NOTITARDE, Valencia, 10 de noviembre de 2013
"Caminando con Cristo"
"Creo en la resurrección…" (Lc.20, 27-38)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes
Todos los domingos, en el credo de la misa, los cristianos católicos, entre otros aspectos que definen nuestra fe, decimos que "creemos en la resurrección de los muertos y en la vida del mundo futuro". Creemos que la muerte no tiene la última palabra sobre el ser humano, creemos que hay una vida después de esta vida y lo creemos porque Dios desde el Antiguo Testamento (2 M. 7,1-2.9-14 ; Dn.12,2-ss ; Sab. 3,1-ss) se manifiesta como un Dios de vivos y no de muertos, lo creemos no sólo porque Cristo lo dijo expresamente en su predicación pública, como lo podemos constatar en el evangelio de hoy, sino también porque su palabra es confirmada por lo que Él mismo experimentó: resucitó al tercer día y con esto destruyó el poder de la muerte.
Pero vamos por parte con respecto a la escena que nos presenta el evangelio de hoy. Aparecen los saduceos que era otro de los grupos religiosos influyentes en tiempo de Jesús, que a diferencia de los fariseos no creían en la resurrección de los muertos, sus miembros provenían de las familias sacerdotales judías y gente de la aristocracia de entonces; se acomodaban al poder para lograr sus intereses, en ese momento al imperio romano. Paradójicamente, aunque se distanciaban en creencias y doctrina de los fariseos, se aliaban con estos para hacer frente a Jesús. Tenían dominio sobre el Sanedrín (autoridad suprema en temas religiosos, presidido por el Sumo Sacerdote), ya que de su seno salía o era elegido el Sumo Sacerdote. Pues bien, un grupo de saduceos quiere ridiculizar a Jesús con el tema de la resurrección presentándole el caso de una mujer que fue enviudando y llegó a casarse siete veces; ¿de quién de ellos será esposa en la vida eterna? Jesús afirma rotundamente la resurrección de los muertos y deja claro que en la vida futura ya no será importante la vida en pareja, como sucede en este mundo, los resucitados serán como ángeles y frente a la majestad de Dios que contemplarán eternamente todo queda relativizado, todo lo llenará ese ver a Dios que es la cumbre de la felicidad a la que aspira todo ser humano. A esa primera respuesta de Jesús a los saduceos, agrega que "Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos están vivos". Sin embargo, Jesús no nos revela la totalidad, el cómo o la forma de esta resurrección; nos la anuncia, nos la proclama como un dogma y lo sella con su propia vida; pero sigue siendo un misterio al que sólo podemos acceder por la fe. Son tantos los pasajes y las referencias con las que Cristo alienta nuestra fe en la vida futura, en la resurrección: "Yo soy el Pan de Vida, quien come mi carne y bebe mi sangre tendrá vida eterna", "El que cree en mí aunque haya muerto vivirá y yo lo resucitaré en el último día". "Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí no morirá para siempre" y otros más. El mensaje es esperanzador para nosotros los cristianos, que creemos en Cristo, damos fe a sus palabras y experimentamos como cualquier otro que el ser humano tiene inscritos en sus ser el deseo de inmortalidad, no se resiste a morir, nadie quiere la muerte. Sin embargo, lo más natural y seguro es la muerte física, pero el corazón y la razón humana desvelan una verdad: El hombre está hecho para la inmortalidad. Esa vida que nació de Dios, se dirige hacia Él, nuestro fin está en Dios, en vivir eternamente con Él y para Él. Esta es nuestra fe cristiana católica. Si todo terminara con la muerte seríamos los hombres más desdichados, la vida sería una labor inútil; si la muerte tuviera la última palabra, de nada valdría la pena existir. Pero no es así, Dios ha hecho al hombre inmortal, lo llama a vivir para siempre a su lado. Ahora bien, la vida futura, la vida eterna, comienza en esta vida. Es viviendo el presente, el aquí y el ahora; siendo fieles a los mandamientos de Dios, conduciendo nuestra vida según su Palabra, viviendo en la fe, en la esperanza, pero sobre todo en el amor como podremos alcanzar la vida eterna.
IDA Y RETORNO: Desde ayer Valencia cuenta con tres nuevos sacerdotes: Wilfredo González, Luís Pérez y Luís Méndez. Cristo haga fecundo su ministerio sacerdotal.
El 13 de noviembre es la solemnidad de Nuestra Señora del Socorro de Valencia, ese día tendremos la misa solemne en el Forum de Valencia a las 10:00 am, presidida por nuestro Arzobispo Mons. Reinaldo Del Prette y concelebrada por los sacerdotes de nuestra Arquidiócesis. Éste mismo día, en el José Bernardo Pérez de Valencia se le rendirá tributo también a nuestra patrona y el Sr. Arzobispo hará el primer lanzamiento en el juego que será entre Tiburones de La Guaira y Navegantes del Magallanes. El día 12 en la Catedral, en las vísperas solemnes a las 5:30 pm estará el Seminario de Valencia rindiendo honores a su patrona y participando de la Eucaristía. Los invitamos a participar y rendir tributo a la Madre de Dios y Madre Nuestra en la advocación "Del Socorro de Valencia". Que Ella nos bendiga y acerque siempre a su Hijo Jesús. Que su Socorro poderoso sea remedio a nuestro mal.
Ilustración: Rogelio Polesello.
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