sábado, 30 de noviembre de 2013

INEVITABLEMENTE, CULTOS

EL NACIONAL - DOMINGO 18 DE JULIO DE 1999
¿La sexta disciplina?
Alberto Soria

La gastronomía forma parte de la vida profesional moderna. Tanto, como conocer a Peter Drucker, a Senge y su Quinta Disciplina, las teorías de Covey, los métodos de Demmings, o el interpretar las ansiedades de la vida a la pirámide de necesidades del profesor Maslow.
La buena mesa y la otra, son altar, podium o guillotina en la vida de proyectos y negocios. Se cierran en ella los acuerdos, se las utiliza para iniciar una relación, y es sobre su superficie donde se festejan los resultados.
En algunas culturas, como la latina, el sentido de confianza,por ejemplo, no se transmite por fax o por teléfono. Aquí a nadie se le llama "amigo" hasta haber compartido una comida. Y en otras culturas, las de Asia o el Medio Oriente, se considera falta de educación ir rápidamente al fondo de un asunto de negocios, si antes no se ha seguido un rito y tradición asociado con las hábitos de la cortesía y la buena mesa.
Expresión de tradiciones y culturas de diverso origen; capacidad que se adquiere sólo a través de un proceso sostenido de ensayo y error; conocimiento del que, como la riqueza, sólo quien no lo tiene o lo ha conseguido de manera súbita, hace ostentación, la gastronomía es información. Información y vivencias.
La gastronomía, como información y expresión de civilización, no se estudia donde se aprende gerencia o liderazgo: esa cultura se presume. O lo que es peor, se asume que alguien, por ejemplo especializado en ingeniería, finanzas, banca o marketing, es reductivamente eso: un especialista.
Con lo que caemos en aquel lapidario comentario de Ortega y Gasset según el cual, rumbo a la muerte del enciclopedismo, era muy fácil definir al especialista de la nueva sociedad: "un bárbaro, que sabe mucho, de una sola cosa". En la cultura europea y en la oriental, el refinamiento hace parte de la calidad. Pues no existe una calidad de servicio, ni de producto, disociada de un sentido de calidad de vida.
Una adecuada cultura de la mesa, además de complementar la cultura de los profesionales y de la mujer y el hombre de negocios, nos permitiría rescatar tradiciones, apreciar en su verdadera intensidad la calidad de una serie de productos nacionales y aumentar nuestra calidad de vida, encontrando en la mesa lo que muchas veces se busca con esfuerzo y dolor en el gimnasio, el sauna o la farmacia.
La desinformación, los falsos mitos, y las exageraciones de la moda en el consumo cotidiano afectan al comensal, no importa qué edad tenga, ni dónde esté. Lo acaba de demostrar esta semana el tema de portada de la revista Time que distribuyó El Nacional. Las verdades médicas formuladas en los últimos 50 años sobre el colesterol, por incompletas e inexactas están siendo sometidas a revisión. Así, por ejemplo, miles de personas se enteran hoy que sin razón, perdieron durante 30 años el placer de comerse un par de huevos a la semana. Y que las abuelas sabían más sobre desayunos que los expertos en perseguir gordos de algunas universidades norteamericanas.
Por todo eso, ya va siendo hora entre nosotros de que le demos a la alimentación los estilos de vida y buena mesa, el espacio, tiempo y la importancia que la cultura gastronómica tiene en la vida cotidiana y en el mundo de los negocios.
asoria@reacciun.ve
Pieza: Naoko Ito.

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