martes, 3 de agosto de 2010
...lo que pudo ser y no ....
Seducción y política
Luis Barragán
En la política, como la moral, siempre opera un complejo de profundidad que agobia. Completamente ajenos a ella, además de incapaces de dar un testimonio de rectitud que solemos reclamar a otros, tendemos a dictar cátedra sobre toda circunstancia. Inevitable, pues tratan de la vida común, empero el resultado concluye en un moralismo de oficio y, cuando fallan los pronósticos, la reducción al más feo maniqueísmo de ocasión. Por ello, la polarización rinde dividendos, pues versa sobre los malvados apátridas que no cesan en el sabotaje de los bondadosos oficiantes del poder.
Ocurre que la más modesta opinión deportiva o de ntodo espectáculo televisivo, requiere de un esfuerzo básico de información para no deslucir en torno a la pertenencia de una celebridad a un determinado equipo de béisbol o a la propia vida personal del actor y la actriz. No se requiere de una hondura y especialidad del conocimiento sobre las millas de lanzamiento desde el montículo invernal al oeste o este de Estados Unidos, ni de los alegatos fundados en el Código Civil o la LOPNA para asumir el divorcio de la estrella de farándula.
La mayor de las ventajas para abordar la política, lo político y los políticos, reside en el sentido común. Y, sin embargo, necesita de algo más para hablar en propiedad de una adecuada cultura política, aunque – también acontece – el síndrome del sabihondo contamina y distorsiona el abordaje, como puede ocurrir igual con el suscrito.
La sección o el capítulo 26 del título más reciente de Román Rojas Cabot, “Julia o el fatum de los Delgado Chalbaud” (Acea, Caracas, 2010), reporta el juego de seducción que desplegó con el senador carlosandresista de apellido Orozco, acaso un fracasado seductor. Ella le reprochó la incomprensión de los políticos en torno a la existencia de “una verdad superior” y al “verdadero sentido de la historia”, creyente en la “supremacía del pensamiento”, aquella noche de restaurant lujoso de 1992, mientras él, torturado o cuestionado, rindió tributo al abolengo familiar (“había que tratarla con distinción, no era una cualquiera”).
El curioso flirteo no guarda familiaridad alguna con la exquisitez de Mario Benedetti sobre los formales y el frío, pero ilustra muy bien una demanda de profundidad que nunca se evidenció. Rojas Cabot, un poco más cercano al ensayo que a la mismísima novela, presentó la escena que, nos antojamos, dibuja a la Venezuela espiritualmente saudita de entonces, como puede seguramente representarse en la otra Venezuela Saudita, la actual, cuya nobleza sanguinea y revolucionaria puede correr pareja al nepotismo burocrático y a las incontables consignas de los privilegiados del poder que jamás tienen la decencia de explicar.
La política es un asunto más serio de lo que creemos,por muy informados y digitales digamos ser. Por lo pronto, no se la piensa y, menos, se la hace apelando al dogma ignorado, como tampoco desde el más campante desprecio.
Fuente:
http://www.notivargas.org/columnistas/13059-luis-barragan--de-la-seduccion-y-politica.html
Ilustración:
http://img.diariodelviajero.com/2009/03/estatuas.jpg&imgrefurl
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