Del recandidato caraqueño
Luis Barragán
Hay quienes – expresa o tácitamente – esgrimen una superioridad moral que, luego, escudriñándolos, no se les encuentra. Suele ocurrir, los beneficiarios de una herencia ampliamente (re) conocida suelen también agotar sus mejores esfuerzos en acomplejar a los demás, aunque se digan de una humildad descomunal.
Otrora jerarca del Consejo Nacional Electoral (CNE), disfruta de un inmenso ventajismo – entre otros – electoral, exhibiéndose donde sus contendores no pueden llegar en el presente y jamás pudieron en el pasado. Ha cubierto la ciudad con la tinta y el papel que engolosina al PSUV, trenzando los postes con sus pendones, pero también penetrado en lugares antes impensables.
Por ejemplo, la entrada hacia el sector de Bellas Artes en Caracas, muy bien lo advierte Rodríguez con un aviso de sus pretensiones reeleccionistas que engalana el puente hoy inútil entre el Teatro Teresa Carreño y el Hotel Alba, cuidadosamente diseñado y realizado por un paciente grafitero que seguramente tomó todo su tiempo para encaramar tan alto su repentina inspiración. O, apenas accedemos a los andenes de la estación Capitolio del Metro de Caracas, está el llamado del psiquiatra que ha sustituido la alienante publicidad de las sopas de sobre, por una agresiva estampa que los gobiernos democráticos, los que construyeron y continuaron la obra y el eficaz como aseado servicio, no se atrevieron porque existía – además – algo que mentaban peculado de uso.
El alcalde-recadidato, es el mismo que promueve espectáculos musicales en la UCV y, así no haya electricidad, traslada sus plantas para festejar al estudiantado que no está claro con estos actos - al detal - de violación a la autonomía universitaria. En todo caso, goza de un pasquín que riega la versión que le interese exudando cinismo con la tinta y el papel que falta para mejores causas.
Rodríguez deja que otro dé el salto a la denominada alcaldía mayor, pues la suya, la del Municipio Bolivariano Libertador de los pleonasmos que agobian, está llena o dice estar llena de agua. Por cierto, algo curioso es que un opositor que gane la llamada alcaldía menor sería ipso facto un fuerte contendor presidencial, pero no acontece así con Rodríguez.
¿Cómo sería de no querer a Caracas?, es la pregunta que inmediatamente nos hacemos al ver su profusa y cara publicidad. El emporio de la inseguridad personal, por decir lo menos, lo derrotará.
Fotgrafías: LB, Caracas, sábado 16/11/13.
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