los ensamblajes hay una Barbie, soldaditos, alcancías, animales y payasos colocados en situaciones que pueden ser consideradas alegorías a la cultura pop. Es el caso de la obra Los marcianos llegaron ya, que alude a la canción de la década de los años sesenta. El creador dispuso varias alcancías en forma de cochinito (que representan a los marcianos) delante de un televisor, sobre cuya antena hay un güiro. "Una estrofa de ese tema dice: 'De un platillo volador, todos bajaron bailando, y uno gozando rascando, un güiro televisor'. Mi cultura personal está hecha de retazos, de miles de cosas".



Carlos Quintana no tiene expectativas comerciales con las piezas que presenta. "No creo productos, pero si alguien se enamora de una de mis obras que se la lleve. Después de todo, hay cosas ridículas en venta por televisión y la gente las compra. En lo personal, no podría vivir con las piezas que hago. Sencillamente las creo y las guardo en mi taller, pero no las pondría en mi casa porque me vuelven loco".

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