domingo, 22 de septiembre de 2013

J' ACUSSE ... RECIBO

EL NACIONAL - Domingo 22 de Septiembre de 2013     Papel Literario/5
Emilio Boggio
SIMÓN NORIEGA

El libro Emilio Boggio, escrito por la escritora y crítico de arte, Beatriz Sogbe, aunque escueto y sencillo (como ella misma lo advirete), se inserta en nuestra historia de la historiografía de la pintura como una de las visiones más acertadas, aparecidas hasta ahora, sobre la vida y obra del artista venezolano-francés.
Quizás la circunstancia de que Boggio adoptara la nacionalidad francesa y viviera en París y Over-Sur-Oise la mayor parte de su vida, determinó, en buena medida, su opaca presencia en el contexto de nuestra historiografía de la pintura, si se compara, por ejemplo, con la de un Martín Tovar y Tovar, Arturo Michelena, un Tito Salas, un Armando Reverón o un Jesús Soto. No deja de extrañar que si en Francia el artista había sido objeto de significativos reconocimientos, su obra haya sido tan descuidada en el ámbito de nuestra historiografía, porque Boggio siempre se sintió venezolano. He aquí uno de los aspectos más subrayados por Beatriz Sogbe en la mencionada biografía. Hace notar, por ejemplo, que a su regreso a Caracas por unos pocos días, en 1919, cuando el barco donde venía pasaba cerca de las costas de Macuto, fue tan grande su emoción que no pudo contener el llanto. Ciertamente, en su diario el pintor dejaba el siguiente testimonio, citado por la autora: "He llorado como una mujer al ver las costas de la Guaira". Durante esta breve estadía en Caracas entró en contacto con los pintores de la generación del Círculo de Bellas Artes e hizo una exposición que fue reseñada en algunos diarios de Caracas.
He aquí, también, una de las razones por la cual Beatriz Sogbe lamenta que su legado hubiese sido tan "injustamente maltratado" en nuestro país, como tan explícitamente lo hace notar. Y verdaderamente, resulta inexplicable ­acota­ que hayan desaparecido su diario personal y la agenda con el registro de sus obras. Lo que se propone Sogbe es, entonces, proporcionar a la historiografía una respuesta a la pregunta que seguramente se habrán hecho muchos críticos, historiadores y coleccionistas de arte: ¿por qué Emilio Boggio no ha sido entre nosotros tan reconocido como corresponde? Por otra parte, para nuestra autora no puede pasar desapercibida la notoria influencia que tuvo la pintura de Boggio en la generación de los pintores del Círculo de Bellas Artes. "En el empaste, la técnica y la luz ­escribe­ se observan los cambios en casi todos los artistas. Incluso en el período azul de Armando Reverón tiene una gran influencia de los maestros Boggio, en cuanto a la materia y el trazo, y Ferdinandov, en la policromía glauca".
En verdad, la presencia de su obra es muy tímida en el ámbito de nuestra historiografía de la pintura. Contadas son las monografías dedicadas expresamente al talentoso artista. Es cierto que en la ocasión de su viaje a Caracas en 1919 realizó una exposición en la Escuela de Declamación y Música, que fue reseñada en la prensa por prestigiosos críticos.
Habría que mencionar, en este caso, los artículos del poeta mexicano Juan José Tablada y del crítico venezolano Miguel Aristiguieta. Pero hubo luego un largo e inexplicable silencio sobre su obra. No fue sino hasta la quinta década del siglo pasado, cuando su figura empezó a ser objeto de interesantes estudios, y así lo constatan algunas monografías de destacados investigadores, mencionados por la autora. No podemos dejar de recordar, en este sentido, los trabajos de Mariano Picón salas (1956), Juan Calzadilla (1974), Alberto Junyent (1966), J.J. Maiz Lyon (1992) y Rafael Pineda (1998).
Ya a comienzos del siglo actual, la vida y la pintura de Boggio llamaron profundamente la atención de Sogbe, tal como puede notarse en tres serios ensayos suyos: "Boggio artista latinoamericano de vanguardia" (2001), "¿Por qué Boggio no vale como Michelena?" (2002) y, un año más tarde, "La influencia de Boggio en el Círculo de Bellas Artes". De allí que el libro, hoy reseñado, viene a ser la culminación de una persistente dedicación al estudio del artista y su tiempo. Para ella ­con sobrada razón ­ la obra de Boggio no había sido estudiada en la justa dimensión que merecía.
Entonces, deslumbrada por los cuadros y la personalidad del pintor venezolano, Sogbe viajó a Francia para seguir allí, paso a paso, las huellas del artista. Llegó hasta Ouvers-Sur, visitando incluso la casa en que vivió y el cementerio donde yacen sus restos, en una tumba muy cercana a la de Vincent Van Gogh.
"Este afán ­escribe­ me ha llevado a disfrutar, sufrir y amar a este personaje fundamental de la plástica venezolana". Y vale la pena recordar que Ouvers-SurOise fue, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, refugio de conocidos pintores y fue, además, el pueblo donde Van Gogh puso fin a su vida en mayo de 1898. El propósito de Sogbe es pues, en esta ocasión, hacer llegar la vida y la obra de Boggio a un público más extenso y demostrar, a su vez, que es "el postimpresionista más importante de toda América Latina".
Se trata de una biografía escrita de manera muy sencilla, pero donde se nota la base de una rigurosa investigación y la mirada aguda y profunda de su autora. Mas no solamente se refiere a su vida. A través de las páginas de esta brevísima e interesante biografía de Emilio Boggio, el estudioso de la Historia del Arte podrá familiarizarse, sin necesidad de mayores esfuerzos, con los aspectos más significativos de la personalidad del artista, así como con las diferentes fases de su obra creativa como pintor.
Sogbe hace referencias, de manera muy clara, a su alejamiento de las fórmulas de la academia, su atracción por la obra de Puvis de Chavannez y de su afinidad con la pintura de Vuillard y Bonnardy, en fin, a sus relaciones personales con los impresionistas. Nos habla, por ejemplo, de la estrecha amistad que mantuvo con Pizarro y Monet. "Boggio fue el único artista latinoamericano ­escribe­ que mantuvo una relación personal íntima con estos grandes nombres del arte de todos los tiempos. Como consecuencia de las asiduas visitas a sus talleres, la paleta de Boggio cambió sustancialmente: se haría más pastosa. La luz y el movimiento serían los temas recurrentes. De hecho, es evidente la similitud de sus pinturas con las de estos personajes, más no con las de Degas, que prefería la intimidad".
La posición del pintor ante la vida, análogamente, viene a ser un aspecto minuciosamente tratado y sustentado en este libro. Nunca habíamos leído algo parecido. Destaca, por ejemplo, que fue "un caballero que no dudó en cobijar a los artistas venezolanos que llegaron a París", como tampoco en "brindar sus consejos oportunos (...) a los jóvenes venezolanos que le solicitaron su conocimiento"; y, en verdad, fue algo que siempre recordaron, entre otros, Marcos Castillo y Luis Alfredo López Méndez. Con el apoyo de pruebas irrefutables trae a colación algunos episodios que nos ponen muy cerca de su condición moral y de la posición ante la vida del pintor, de su comportamiento cívico, de su conducta como ciudadano y de su inclinación hacia las ideologías izquierdistas. Dedica un capítulo muy especial al affaire Dreyfus , en el cual se involucró Boggio junto con Zola, Anatole France y otros intelectuales. En compañía de Georges Lecomte solía asistir a los actos que se organizaban a favor de Dreyfus. Y concluye, más adelante, que "Boggio jamás anduvo a la caza de condecoraciones y merecimientos: tenía un alto sentido de la dignidad y la solidaridad". Así, refiere Sogbe, cuando en una ocasión le dijeron que su nombre había sido incluido para ser nombrado Caballero de la Legión de Honor, "se enfureció y respondió indignado: ¿por quién me han tomado? ¿Quién ha podido figurarse que yo, después de haber felicitado a Monet, el día que rechazó la Cruz de Honor, podría ahora meterme la cintilla en el Hojal?". Hace referencia, además, a sus convicciones ideológicas y a sus afinidades con poetas de la talla de Verlaine, Rimbaud, Mallarmé y el novelista Émile de Zola, quienes también fueron sus amigos. Resalta, en fin, que Boggio, "sin lugar a dudas, vibró con todos los acontecimientos políticos e intelectuales" de la Francia de su época.
Espero que estas brevísimas referencias puedan servir para acercar a este nuevo libro de Sogbe, no solamente a los estudiosos de la historia del arte, sino también a todas aquellas personas amantes de la historia de la cultura, particularmente de la Venezuela de comienzos del siglo XX y de la Francia de los "poetas malditos", del muy famoso caso Dreyfus" y del histórico artículo de Zolá "J’ accusse".
Podrán ver con claridad, en fin, como la obra de Boggio influyó en algunos pintores nuestros de la generación del Círculo de Bellas Artes y se aclara, de una vez por todas, que Boggio nació en Caracas y no en La Guaira, como equivocadamente había sido difundido por otros investigadores.

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