EL MUNDO, Caracas, 13 de septiembre de 2013
Dos 11 de septiembre
Juan José Monsant
No se pueden exculpar los desmanes de Pinochet, pero sí tener el valor de señalar las causas de esa etapa cruenta del país austral, para no repetir la zozobra y los sufrimientos pasados por los hermanos chilenos.
El pasado miércoles 11 de septiembre se conmemoraron dos acontecimientos, separados en el tiempo pero unidos en sus orígenes y consecuencias, para la comunidad internacional y para el hombre. Uno fue el golpe militar comandado por el general Augusto Pinochet en 1973 contra el presidente de Chile, el médico Salvador Allende, llegado a través de una coalición de partidos de izquierdas denominado Unidad Popular, y el mismo militante del Partido Socialista, pero autodefinido socialista marxista de formación.
El segundo, fue el atentado coordinado y selectivo del 2001 contra tres blancos emblemáticos para la nación estadounidense, las torres del World Trade Center de Nueva York, el edificio del Pentágono en Virginia y un tercero que fuere abortado por los pasajeros y tripulación del Boeing 757 de American Airlines que, al desviar su ruta hacia el edifico del Congreso Nacional o el de la Casa Blanca en Washington, terminó estrellándose en Shanksville, Pensilvania.
En su cuarto intento por obtener la presidencia de Chile, Allende finalmente lo consigue el 4 de septiembre de 1970 con el 36% de los votos, de la mano de un conglomerado de partidos y movimientos de izquierda agrupados bajo el nombre de Unidad Popular. Al mes de su investidura ya había abierto relaciones diplomáticas con Cuba, Corea del Norte, Mongolia, Afganistán China Popular, Albania y Camboya; al poco tiempo inició el proceso de confiscaciones de haciendas, fábricas, predios urbanos y empresas extranjeras sin derecho a indemnización, con la consiguiente paralización de las inversiones.
El desorden económico, la estatización e inseguridad jurídica trajo como consecuencia la inmediata escasez de productos básicos de la cesta familiar, de bienes y servicios, alza de precios, escasez, inflación, largas filas para adquirir productos de primera necesidad, desorden, represión, más escasez, inflación y represión.
Chile comenzó una espiral de ingobernabilidad, descontento, violencia, ideologización, presencia de militantes del comunismo internacional, división entre los partidos tradicionales, adoctrinamiento en los cuarteles, sistema educativo y, atentados como consecuencia de radicalización de la revolución emprendida con el abierto apoyo de Cuba y la Unión Soviética.
La guerra civil estaba servida, la división de la sociedad estaba decretada. En ese contexto Fidel Castro fue invitado en noviembre de 1971 a visitar el país y durante tres semanas recorrió Chile, dio conferencias en universidades, colegios, calles, entrevistas en la televisión, radio y periódicos, en los cuales sin pudor alguno llamó a la profundización de la construcción de una nueva sociedad basada en el socialismo científico.
En menos de tres años Allende y la internacional comunista habían convertido el país de las leyes en un verdadero caos humano, económico y moral. Chilenos persiguiendo a chilenos, invadiendo propiedades, confiscando, amenazando, intimidando, desconfiados, desconcertados, padres contra hijos, hermanos contra hermanos; círculos violentos afectos al gobierno, militantes cubanos, soviéticos paseándose orondos por las calles de Valparaíso o Santiago, retando, destruyendo para construir al hombre nuevo, de la nueva sociedad llamada a enfrentar y vencer el imperialismo norteamericano.
El reclamo no se hizo esperar, hombres y mujeres independientes, partidistas, simpatizantes de la causa allendista, clase media, obreros, empleados, carabineros, soldados, tomaron su decisión ante la anarquía, la penuria y el comunismo, para exigir el regreso a la legalidad, el cese de la violencia y detener de raíz la causa de la disolución de la patria, de la nación chilena.
Lo que debió ser un cambio de mentalidad, de leyes para alcanzar la convivencia justa entre ciudadanos, promover la equidad, la educación, el trabajo, la seguridad social y profundizar la democracia, terminó en la anarquía, el terror y la imposición de un modelo estatista importado de una isla del Caribe.
Analizar las causas del golpe militar es un deber intelectual, académico, político y moral; preguntarse qué obligó a esa ciudadanía, a esas fuerzas armadas tradicionalmente institucionales y altamente profesionales intervenir de la manera en que intervino, se impone para no repetir errores del pasado.
También lo que hubiera sido de Chile y sus vecinos si se hubiese consolidado el régimen que intentó implantar Salvador Allende con el respaldo inicial de apenas el 36% del electorado, violentando así la cultura, el sentido común y leyes nacionales. No se pueden exculpar los desmanes de Pinochet, pero sí tener el valor de señalar las causas de esa etapa cruenta del país austral, para no repetir en nuestra región la zozobra y los sufrimientos pasados por los hermanos chilenos.
(*) Juan José Monsant Aristimuño / Exembajador venezolano en El Salvador.
Gobierno de Allende
ALZAMIENTO MILITAR. ASESINATO DEL EDECÁN PRESIDENCIAL. LA RENUNCIA DEL GENERAL PRATS Y LA DESIGNACIÓN DE PINOCHET. LA CÁMARA DE DIPUTADOS DECLARA ILEGAL A ALLENDE. EL GOLPE DE ESTADO.
Julio César Moreno León
El 29 de junio se produce un alzamiento militar de unidades moto blindadas dirigido por el Teniente Coronel Roberto Souper, que intentan tomar el Palacio Presidencial de La Moneda. Los tanques rodean la sede del gobierno, y disparan fuego de metralla sobre esa edificación y la del Ministerio de la Defensa. La acción insurgente es dominada, dejando como saldos varios muertos y heridos, y generando una situación de pánico en la población.
A pesar de fracasar la intentona golpista y de haberse producido una inmediata movilización popular realizada por los partidos de la UP, este acontecimiento pone en evidencia la clara disposición de sectores militares dispuestos a derrocar al gobierno. La Comisión Política del Partido Socialista al condenar el alzamiento, señala el intento de la derecha de llevar al país a una guerra civil. En comunicado público los socialistas hacen un llamado el gobierno y a la UP a “visualizar de una manera distinta el quehacer hacia delante”. Y dicen “debemos pasar a una nueva etapa. No podemos continuar maniatados por los actos ilegítimos del Poder Legislativo, Judicial y de la Contraloría General de la República. El Gobierno Popular, tiene un mandato del pueblo, traducido en un programa concreto que tiene que cumplir. En estas nuevas condiciones el Gobierno tiene que buscar la fórmula para pasar por encima de la ilegitimidad de estos órganos de poder del Estado que están en manos de los elementos reaccionarios de este país, y que han impedido que el Gobierno pueda cumplir el programa de la Unidad Popular”
Los conflictos político sociales se reflejan de manera dramática en el contenido noticioso de los diarios. La oposición protesta por el cierre de algunos medios y acusa al gobierno de pretender monopolizar el papel y la tinta para la prensa escrita. La izquierda por su parte intensifica la denuncia de planes subversivos y terrorismo, manejado por Estados Unidos.
El Diario “Puro Chile”, editorializa, el día 7 de julio, acusando a los líderes de los partidos de la DC y la derecha, así como a los medios de oposición, de estar aliados con la Central de Inteligencia Americana (CIA), en la preparación de un golpe militar: Los planteamientos formulados en contra de los líderes adversos al régimen, expresan con claridad la decisión de la izquierda, de asumir el camino de la confrontación definitiva. Dice “Puro Chile”:
“Esto piden Frei y CIA: "DICTADURA MILITAR, POR FAVOR"...
“La reacción, acorralada, está acelerando sus preparativos de un nuevo intento golpista. Ahora, desde Frei y Jarpa hasta los jefes de la SNA y la SOFOFA, gritan lo mismo: "dictadura militar, por favor". Lo dicen a voces en sus pasquines, encabezados por "El Mercurio". Y en sus radios y canales de televisión, encabezados por el canal 13 (de la Universidad Católica de Chile), que dirige un sujeto complicado en acciones de comandos asesinos en Concepción. Y lo dicen desde Estados Unidos sus patrones, los consorcios yanquis. El viernes, el "Wall Street Journal", señalaba: "Chile tendrá que recurrir a algún tipo de Gobierno totalitario"... y agregaba, para orientar a los payasos "demócratas" de Chile, que conspiran a la luz del día desde el Parlamento, la Corte Suprema, la Contraloría y otros organismos del desfalleciente estado burgués, golpeando las puertas de los cuarteles:“los rumores de golpe de Estado abundan, pero los informes indican que nadie actuaría a menos que los regimientos de Santiago estuvieran dispuestos a colaborar”.
Y, entonces, las camarillas de Frei, Jarpa y otros individuos, que dirigen los llamados "partidos de oposición", golpean airadamente en esta dirección: la de pedir a los 8 regimientos que existen en Santiago que se pongan del lado de la oligarquía y el imperialismo yanqui.
Estos defensores de la Anaconda, la Kennecott, la ITT, y de los Edwards, los Matte, Alessandri, Yarur, Correa, Vial y otros oligarcas, que siempre consideraron a las Fuerzas Armadas como "esos cabezas cuadradas que nos mantiene al pueblo sumiso para que lo explotemos", ahora los llaman para que salven "la democracia", la "democracia" de los grandes explotadores. Quieren que los 5 ó 6 mil hombres que forman el contingente de esos 8 regimientos en Santiago, se pongan contra los 500.000 obreros de la ciudad y el campo que trabajan en la capital, contra los centenares de miles de empleados que trabajan en Santiago.
.Se olvidan, en su desesperación, que la abrumadora mayoría de los contingentes de esos 8 regimientos está formada por soldados, por conscriptos, cuyos padres, hermanos, primos, tíos, madres, esposas, hermanas y parientes son obreros, son empleados, son pobladores. Son los mismos que en los comandos comunales, los cordones industriales, las organizaciones populares, ESTAN ALERTAS contra el fascismo, ESTAN ORGANIZADOS contra una nueva aventura golpista como la del viernes 29, ESTAN LISTOS PARA COMBATIR por los intereses del pueblo y en contra de los intereses de la oligarquía y del imperialismo yanqui...
Están fortaleciendo el poder popular, que es una forma de lucha del pueblo aparecida con fuerza incontenible, después que los reaccionarios han llegado hasta el extremo de enviar algunos oficiales engañados a las calles de Santiago, a ametrallar civiles...
Los cálculos de los oligarcas están mal hechos. Y los están, porque el miedo al pueblo los desespera. El miedo al pueblo organizado los sume en la angustia afiebrada, y no vacilan en provocar un caos, que los llevará a una derrota segura, confiando en que en Chile se repitan mecánicamente los sucesos de Goulart en Brasil, o de Juan José Torres, en Bolivia. Hay una diferencia con lo ocurrido allá. La clase obrera en Chile, hoy, tiene una conciencia política y una organización en alianza con los demás trabajadores, que se constituye en una valla segura contra cualquier intento de repetir el fascismo de Brasil o Bolivia. Y los oligarcas, en el fondo de su corazón, lo saben, y por eso se desesperan.
Se desesperan tanto, que hasta la camarilla de Freí se ha desenmascarado, y ha hecho una declaración que es como un "comunicado de guerra" contra el pueblo. Exigen a las Fuerzas Armadas que se pongan contra los trabajadores, exigen al Gobierno que promulgue el proyecto de reforma constitucional, que es una trampa reaccionaria para devolver más de CIEN empresas monopólicas a los Edwards, Matte, Alessandri, Bulnes, Vial, Correa, Ibáñez, Ojeda y otros grandes explotadores, y que ahora están en manos de los trabajadores.
Exigen respeto al Parlamento, al Poder Judicial y la Contraloría, precisamente a los nidos de complotadores antipatriotas y antidemocráticos más grandes que hay ahora en Chile. Exigen el uso de la ley como instrumento para hacer los cambios económicos, es decir, precisamente la Ley Burguesa, que los conspiradores han estado utilizando para impedir esas reformas económicas. Exigen reconocimiento a todas las personas y organizaciones sociales sin discriminaciones, es decir, la impunidad para los fascistas de Patria y Libertad, los fascistas de la SNA y la SOFOFA, los complotadores disfrazados de demócratas en el PDC, el Partido Nacional y otros grupos.
En suma, las camarillas de Freí y Jarpa, aterradas por el fracaso del Golpe de Estado que tramaron para el viernes 20, que ha traído como consecuencia la MOVILIZACION REVOLUCIONARIA de los obreros; campesinos, empleados y demás sectores patriotas que luchan por liberar a Chile, se han lanzado a ciegas a provocar definitivamente la ruptura de la situación política, el desencadenamiento de la guerra civil fascista. Pero claro, vacilan cuando ven que el pueblo se ha organizado y esta dispuesto a combatir con las mismas armas que los enemigos tratan de apuntar contra el techo del pueblo. Y vienen los gritos histéricos de "no al poder popular".
Esto es lo mismo que decir NO a la lucha por la libertad de los chilenos de la explotación oligárquica y del imperialismo yanqui. El pueblo ya los conoce. Ya sabe que pretenden en realidad estos estafadores políticos y conoce sus métodos. Los vieron en acción el viernes 29 de junio pasado. Y, por eso, el pueblo se ha organizado, movilizado y puesto en alerta permanente, para responder, medida por medida, las acciones antipatrióticas de estos fascistas. Ya está confiscando sus monopolios, ya está asumiendo el control de la producción industrial, comercial, financiera y agrícola monopólica Ya está tomando el control del abastecimiento y el comercio de los productos esenciales. Ya está avanzando en el control de la vida política y social del país. Y todo eso, para liberar nos del dominio de los oligarcas y los imperialistas yanquis. Por eso, los servidores de estos enemigos, tiemblan y se desenmascaran”.
Por su parte en la prensa de derecha, el gremio médico controlado por la oposición, justifica la realización de un paro de protesta contra el gobierno, con ánimo de clara y abierta confrontación política. Al explicar las razones de su enfrentamiento al gobierno, lo dirigentes del gremio dicen:
“CHILENO CU I DATE”
“En el ultimo tiempo se cerró la UNIDAD CORONARIA del Hospital San Juan de Dios.”
No hay ropa ni sangre para operarte. No hay heparina, insulina, sueros, anestésicos ni muchos elementos indispensables paro devolverte la salud.
Ni en el comercio ni en los hospitales se dispone de suficiente carne, azúcar, aceite, frutos, verduras, arroz, té, etc., etc., etc. para hacer la dieta necesaria.
No hay en cantidad suficiente leche corriente, y no hay leches especiales. En los pabellones no hay gasa, algodón, ni instrumental.
En los hospitales priva lo politiquería sobre la disciplina.
Chileno... evita accidentes: No hay yeso ni linón.
Chileno... tus urólogos no tienen sondas, los oculistas no tienen colirios, los laboratorios no tienen reactivos, tus radiólogos no tienen placa.
Chileno... tus médicos no estudian porque no les llegan libros ni revistas.
Por esto y por la siembra de odios y por los sueldos que parecen propinas, los médicos de Chile se van. Aquí se les insulta y ataca, se les desprecia y se les quiere hacer mediocre.
ESTO NO ES POR EL PARO MEDICO... ¡POR ESTO ES EL PARO MEDICO!!!
COLEGIO MEDICO DE CHILE” ()
El 25 de Julio, ante un Pleno de la Confederación Unificada de Trabajadores (CUT), el Presidente Allende hace un llamado al diálogo nacional, para evitar la guerra civil. El Presidente dice: Ante la reunión de trabajadores señala: "Como Presidente de la República pienso que es necesario en esta hora intentar una salida política, buscarla sin claudicaciones de cara al pueblo". En su discurso ataca a los sectores de la ultra izquierda que crean problemas con tomas indiscriminadas, y se pronuncia por un diálogo que aclare la competencia de los poderes del Estado, que respalde el Estado de Derecho, acabando con el bloqueo legislativo, delimitando las áreas de la economía y estableciendo medidas que detengan la inflación.
El 26 de Julio es asesinado por un grupo terrorista el Edecán Naval del Presidente, Arturo Araya Petersen. La versión del Diario El Siglo, el día 27 reporta: "El crimen fue perpetrado alrededor de la una de la madrugada en su domicilio, por desconocidos que le ametrallaron, al salir el capitán Araya a indagar quienes habían lanzado presumiblemente un artefacto explosivo a su residencia. Trasladado al hospital militar falleció a la 1 y 25 de la madrugada"
El atentado perpetrado en contra de una de las figuras militares más próximas al Presidente abre una nueva brecha de violencia, y estimula los resquemores y la conspiración en el sector castrense. El liderazgo de la Unidad Popular señala a los grupos de derecha como responsables en esta escalada de violencia criminal.
Durante el mes de agosto, una huelga de camioneros con un contenido claramente subversivo mantiene paralizada buena parte de las actividades económicas del país. Los senadores de la democracia cristiana, en declaración pública atacan al general Carlos Prats, Comandante del Ejército, acusándole de actuar de manera ilegal en la represión a los transportistas. Prats realiza en este mes un último intento de diálogo directo con el ex presidente Freí, destinado a gestionar acuerdos entre la democracia cristiana y el Presidente Allende, a fin de salvar la grave situación chilena.
El día 14, el Presidente Allende realiza una nueva reforma de su Gabinete Ministerial designando a los Comandantes de las Fuerzas Armadas en varios Despachos del Poder Ejecutivo. En el Ministerio de la Defensa es nombrado el general Carlos Prats, en Obras Públicas el General César Ruiz Dayán, en Tierras y Colonización el General José María Sepúlveda, y en Hacienda el Almirante Raúl Montero Cornejo. La reincorporación de los jefes de las fuerzas armadas en el tren ejecutivo del gobierno socialista produce esta vez una reacción negativa en los sectores de la oposición, que condenan la participación de los militares en el campo político, señalando que esa participación comporta un respaldo a un proyecto destinado consolidar el establecimiento de una dictadura marxista.
En relación con la posición asumida por el liderazgo de las fuerzas armadas, el malestar de los sectores de oposición arrecia de manera cada vez mas intensa. El General Carlos Prats es convertido en el centro de múltiples ataques, no sólo en el debate partidista expresado en la prensa nacional, sino también mediante acciones de calle propiciada por grupos que cuestionan el apoyo de la cúpula militar al gobierno socialista. Frente a la residencia de Prats, el día 22 de agosto, cerca de trescientas mujeres, entre las que se encuentran varias esposas de oficiales activos, manifiestan su descontento e intentan hacer entrega de una carta a la señora Sofía de Prats en la que le piden que interceda a fin de que su marido presente la renuncia al Ministerio de la Defensa. La manifestación es disuelta por fuerzas de carabineros quienes lanzan bombas lacrimógenas para impedir que las manifestantes penetren de manera violenta en la residencia del general. Este grave incidente deteriora aún más la imagen de Prats, cuya actuación política es rechazada de manera radical por la oposición civil, y es torpedeada por los sectores golpistas que actúan en el sector castrense. Finalmente el alto oficial presenta su renuncia de manera irrevocable ante el Presidente de la República.
La renuncia de Prats, y sobre todo la designación de su sustituto en el Comando del Ejército, facilitará en breves días el desarrollo de los trágicos acontecimientos posteriores. Allende designa, por sugerencia de Prats, al General Augusto Pinochet, quien asume en agosto de ese año 1973 la Comandancia del Ejército. En ese entonces, éste ocupa la jefatura del Estado Mayor de esa fuerza militar. Al escribir sus Memorias Prats comenta las razones que le llevaron a sugerir el nombramiento de Pinochet: “Hasta el momento en que por mi sugerencia el Presidente Allende designó Comandante en Jefe del Ejército, al General Pinochet, cuando presenté mi expediente de retiro, creía honestamente que dicho General compartía con sinceridad mi acendrada convicción de que la caótica situación chilena debería resolverse políticamente sin golpe militar, ya que esto sería su peor solución”.
Pinochet, por su parte, al escribir años mas tarde sobre estos acontecimientos, comenta como ocurrió su designación. La atribuye a los designios de la divina providencia: "Ese mismo día 23 de Agosto de 1.973 a las 17 horas, fui llamado desde la Moneda. Me dirigí hacia allá y posteriormente nos reunimos en un gabinete pequeño denominado Diego Portales, ubicado frente a la oficina del Presidente. Allí me esperaban el señor Allende y el General Prats, los que sostenían una animada conversación.
Después de los saludos correspondientes, habló el General Prats y dijo: Presidente, el General Pinochet es el que me sigue en antigüedad, y en estos años le ha correspondido desempeñarse como Comandante de la Guarnición de Santiago, Jefe del Estado Mayor del Ejército y como Comandante en Jefe Subrogante del Ejército". El señor Allende le respondió, sí lo he visto, y acto seguido comentó entre otras cosas el quiebre que vivía su Gobierno a consecuencia de la incomprensión demostrada por la Democracia Cristiana, cuyo objetivo era enfrentar al gobierno para recuperar el poder, lo que el no podía aceptar.
A continuación hizo un breve comentario sobre choques producidos entre civiles y militares en la ciudad de Concepción y la constante acción de la burguesía para impulsar al Ejército a producir un cuartelazo, como lo calificó, y terminó diciéndome: General, yo creo que usted es la persona que debe seguir en el puesto del General Prats. Ante tan imprevisto nombramiento, sentí internamente algo que me decía que no mostrara mayor interés, y por ello le contesté: Presidente mucho le agradezco, pero creo que el General Prats debe continuar, a lo que me contestó: El General está muy cansado y debe recuperarse; después le daremos otro cargo .Le agradezco Presidente, respondí, pero en este momento es fundamental tener amplias atribuciones de mando en la Institución. La respuesta del Señor Allende fue: Lógico General usted las tiene.
El General Carlos Prats, había permanecido en silencio durante toda la entrevista después de sus palabras iniciales. Luego que el señor Salvador Allende me designara como su reemplazante me indicó que el decreto sería cursado de inmediato.
Muchas veces he pensado porque fui yo el designado por Allende como Comandante en Jefe, en circunstancias en que él podía contar con otros, que eran sus amigos. El tiene que haber sabido que yo siempre me había mostrado contrario a los comunistas, y hasta a él mismo en una ocasión, en el norte, cuando me encontraba como Capitán Jefe de los relegados en el Puerto de Pisagua y no lo dejé pasar a verlos el año 1947. Son cosas del destino.
Sin duda Allende en esos momentos creyó que a él le iba ser fácil manejarme. De regreso en el Ministerio de la Defensa anoté en mi libreta: “He sido nombrado Comandante en Jefe del Ejército. Creo que la Divina Providencia me ayudará en mis pasos”.
La Iglesia Católica a través del Cardenal Raúl Silva Henríquez intenta mediar entre la Democracia Cristiana y el Presidente de la República, con el fin de buscar una salida a la situación política, que ya se vislumbraba incontrolable. El Presidente Allende y el Presidente del Partido Demócrata Cristiano Patricio Aylwin inician una breve etapa de diálogo en el intento de llegar a acuerdos mínimos que impidan el desenlace violento de la situación política. Se plantean entre otros temas, el cese de la toma de tierras y fábricas, el proyecto de las Escuelas Nacionales Unificadas (ENU), y la delimitación de las áreas de la economía. El fracaso de las gestiones de conciliación auspiciadas por el Cardenal chileno dejarían maduras las condiciones para el golpe militar.
La Cámara de Diputados aprueba el día 22 de agosto, con los votos de la mayoría opositora, un acuerdo en el que se declara ilegal al gobierno del Presidente Allende. El acuerdo señala que el régimen de la Unidad Popular, violentó el Estado de Derecho y por tanto se encuentra al margen de la Constitución. La decisión del Poder Legislativo abre de manera definitiva el camino para el enfrentamiento final. Los partidos de la UP, la Confederación de Trabajadores y la totalidad de las organizaciones de izquierda, llaman a sus miembros a colocarse en estado de alerta y a movilizarse para contrarrestar el inminente peligro de un golpe de estado. En la base naval de Valparaíso la actividad conspirativa se desarrolla de manera intensa. La inquietud militar en esa región tiene su mas notoria manifestación, al denunciarse un intento de alzamiento, supuestamente provocado por la izquierda, en el cual aparecen involucrados los parlamentarios de la Unidad Popular, Oscar Garretón, Carlos Altamirano, y el Secretario general del MIR Miguel Enríquez. El Almirante José Toríbio Merino, Comandante de esa Zona Naval, solicita sanciones contra estos altos dirigentes de la U.P, pide su desincorporación del Congreso, e inicia contra ellos un juicio militar.
El 5 de septiembre, 109 oficiales de la Marina en esa misma región, se dirigen a Merino, planteando que condicionan su permanencia en la Armada a “que ésta actúe decididamente para desterrar el marxismo en Chile”. La confrontación se agudiza al punto de que una Junta de Almirantes solicita la renuncia del entonces Comandante en Jefe de la Armada, Raúl Montero Cornejo, solicitud que Allende niega categóricamente.
Ante la grave situación, se produce una tensa entrevista entre el Presidente Allende y el Almirante Merino en la residencia presidencial Tomás Moro, en la que el alto oficial exige al Primer Magistrado la destitución del Comandante de su fuerza. El Diario La Tribuna, de orientación derechista, titula al reseñar ese día la crucial reunión: “Hoy vence el plazo de la Armada a Allende. Vicealmirante Merino le notificó, somos anti marxistas por la Constitución”. Luego de esta confrontación, las posiciones quedan claramente definidas, y el levantamiento militar de la Armada, es prácticamente un hecho.
El Almirante Merino lidera el conflicto y establece contacto con el Comandante de la Aviación Gustavo Leigh y el General Augusto Pinochet, Comandante del Ejército. Con un oficial de su confianza, Merino envía una nota que constituye un urgente emplazamiento en el que plantea a los dos Comandantes, asumir la insurrección para el día 11, y les exige estampar su firma en el reverso de la nota en señal de aceptación. El texto de la comunicación señala:
“Bajo mi palabra de honor, el día D será el 11, y la hora H >6.00.
Si ustedes no pueden cumplir esta fase con el total de las fuerzas que mandan en Santiago, deben explicarlo al reverso.
El Almirante Huidrobo está autorizado para traer y discutir cualquier tema con ustedes, los saluda con esperanza de compromiso J.T. Merino..."
Y agrega al pie de la página enviada:
“Gustavo, esta es la última oportunidad. Augusto, si no pones toda la fuerza de Santiago desde el primer momento, no viviremos para ver el futuro.” (PEPE) 9 de Septiembre de 1973”.
Estos acontecimientos los relata de esa forma, el miembro de la Junta Militar en su libro “Bitácora de un Almirante”.
La actividad conspirativa, hasta el momento en que se produce el emplazamiento del Almirante Merino a los comandantes de la aviación y del ejército, venía realizándose en forma aislada, sin establecerse una coordinación efectiva entre los militares golpistas de las distintas fuerzas. Pinochet, según señala en sus Memorias, preparaba con absoluta discreción y cautela el alzamiento del Ejército para el día 14 de septiembre, organizando lo que llama "La Batalla de Santiago," bajo el amparo de la movilización de los efectivos para los desfiles militares de las fiestas de la independencia, a conmemorarse en esos días.
El 11 de septiembre es finalmente el día escogido como partida hacia el golpe militar que cambiará radicalmente el destino de Chile. El movimiento castrense es capitalizado por Pinochet, quien asume la Presidencia de una Junta Militar integrada por el General Gustavo Leígh, el Almirante José Toribio Merino y el General César Mendoza Durán, a quien designan Director de Carabineros. Los acontecimientos ocurren con una débil resistencia inicial de los partidarios de la Unidad Popular. La participación de la Fuerza Aérea produce un impacto demoledor desde el punto de vista militar, al ser destruido el Palacio de La Moneda y la Residencia del Presidente, y desde el punto de vista psicológico al demostrarse el abrumador poder de fuego de los insurrectos. Los aviones destruyen las torres de transmisión de las emisoras de radio favorables al gobierno. El Presidente Allende, logra sin embargo enviar a través de la Radio Magallanes, una dramática proclama: En voz serena deja clara su intención de no salir con vida del palacio.
La inmolación del primer magistrado, le convierte en el símbolo de una etapa de la historia chilena en la que el sacrificio de la vida era uno de los riesgos que debía afrontar el liderazgo político de ese difícil tiempo. La voz del líder socialista quedó guardada en la grabación radiofónica del discurso final que ese día transmitió la última emisora fiel al ensayo de la Unidad Popular:
"Seguramente, esta será la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea, ha bombardeado las torres de Radio Magallanes; mis palabras no tienen amargura sino decepción. Ante estos hechos, sólo me cabe decir a los trabajadores: Yo no voy a renunciar.
Colocado en un trance histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo, y tengo la certeza de que la semilla que entregaremos a la conciencia digna, de miles y miles de chilenos, no podrá ser cegada definitivamente.
Tienen la fuerza, podrán avasallar; pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Trabajadores de mi patria, quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre, que sólo fue interprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra de que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo, en este momento definitivo, el último que pueda dirigirme a ustedes...
Quiero que aprovechen la lección. El capitalismo foráneo, el imperialismo unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, las que le enseñara Schneider y reafirmara el Comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena, reconquistar el poder, para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios. Me dirijo sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños, me dirijo a los profesionales de la patria, a los que siguieron trabajando contra la sedición, auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clase, para defender también, las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos, me dirijo a la juventud, aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu a la lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, por que en nuestro país el fascismo ya estuvo presente, cortando las líneas férreas, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, frente al silencio de los que tenían la obligación de proceder, estaban comprometidos.
La historia los juzgará. Seguramente Radio Magallanes será acallada, y el metal tranquilo de mi voz, no llegará a ustedes. No importa, la seguirán oyendo, siempre estará junto a ustedes, por lo menos mi recuerdo quedará en un hombre digno que fue leal a la revolución. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrastrar, pero tampoco humillarse.
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino, superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que mucho mas temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas, por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. Viva Chile! Viva el Pueblo! ¡Vivan los trabajadores! Estas son mis últimas palabras, y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”.
En la tarde de ese mismo día 11 de septiembre, se conoce en todo Chile que el Presidente ha muerto. El Mandatario se quita la vida utilizando una ametralladora que le había regalado Fidel Castro. El suicidio de Allende es finalmente el factor definitivo en la consolidación del golpe militar.
EL NACIONAL - Domingo 15 de Septiembre de 2013 Siete Días/7
La lección de septiembre
TULIO HERNÁNDEZ
" Permiso mi general, para pasarle el tanque por encima a estos huevones". Eso fue lo que dijo un joven oficial al general responsable de la toma del Palacio de La Moneda en el momento en que el hombre se disponía a abandonar el lugar, dejando tras de sí el cadáver del hasta ese día presidente Salvador Allende y el viejo edificio neoclásico destrozado a fuerza de bombas y balazos.
Los "huevones" a los que se refería el oficial era un grupo de empleados de la Presidencia, ahora prisioneros, alineados junto al frontis de La Moneda, frente a un tanque de guerra cuyo cañón descomunal les apuntaba inclemente mientras el maquinista jugaba a acercar y retroceder el vehículo aterrorizando a los detenidos.
Esa es una de las tantas historias crueles, de abusos y ensañamientos, que por estos días han vuelto a recordar los medios de comunicación chilenos a propósito de los 40 años transcurridos del cruento golpe de Estado que puso fin a un gobierno electo democráticamente y abrió paso a una de las más perversas, sangrientas y crueles dictaduras que se hayan padecido en América Latina.
El golpe fue implacable y la dictadura que siguió también.
Los militares golpistas, con el apoyo de la CIA y lo más radical de la derecha chilena, venían sin escrúpulos no sólo a ponerle fin a un Gobierno sino a intentar exterminar a los activistas de los movimientos políticos que, con el Partido Socialista y el Comunista a la cabeza, habían conformado la alianza conocida como Unidad Popular llegada al Gobierno con la promesa de hacer una revolución por vía electoral y democrática.
Pero ya sabemos que no fue así. El régimen dirigido por el general César Augusto Pinochet no escatimó esfuerzos ni medios para cumplir la estrategia de tierra arrasada y dejó como tributo a la barbarie las cifras de aproximadamente 3.200 personas asesinadas, 1.190 de las cuales aún siguen desaparecidas, más unas 33.000 que sufrieron cárceles, torturas y otros vejámenes. Nada justifica este horror.
Desde el primer día, el 11de septiembre de 1973, oficiando en el Estadio Nacional la masacre en la que miles de seguidores de la UP fueron torturados y unos 500 asesinados, el régimen mostró sin tapujos su naturaleza. Luego vinieron operaciones de "limpieza" como la Caravana de la Muerte, una comitiva del Ejército que recorría el país agilizando los juicios de los prisioneros del golpe, famosa por sus técnicas para asesinar lentamente a las víctimas, sacándoles los ojos con cuchillos, quebrándoles mandíbulas y piernas, y disparándoles a los genitales para al final ametrallarles.
La dictadura duró 17 años y terminó por un mal cálculo del criminal mayor que lo sacó de la Presidencia por la vía de un plebiscito. Pero la pesadilla continuó. Pinochet entregó el poder pero se mantuvo por 8 años al frente del Ejército y muchos más como senador vitalicio moviendo los hilos para impedir la investigación y castigo a los crímenes de su régimen.
Dejó, además, lo ha explicado claramente Michelle Bachelet, una nación profundamente dividida y polarizada, una Constitución que dificulta cualquier cambio profundo en la institucionalidad política del país, y un sistema educativo convertido en negocio que hoy en día es fuente de un gran descontento popular.
Por suerte, la existencia de un sistema de justicia internacional, del que el Gobierno venezolano ha comenzado a escaparse, hizo que el general cayera preso en Londres y luego pagara en Santiago un arresto domiciliario de más de 500 días. A partir de entonces la justicia chilena comenzó a procesar las numerosas demandas que habían sido introducidas por los familiares de las víctimas. Sin embargo, según precisan los organismos de derechos humanos, 60% de los casos aún no ha sido juzgado.
Una lección que no deben olvidar quienes defienden los golpes de Estado. Porque el militarismo es el gran enemigo de nuestras democracias y porque, como decía Santiago Carrillo, del Partido Comunista Español: "¿Dictadura? ¡Ni la del proletariado!".
EL IMPULSO, Barquisimeto, 11 de septiembre de 2013
11 de septiembre chileno
Diego Lombardi
Desde la distancia es fácil lanzar consignas al aire sobre lo ocurrido en Chile hace 40 años, cuando ciertamente un gobierno militar irrumpió en la vida democrática del país suramericano. Sin embargo, esa herida no está aún sanada y los propios chilenos se encuentran hoy tratando de asimilar el peso histórico de aquellos hechos. Es por ello que es desconsiderado, además de aventurero, que el gobierno venezolano trate de tomar para su propio uso político unas circunstancias que los principales afectados aún están reconstruyendo, interpretando, y tratando de superar a partir de una reconciliación que ha tardado en llegar. Frente a circunstancias tan difíciles para un país que ha intentado levantarse a pesar de la ruptura que en él se produjo, desde antes del 11 de septiembre de 1973 por cierto, solo puede quedar la solidaridad, y en el mejor de los casos el apoyo para construir más que para destruir. Volver a los discursos ya gastados de la lucha contra los fascistas no contribuye al diálogo, ni en Venezuela ni en Chile. Lo que sí debería estar haciendo el gobierno venezolano es aprender de la historia, entender que la polarización de la población solo puede dejar heridas en ambos bandos, y que sin embargo a pesar de estas es posible construir una sociedad viable, con logros y desaciertos, pero al final de cuentas con un futuro. Hoy desde Venezuela se debería apostar por la búsqueda de soluciones al conflicto y no por su agudización, con esta última al final todos pierden. Pero parece que es tarde, la polarización ya ha cegado los liderazgos, la prepotencia del poder apuesta por llevarse todo, aplastando a quien sea. En las manos de la dirigencia actual está la responsabilidad de infligirle daños a la sociedad venezolana que tarden décadas en sanar producto de la polarización, y la irracionalidad que siempre la acompaña. Ojalá apareciera algún indicio de razón, y sobre todo de humildad para reconocer al otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario