lunes, 10 de enero de 2011
parlamentar
Debatir, discutir, polemizar
Luis Barragán
Muy aparentemente resignado, el país supo de la instalación de la Asamblea Nacional únicamente a través del oficialismo televisivo. No hubo otro medio que pudiera transmitir en tiempo real el evento, demostrando cuán lejos hemos llegado a la formalidad de una democracia participativa y protagónica que tiene por consagración la agresión física que literalmente sufriera un diputado de oposición, después de inaugurado el Parlamento Latinoamericano.
Además de los gestos improvisados de juramentación, por decir lo menos, destacó el coro tan huérfano de originalidad de la bancada gubernamental que acusaba de “choros” y “asesinos” a sus adversarios, pasando por alto una larga década de gestión en la que no sólo despilfarraron más de 900 mil millones de dólares, sino que miles de venezolanos han perdido la vida en las calles y hasta en su propia casa. Dirán que bastará el acto aproximadamente solemne de instalación, minimizada y caricaturizada la institución parlamentaria como nunca antes, para hallarnos en medio de una libérrima, plural y extendida deliberación democrática del pueblo que les ha servido de pretexto para lo indecible.
Precisamente, esas consignas de ocasión, estridentes y cínicas, versionadas constantemente por los intereses inmediatos del poder, que ven la paja en el ojo ajeno, son las que ocultan un terrible miedo, una clara incompetencia, una carencia vocacional: la del debate, la discusión, la polémica. El presidente Chávez sabe muy bien que su batallón parlamentario no puede jamás triturar con el verbo al otro y a los otros, como lo señaló en el mitin forzado de la Plaza O’Leary luego de iniciarse el período legislativo.
Por consiguiente, mejor les luce reducir las sesiones ordinarias y las propias intervenciones de los parlamentarios, y – si no fuese posible tapar el superior talento ajeno – ahogarlo a través de las consignas, palos y golpes, siendo un novísimo aporte el de la manipulación de las cámaras y micrófonos radiotelevisivos. Sin embargo, muy participativos y protagónicos, todo el país – añadidos irremediablemente los suyos – espera por las cuentas que deben rendir, porque siente las amargas consecuencias de decisiones inconsultas que, por si fuera poco, violentaron los resultados del referendo constitucional de 2007.
El silencio impune constituyó la inigualable y eficaz garantía para echar andar los dos planes de desarrollo económico y social que ha impuesto Miraflores, pues nadie – absolutamente nadie – recuerda que se les haya debatido y evaluado, antes ni después de implementarse. No fue posible el menor intercambio asambleario sobre la materia, incluyendo el vasto financiamiento, pero nada más democrático, participativo y protagónica – se dirá – que la inflación, el desabastecimiento o el desempleo generado.
Debatir, discutir, polemizar, configura el mayor de los peligros para el chavezato políticamente endeble, sostenido gracias a la pólvora mediática, dineraria y asimétrica. Consabido, el venidero mensaje presidencial y los correspondientes reportes ministeriales, serán oportunidad para otro perfomance de larga duración, cínico y distractivo que no, rendición de cuentas, pero ya no habrá silencio que los catapulte y consagre, por más piedras que lancen.
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