Cinismo brutal
Luis Barragán
Amurallado por una básica cultura democrática que también ha logrado contaminar, tomada la plaza, el terrorismo no ya no teme evidenciarse y comprometer al Estado de viejos pudores. Atrás quedan los círculos bolivarianos y otros delegatarios que cubrieron la agenda del asedio, el precursor y peculiar escrache o la agresión verbal y física, perfeccionándolos y conquistando la sinceridad con la edición masiva de afiches y volantes estigmatizadores, la invención de delitos, la persecución, el exilio y la muerte se respira en cada jornada de legítima protesta en las calles.
Una campaña abierta y descarada, fatigadas las paredes de las grandes ciudades, avisa de una tal trilogía nacional del mal que muy pronto alcanzará sus equivalentes regionales y locales. Lanzados al desprecio y al escarnio públicos, tres dirigentes de la oposición resultaron seleccionados por la maquinaria gubernamental dejando implícita la oferta de una generosa recompensa para quien contribuya a vejarlos, maniatarlos y hasta asesinarlos, dada la obscenidad de la campaña por la que el Estado mismo y quienes lo dirigen, delinquen.
De un cinismo brutal, campaña que responsabiliza a quienes no ejercen el gobierno del colapso eléctrico o de la violencia, como lo hará de la corrupción u otros males que, ya lo confiesan, remediarán en medio siglo. Poco importa que locales de la ciudad, por ejemplo, sean tomados por los llamados colectivos a punta de pistola y ametralladora, acusen al comerciante de especulador y arbitren los precios o el reparto inmediato de la mercancía, vacunándolo por supuestísimo, a pesar de la actitud y del lenguaje de una ralea tan impropia para un movimiento de pretensiones políticas.
Campaña que se guarda correspondencia con una visión forzada del pasado, inculpando a la oposición de los excesos represivos de décadas anteriores, aunque ahora mueran más en las cárceles venezolanas (http://www.youtube.com/watch?v=7lZJep-zz-Q). Y, respecto al futuro, intenta otra dimensión: empero, para Nicolás Maduro no habrá un terceto del bien, la virtud o la pureza, indispuesto a compartir el sitial con Diosdado Cabello y Rafael Ramírez, o cualesquiera otras liebres que suelen aparecer en situaciones semejantes.
Campaña que no se entiende sin una herramienta de la supervivencia que impone: la delación y persecución de los herejes, aunque haya que falsificarlos. He acá precisamente el problema, porque hay más de burda maledicencia que de una audaz imaginación.
http://www.noticierodigital.com/2013/11/cinismo-brutal/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=99753
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