sábado, 8 de enero de 2011

perfomance aéreo de espionamiento general








La instalación parlamentaria
Luis Barragán




Primera vez que el denominado chavismo irrumpía en el parlamento, por el mandato expreso del electorado en 1998. La sola instalación del otrora Congreso de la República se hizo un tormento, debido a la violenta movilización de sus partidarios, prontamente imitada en las Asambleas Legislativas.

Luego, perfeccionada la fórmula, no hubo ni hay acto de proclamación, calificación y juramentación que no tenga por característica la agresión sistemática, directa y continua hacia los diputados nacionales y regionales de la oposición, por más que representen un porcentaje significativo de los ciudadanos. Porcentaje, por cierto, hoy emblematizado por el 52% de la votación popular tan injustamente traducido en las curules que evidencian la naturaleza y alcance del proyecto totalitario en curso.

Recordemos que a las propias rejas del Capitolio Federal llegaba la protesta social con toda su vehemencia, ahora negada o convertida en una zona para la simple maniobra de los tarifados que deben velar por la desaparición política y, a veces hasta física, de los disidentes. Motivo que antes hubiese escandalizado a la opinión pública, las puertas este y oeste saben de otras jardinerías que le quitan a la ciudadanía el tránsito desahogado que una vez mereció, completando esa suerte de dique angustioso que intenta impedir toda voz de inconformidad surgida en el mismo corazón de Caracas.

El asunto ha de interesar – desde ya – a historiadores, psicólogos sociales y demás especialistas, porque hemos andado más de una década en la que perseguir a la representación popular que – en mucho o poco – ha discrepado del oficialismo, constituye una entera preocupación existencial. Y – además – violentando la Constitución de la República, los actuales elencos de poder desconocen la institución de la inmunidad parlamentaria, pasando por una vasta y bastarda campaña de descalificación personal de sus adversarios, hasta minimizar y adulterar por la vía reglamentaria, que es ley de la República, la misión y función de la Asamblea Nacional.

Nada sorprendió que el oficialismo intentase impedir o dificultar el acceso de la oposición a la mismísima sede de la Asamblea Nacional, acordonándola por los partidarios más enconados y todos los agentes de seguridad del Estado y, obviamente, los celebérrimos colectivos. Trepar nuevamente un espectáculo de humillación, perseguido física y moralmente el diputado de oposición, ha sido un objetivo constante. Sin embargo, el día 5 de los corrientes no le fue posible a Miraflores consumar tamaño propósito.

La ciudadanía se movilizó al centro caraqueño y, aunque distanciada del Capitolio Federal por las autoridades públicas, además, en constante demostración de fuerza, y a sabiendas de los riesgos inmensos del lugar, acompañó a sus diputados. Y ese objetivo de humillación, políticamente perseguido para animar a las huestes oficialistas de todo el país, no fue posible consumarlo: he acá la ganancia cívica de la instalación del parlamento.

El bloque oficialista quedó en evidencia, con sus agotadas consignas de provocación y agresión. Para más señas, revelando el miedo a la libre exposición, permitió únicamente al canal de televisión del chavezato asambleario (ANTV) hacer las tomas nerviosas y selectivas de la sesión inaugural. Después, el presidente Chávez Frías los arengó en una plaza cercana como si intentase a toda costa que sus (SIC) parlamentarios no se desmoralizaran, como creemos que ocurrió en la más resignada de sus intimidades políticas.

Fuente:
http://www.medios24.com/la-instalacion-parlamentaria.html
Fotografía: escena de uno de los dos helicópteros que sobrevolaron y filmaron la concentración con motivo de la instalación de la Asamblea Nacional; desde la esquina de La Hoyada, Caracas (05/01/11)



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