domingo, 15 de septiembre de 2013

SUPERACIÓN




NOTITARDE, Valencia, 15 de septiembre de 2013
Las parábolas de la misericordia (Lc.15,1-32)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flaute

Una parábola es una comparación, semejanza, proverbio, enigma. Es un género literario en el que la enseñanza es dada de modo dramatizado basado en la vida real, aunque no es exclusivo de la Biblia, pero si utilizado mucho por Nuestro Señor, el cual le da un matiz diferente y no hay comparación alguna con la utilización que Él le da. En este domingo el evangelio de Lucas nos presenta tres parábolas de la misericordia, que son hermosísimas por demás y apelan a la autenticidad y al distintivo de la vida cristiana.
Las tres parábolas coinciden en resaltar el gozo y la alegría que se siente al recuperarse lo que estaba extraviado y que expresa la salvación que Dios quiere que alcance a todos los hombres. La motivación que mueve a Jesús a utilizar estas parábolas y para justificar su comportamiento está en el hecho de la crítica que le hacían los fariseos por estar rodeado siempre de publicanos y pecadores. En pocas palabras, Jesús está justificando ante los críticos fariseos que Él se comporta de esa manera recibiendo a los pecadores, a los marginados de la sociedad, a los pobres, a los desamparados, porque esa es la forma de comportarse Dios. Jesús, está dejando ver claramente que su presencia en medio de Israel es la presencia de Dios mismo que busca al hombre perdido, al esclavizado por el pecado, al que vive en las periferias geográficas o existenciales, como nos ha recordado recientemente el Papa Francisco. Recordemos lo que Él mismo dijo en la sinagoga de Nazaret: “El espíritu del Señor está sobre mí, me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, me ha enviado a anunciar la libertad a los presos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos..” (Lc.4, 18). En otra parte dice Jesús: “Yo no he venido para los que están sanos, sino para los enfermos”. (Lc. 5,31). Dios no rechaza ni margina a nadie, al contrario, Dios Padre, manifestado en Cristo quiere la salvación de cada persona y que recobre la dignidad perdida por el pecado.
La gran noticia del evangelio es que Dios es un Padre amoroso y misericordioso; su amor y misericordia restauran al hombre, le devuelven su grandeza, lo estimulan a emprender de nuevo el camino que conduce a la felicidad verdadera, a la contemplación del rostro de Dios, a alcanzar la vida eterna, que se comienza a construir en el caminar diario de nuestra propia historia, que junto a Dios se convierte en historia de salvación.
La experiencia humana demuestra que ante la caída personal, ante un error cometido, ante un fracaso o debilidad que aplasta o atormenta la mente y el corazón; el perdón, la amnistía, devuelve paz y esperanza, sosiego y respiro para continuar la vida y no volver al error. Así actúa Dios; restaura, levanta, perdona, extiende la mano al hombre sumergido en el barro de sus debilidades para que con la ayuda de su amor y de su misericordia pueda restablecer el camino que conduce a la salvación y esto es posible en Cristo, nuestro Dios y Mediador, por quien nos viene la gracia, el perdón y la bondad del Padre; Aquel que derramando su sangre en la cruz nos demostró el inmenso amor que Dios nos tiene; fue la cuota que tuvo que pagar por nuestro rescate y lo hizo sin reservarse nada. Eso es amor y misericordia infinita.
La experiencia humana también demuestra que todos somos pecadores, que en un nivel u otro cometemos errores, fallamos a Dios y a los hermanos; que necesitamos de misericordia y perdón; sin embargo, pueden haber algunos que olvidando sus propio barro, como los fariseos del evangelio, se sientan con la seguridad de convertirse en jueces de los demás, de condenar al hermano, de negarle una oportunidad u ofrecerle ayuda para que salga de su camino extraviado. Dios condena el pecado, pero levanta al pecador; Dios condena también el puritanismo que nos hace sentir por encima de los demás y nos hace perder el horizonte de la misericordia y el amor que son la esencia del cristianismo.
Hoy, pues, Cristo nos invita a superar toda clase de discriminación religiosa, social, política y a evitar el puritanismo.
IDA Y RETORNO: El próximo sábado 21 será el inicio del nuevo año formativo de los seminaristas. Serán 97 jóvenes que se prepararán para el sacerdocio en Nuestro Seminario de Valencia. 35 son de la Arquidiócesis de Valencia y el resto de otras diócesis del país. Pedimos sus oraciones por la perseverancia de los seminaristas y por la fortaleza y acierto del equipo formador que éste año se renueva con la presencia de unos jóvenes formadores. Que la Virgen del Socorro nos bendiga con su amor y Que Dios Padre nos siga bendiciendo con muchas y santas vocaciones al servicio de su Iglesia. Señor, danos sacerdotes santos.

Cfr. Rafael Luciani: http://www.eluniversal.com/opinion/130914/jesus-ante-la-ausencia-de-lideres
Ilustración: Dumont.

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