Claudio Beuvrin
En todos los países existe algún grado de corrupción, pero hay diferencias importantes en la intensidad con que se la práctica y combate, diferencias que se perciben en los "pequeños” detalles cotidianos. Digo esto cuando desde el gobierno están hablando de corrupción apuntando hacia todo el mundo menos hacia ellos mismos. Aquí ilustro dos ejemplos de esos pequeños detalles. Inglaterra, enero de 1981: tocan la puerta y me encuentro con un policía. El policía me tiende la cédula de mí esposa. Me explica que alguien la encontró en el parque y la llevó a la comisaría. Tambien me informa que he violado una norma legal por no notificar mi nueva dirección. ¡Vaya!, pienso, alguien encuentra una cédula en un parque y se molesta en llevarla a la policía y, a su vez, la policía se molesta en buscarme para entregármela descubriendo, de paso, que ya no vivo en la dirección que ellos tienen. Afuera está nevando y hace mucho frío e invito al policía a que entremos. Se muestra reluctante, pero insisto. Finalmente entra. Me explica que es grave no haber informado el cambio de dirección. Mi esposa nos trae sendas tazas de chocolate caliente pero el policía se niega a tomarlo. Le ofrezco un té y tambien lo rechaza mientras me explica que por esa omisión puedo ser expulsado del país. Me dice que debo mandarle una carta a la policía local explicando la razón del hecho. Al salir le pregunto el por qué no aceptó el chocolate o el té.
Fue lacónico: "Estoy de servicio” dándome a entender que la aceptación de hasta una simple taza de té podría ser interpretada como un soborno. Redacto la carta y en el tiempo establecido recibo la respuesta diciéndome que mi explicación fue aceptada pero con la advertencia de que no debía ocurrir de nuevo. Días más tarde un profesor nos explica la teoría de los "Estados blandos” desarrollada por Gunnar Myrdal para explicar como la corrupción contribuye al subdesarrollo pues desvía recursos para obras esenciales. Esto se refleja en la administración de las ciudades y en su capacidad para resolver sus muchos déficits. Intervengo explicando cómo funciona la corrupción urbanística en mi país: ignorando los planes urbanos, aceptando usos ilegales, aumentos de densidad, eliminando las áreas verdes, disminuyendo los estacionamientos, irrespetando los retiros, etc. Explico que la corrupción se da de muchas maneras, por ejemplo, cuando los arquitectos municipales le ofrecen a los privados saltarse los procedimientos de aprobación si le contratan a ellos mismos el proyecto. Por supuesto, quien no acepta estas condiciones encontrará todo tipo de trabas y deberá consumir un largo tiempo y esfuerzo para que sus proyectos sean aprobados. Si se trata del proyecto de una obra importante no sólo los funcionarios de urbanismo y de ingeniería pedirán alguna recompensa por facilitar su realización, tambien lo harán los alcaldes y los concejales y si la obra es muy grande hasta los ministros pescaran de ella. El sistema beneficia a todos: a los funcionarios, al gerente del banco que otorga el crédito, a los fiscales de obras, a los ingenieros inspectores, a los dirigentes sindicales que matraquean tanto al constructor como a los obreros que deben pagar para conseguir trabajo, etc. Así, los inversionistas están obligados a tener una abultada partida presupuestaria por concepto de "grasa” para aflojar tuercas y poder trabajar y que solo añade gastos. Con esto las obras cuestan el doble o el triple. Obviamente, este no es un dinero que se le saca al inversionista sino al cliente quien al final es quien paga la cuenta completa, sea el Estado, sea un ciudadano privado. Así disminuye la posibilidad de más carreteras, más hospitales, más escuelas, y más viviendas a más bajo precio para gente con menos recursos y, por supuesto, todo eso es menos desarrollo. Tras mi intervención me cuentan que algo parecido estuvo a punto de ocurrir en un caso de desarrollo de viviendas en Inglaterra, pero fue descubierto y tanto los funcionarios como los profesionales privados, además de multas y penas de cárcel, perdieron sus licencias profesionales. Hay pequeñas diferencias del tamaño de una montaña.
Ilustración: Tomada de una publicación caraqueña, posiblemente de los '60.
Breve nota LB: Cuando el fenómeno no es aislado, sino que tiende a explicar la sociedad misma, la clave está en la complicidad. El delito está unido a la posibilidad o no de "cantar", retando al resto a bailar al son que les toquen. No precisamente, el Canto a Bolívar de Neruda ni el del Mio Cid....
No hay comentarios:
Publicar un comentario