domingo, 15 de septiembre de 2013

TRIBALIDADES

EL UNIVERSAL, Caracas, 15 de septiembre de 2013
ENTREVISTA ÁNGEL ÁLVAREZ DÍAZ, DOCTOR EN CIENCIAS POLÍTICAS
"Hay un Estado depredador que se come a su propia población"
"Lo que piden los motorizados cuando toman la Libertador y actúan con violencia es su gota de petróleo" "Estamos en una situación parecida a la tribal, preestatal, donde no se garantiza el derecho de todos"
El catedrático denunció que en la actualidad el país vive una situación parecida a la tribal, donde no se garantiza el derecho de todos 
ELVIA GÓMEZ

Para Ángel Álvarez Díaz, doctor en Ciencias Políticas y catedrático jubilado de la UCV, la situación "trágica" que vive Venezuela sólo es comparable con la del siglo XIX. Ve con preocupación rasgos de la sociedad descrita por Thomas Hobbes en su Leviatán. El venezolano vive cotidianamente un grado de incertidumbre y miedos que lo hacen cada vez menos ciudadano y lo convierten, por autodefensa, en un agresor. En contraposición, Álvarez aboga por la constitución de partidos políticos fuertes e institucionalizados y, pese a todo, asegura, aún el venezolano confía en la vía electoral para la resolución de los conflictos.
-Hemos visto en el país en los últimos días protestas de contrabadistas pidiendo que los dejen trabajar, de motorizados que toman la calle con violencia y el Gobierno les da la razón y el gobernador José Vielma Mora ofreció a la viuda de un Cicpc asesinado "vengar" su muerte. ¿Dónde estamos?
-Esos son síntomas de un proceso de descomposición de la estructura institucional del Estado, que fue dirigida conscientemente por el propio Hugo Chávez a partir de 2003 con los decretos-leyes. Su reforma constitucional de 2007 es la construcción de un Estado paralelo (comunas, milicias, colectivos, etc) y aunque eso fue derrotado electoralmente no se le derrotó políticamente. Hoy en Venezuela el estado de derecho convencional está desmontado y lo que hay es un conjunto de redes y grupos sociales que giran en torno a la Presidencia y Vicepresidencia de la República y en menor grado al PSUV. Eso incluye vendedores ambulantes, motorizados, grupos de choque, etc, con una estructura política paralela que le complica la vida al propio Gobierno. A partir de 2004, cuando Chávez se hace marxista en los términos en los que él lo entendió, comienza a montar esa estructura que muestra el caos que hay ahorita, donde hay recursos económicos, movilización de ambiciones, de expectativas y de fuerza para defender la revolución.
-Pero cada grupo tiene su propia idea de "revolución".
-Ciertamente y eso es muy difícil de manejar. La única forma de organizar a ese conglomerado habría sido con un partido institucionalizado, lo que hizo el PRI en México: constituir un nuevo Estado desde el Gobierno. O el partido Bolchevique, consolidado antes de la revolución soviética. Por eso no le cuesta casi nada a Stalin subordinar esos movimientos a los intereses del partido. Eso contrasta con el desorden que hay en Venezuela. Aquí el proceso revolucionario fue a través del voluntarismo de un líder personalista que generó un grupo desarticulado de organizaciones cuya única conexión entre sí es su lealtad al líder.
-Pero el líder ya no está.
-Así es. Por eso el proceso venezolano se parece al argentino. En Argentina lo único que unía a los grupos peronistas era la devoción por Perón y antes por Evita. Cuando Perón desaparece empieza una lucha interna por el poder que conduce a la destrucción, no solamente del peronismo por una buena cantidad de años, sino de la propia democracia argentina. Lo que ocurre en Venezuela es una confrontación profunda entre grupos, agudizada en comparación con el peronismo por la renta petrolera. Esa lucha no se da sólo entre partidos sino dentro de los movimientos políticos y creo que lo que evidencia esta proliferación de grupos dentro del chavismo es la lucha por una cuota importante de esos recursos.
-Mientras la alta jerarquía pelea por el botín, la base popular recibe inflación y escasez. ¿Eso se puede articular?
-El problema es que no se articulan. Son grupos tratando de obtener su pequeña cuota de beneficios. Cuando toman la avenida Libertador y realizan actos violentos y luego son recibidos por (Eduardo) Samán, lo que piden los motorizados es su gota de petróleo. Pero no distribuida de una manera institucionalizada por un Estado rentista, como fue el montado por los adecos. No, ahora más que un reparto es una rebatiña, como en una piñata.
-Y saca más quien tiene el palo más grande.
-Quien pueda apartar al que tiene a su lado. En una piñata no hay reglas, es la aplicación de la fuerza. Todos estos elementos son sintomáticos. Contaba alguien en Aporrea el caso de unos camiones que van a abastecer a mercados y un grupo los intercepta, los saquean y luego los productos los venden los buhoneros, más caros. Eso es la piñata. Y no hay autoridad que intervenga porque el sistema fue constituido por Hugo Chávez así: grupos dispersos, no subordinados a un partido y con una vinculación rentista, receptores de prebendas. No es que esa es la idiosincrasia del venezolano sino que fue diseñado así. Esta gente percibe que es su derecho saquear un camión porque desde las más altas esferas se dijo durante 14 años: no me toquen a los motorizados, a los informales que violan por completo las reglas del estado de derecho y de la economía formal.
-El día de la protesta de motorizados, en Twitter hubo expresiones alarmantes de que había que acabarlos a como diera lugar.
-Es la consecuencia lógica del desmontaje del aparato del Estado. En Venezuela estamos viviendo una situación lo más parecida al estado Hobbesiano, al estado de naturaleza de guerra de todos contra todos. ¿Qué hace un venezolano común en su día a día? Sale a trabajar y si tiene recursos suficientes sale en carro blindado, si no, se encomienda al gran poder de Dios. No confía en un Estado que le va a proveer de transporte colectivo seguro y de condiciones de trabajo apropiadas. No, vive cada día como una lotería. El papel de las instituciones en una sociedad es el de reducir la incertidumbre, para que uno no tenga que estarse preocupando por cosas tan esenciales como que si abre el grifo va a salir agua.
-El día del apagón, aunque era pleno día, mucha gente corrió a sus casas porque no sabía cuándo volvía la luz.
-Claro. Ante ese nivel de incertidumbre los venezolanos estamos permanentemente entre el miedo y la agresión. La primera consecuencia de la disolución de las instituciones es que ya no se confía en el otro, no se sabe si el otro es o se convertirá en un agresor y ya ninguno es un ciudadano. Esa situación hace que la gente clame por un Leviatán y eso, curiosamente, genera simpatías por el ministro del Interior Rodríguez Torres. Él asumió un tema crucial -no quiero decir que con eficacia desde el punto de vista de la reducción del crimen- pero la gente percibe que sacar a la FANB a la calle le dio unos puntitos.
-Eso parece haberse revertido. Y a eso se suma que Vielma Mora ofrece "venganza" como respuesta al crimen.
-Los funcionarios públicos se están comportando como líderes de un grupo humano -ni siquiera podemos llamarlo movimiento político- que percibe que los otros son sus enemigos. Es muy parecido a una situación tribal, preestatal, donde no hay Estado que garantice el derecho universal de todos. Esas declaraciones de Vielma Mora son la evidencia más precisa de lo que estamos hablando, del colapso del Estado venezolano como institución y de sustitución por una cosa que en África ha sido muy bien estudiada por muchos politólogos y que lo llaman "Estado Depredador", que es un Estado que se come y destruye a su propia población para los fines de la élite que está en el Estado.
-De cara al panorama electoral cómo quedan Maduro y el PSUV.
-Maduro no tiene la posibilidad, porque él no es Chávez, de disciplinar personalistamente a su partido. Él no puede llegar a una asamblea del PSUV y decir: el candidato es fulano y que todo el mundo se calle. No tenemos organizaciones políticas estatales ni sociales, institucionalizadas como partidos políticos, tenemos unos rótulos, unas etiquetas, que identifican al chavismo y a la oposición. Dentro de esos rótulos hay un gran canibalismo interno y debemos recordar que el término "canibalismo" fue usado en una de las etapas más oscuras de la historia venezolana, que fue el trienio adeco, que destruyó el primer experimento de democratización que hubo en Venezuela. No teniendo Maduro la autoridad que Chávez tuvo, el PSUV está descompuesto en facciones que se disputan entre ellos las cuotas de poder. Y eso se expresa en la protesta de los motorizados o los contrabandistas. Y se expresa también en las luchas del partido porque no hay dentro del PSUV normas que permitan en términos claros saber quién gana y quién pierde.

Fotografía: Venancio Alcáceres.

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