lunes, 25 de noviembre de 2013

PERSPECTIVAS

½ coletilla (y municipalización del drama nacional)
Luis Barragán


Quienes integramos la Movida Parlamentaria,  recientemente cruzamos el Cuyuní sin salir de la patria venezolana, ejercitando la soberanía territorial en nombre y en representación de la soberanía popular que representamos. El gobierno de este lado, no ha estado a la altura de las circunstancias y, temeroso, ha sido complaciente con el del otro lado, por cierto, comprobadamente agresivo.

Municipalización el drama nacional

Creído un axioma, los comicios municipales no siempre estelarizan los más específicos, cercanos y palpables problemas de la vida ciudadana. Es lo deseable y constatable cuando los celebramos en tiempos de normalidad democrática, actualizando una institucionalidad capaz de procesar las demandas, incluyendo a las nada urgentes.

El drama reside en la precariedad y hasta inexistencia de la referida institucionalidad, postergando hasta las más modestas exigencias en nombre del fortalecimiento y sobreimposición del poder central que agenda o pretende agendar la más remota vicisitud local. Y, por consiguiente, las campañas electorales escapan de la inmediatez, remitiéndonos a la crisis global, sistémica, abarcante y agobiadora que la demagogia no puede ya ocultar.

Es fácil comprobar la pérdida de autonomía de la municipalidad en Venezuela, además, violentada por la inconstitucional y corrupta incursión de un comunalismo desnaturalizador, por no citar la escasez de los recursos únicamente dispensados con propósitos propagandísticos y clientelares. Existen todavía urgencias monumentales que escapan del estricto ámbito edilicio, en materia de seguridad personal, desempleo, alimentación, vialidad, transportación, servicios públicos, etc., respondiendo al fracasado modelo socialista en curso.

Quisiera el madurato y quienes lo compiten en las esferas del poder establecido, que la oposición versara sobre los más disímiles asuntos catastrales, la señalización del tránsito automotor y la crónica local, mientras insiste en diseñar el definitivo colapso económicos que nos haga personal y socialmente dependientes de las directrices y dicterios habaneros.  Ello es imposible cuando está en juego el destino de todo un país en el que, por si fuese poco, está en peligro la propia municipalidad.

Por ello, lejos de nacionalizar los problemas municipales, dando cuenta de las más de trescientas realidades que van perdiendo sus contrastes, estamos frente a la municipalización del drama nacional que nos aqueja y explica. Esta es una campaña electoral que tiene por signo la necesaria derrota del proyecto totalitario, en lugar de la distracción por los problemas que tienen – subrayemos -  por necesarísima solución el cambio en la conducción del Estado, allanando el camino.

Aceptemos que ni siquiera Caracas y las principales ciudades del país, logran remediar por sí mismas los males si no abonan al esfuerzo de superar el modelo que las asfixia, restándole – valga acentuarlo – identidad.  Sabemos que el reconocimiento mismo de las realidades locales y regionales pasa por la derrota del madurato y sus aliados, como una consigna y una emergencia nacionales.

Hay sobradas lecciones históricas al respecto, pero la más llamativa acaeció en la España de abril de 1931 cuando la mayoritaria victoria opositora se convirtió en un plebiscito contra la monarquía, yéndose Alfonzo XIII. Dudamos que algo semejante ocurra acá, pues no existe la humildad ni el coraje indispensables para que Maduro reconozca su minoridad, largándose, pero – digamos – la peor diligencia es la que no se hace.

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/9326451.asp

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