martes, 10 de septiembre de 2013

40 INEVITABLES (4)

El Nacional - Jueves 11 de Septiembre de 2003     A/8 Internacional y Diplomacia
Chile cierra sus heridas a 30 años del golpe
Hoy se cumplen tres décadas del cruento derrocamiento del presidente socialista Salvador Allende, a partir del cual se implantó durante 17 años la autocracia del general Augusto Pinochet. Chile empieza a olvidar al ex dictador pero la reconciliación total aún no llega
CARLOS VALMORE RODRÍGUEZ

Estas dos imágenes muestran el Palacio de La Moneda el día que fue bombardeado -el 11 de septiembre de 1973- y la sede gubernamental tal como luce actualmente
Una nueva generación avanza y deja atrás el día más largo en la historia del Chile contemporáneo.
Pero a tres décadas de distancia, el 11 de septiembre de 1973 sigue incrustado en la conciencia colectiva austral.
El caos que devoró al gobierno socialista de Salvador Allende, la destrucción del Palacio Presidencial de La Moneda a manos de sus custodios de uniforme, la dura represión en el Estadio Nacional de Santiago, la imagen de un victorioso general Augusto Pinochet con gafas oscuras y gestualidad intimidante, no le interesan a 67,5 % de los habitantes del país más próspero de América Latina, según señala una encuesta realizada por la fundación local Futuro.
Aún así, para un tercio de la ciudadanía (32,5% ) el episodio sigue siendo una vena abierta, en especial en el caso de las víctimas de la violencia que, incontrolable, se propagó por doquier y cavó la tumba de más de 3.000 seres humanos.
“Las generaciones más jóvenes no tienen una clara comprensión de lo que pasó treinta años atrás”, explica desde Santiago el psicólogo y sociólogo Giorgio Agostini.
“Cuando se hacen las encuestas de opinión pública, cuando uno hace las entrevistas individuales de profundidad, descubre que lo que la mayoría de la gente espera es paz, tranquilidad, que haya reconciliación y que nos preocupemos por los problemas reales, como la pobreza, la delincuencia, la salud, la educación y la cesantía”.
Sergio Bitar, actual ministro de Educación del mandatario Ricardo Lagos y quien formó parte del derrocado gabinete de Allende como titular de la cartera de Minería, reafirma esa opinión: “El debate hoy es cómo se crece más, como se hace más justicia social”.
La reconciliación en dos miradas
El vocablo reconciliación anda en boca de todos, aunque lo enfocan desde ángulos muy diferentes.
“Chile es un país que está casi reconciliado”, asevera el senador designado (no electo) Julio Canessa, quien era director de la Escuela de Suboficiales del Ejército durante el golpe militar de 1973.
“Para la gran masa de la población el 11 de septiembre es una cosa del pasado, pero debido a las celebraciones que se están haciendo, quizás por una organización concertada de los medios de comunicación, se están comenzando nuevamente recordar, a exacerbar los odios y las divisiones del pasado”.
Bitar -quien pasó seis años de su exilio en Venezuela- también cree que su país camina por las grandes alamedas del reencuentro, si bien advierte que la acera correcta no es el olvido. “Hay una gran mayoría que sostiene la necesidad de seguir avanzando en la justicia, no hacer punto final, siempre abogar por la verdad y sobre esas bases conseguir la reconciliación. Para la gran mayoría de los chilenos es fundamental entender que el olvido es idiotez. El país que olvida es un país tonto que no sabe arreglar sus cosas hacia adelante. Algunos auguraban que decir no al punto y final iba a exacerbar las diferencias y nos iba a devolver al pasado, pero al contrario: cuando uno esconde las cosas debajo de la alfombra los fantasmas reaparecen; y sólo los vence cuando los mira de frente”.
Los mea culpa
Dice Agostini que para la reconciliación no sólo basta perdonar, sino que cada uno de los bandos pugnantes confiese sus errores y se disculpe: “En la medida que reconozcan sus respectivas responsabilidades la reconciliación va a ser más fácil”.
Y ya han aparecido los mea culpa. Los militares, con su comandante general Juan Emilio Cheyre a la cabeza, han admitido que la brutal represión que se emprendió luego del golpe de 1973 no debe repetirse nunca más.
Bitar a su vez hace una autocrítica sobre las equivocaciones cometidas por la izquierda chilena cuando alcanzó el poder. “No hubo capacidad de construir alianzas políticas de más envergadura, que dieran respaldo a los cambios. Eso implicaba tal vez graduar más esos cambios.
También se reconocen bastantes errores en la conducción de la política económica”.

No obstante, en la derecha chilena hay aún ciertas reticencias a pedir excusas por las desmesuras de la Junta Militar. “Hubo personas que fueron víctimas de represión y otras que fueron víctimas de aquellos a los cuales se reprime”, sentencia el general Canessa.
“Cuando se habla de torturas se olvidan las torturas que sufrieron los chilenos que no tenían qué comer. Si hablamos de eso, el mundo es una tortura. Yo no niego que de ambos lados haya habido gente que haya ido más allá de lo que correspondía. Suele suceder en ese tipo de procesos. ¿Quién lo puede impedir?”.
Allende vs Pinochet
El reparto del 11 de septiembre de 1973 tuvo dos primeros actores:
Allende, quien se suicidó en medio de los escombros de La Moneda, y el triunfante Pinochet, que desde el poder aplicó una receta consistente en desmontar las garantías políticas y al mismo tiempo fomentar la liberalización de la economía. ¿Cómo son percibidos estos dos personajes hoy en día? “Ha perdido intensidad esa dicotomía, que corresponde a la parte ideológica”, comenta Agostini.
“En la práctica nadie quiere más divergencia. La praxis económica se ha sobrepuesto sobre lo ideológico. Mucha gente no quiere inscribirse en los partidos políticos porque no creen mucho en los políticos”.
En las calles de Santiago se inhala aún la polarización. Así lo describe Silvia Guerrero, una venezolana residenciada en la señorial capital.

Fotografía: AFP / Palacio de La Moneda.  El presidente chileno Salvador Allende y los miembros de su gabinete visitan a víctimas de grandes nevadas en el norte del país, en junio de 1971.

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