Lameda
Luis Barragán
Pronto se cumplirán trece años de la desaparición física de Alí Lameda, laureado poeta venezolano y militante comunista que, por ironía, sufrió la amargura de las cárceles norcoreanas. Hallándose en tan distante país, finalizando la década de los sesenta, fue denunciado por espionaje gracias a las intrigas cubanas, bordeando la muerte día tras día en ese infierno.
Otra ironía, fueron los gobiernos democráticos venezolanos los que se empecinaron y lograron, por fin la liberación del poeta de San Francisco-Carora, nacido en 1923, la que “duerme ahora bajo sus gigantescas / estrellas de azufrado polverío”. Y no se le pidió absolutamente nada a cambio, porque se trataba de un compatriota injustamente encarcelado, admirado por su obra y por su honesta militancia política. Sin embargo, todavía no nos explicamos cómo se le olvida con prontitud.
Olvido es repetir modelos que conducen al que castiga al pueblo de Corea del Norte por décadas, celebrándolo. La dinastía comunista hasta juega a los dados con un artefacto nuclear, hambreado el país, sin que perturbe en lo más mínimo a sus defensores de la alianza gubernamental bolivariana.
Olvido es tocar ligeramente a Lameda para convertirlo en objeto de propaganda, cuidando no profundizar jamás en su historia. Citan impunemente su poesía, cuando se atreven, obviando la desgracia que sufrió.
Olvido es hasta festejar con la representación diplomática norcoreana en nuestro país, a través de un grupo parlamentario de amistad, como si nunca antes Alí hubiese existido. Refrigerados, la dirigencia dizque revolucionaria de ambas aceras se cree con superiores credenciales morales.
Trece años después, recordamos a Alí Lameda. “Para irme así más puro y más liviano, /sobre el cadáver de mi sueño humano/ frente a la mar, también de despedida”, había dicho.
http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/5686694.asp
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