Venezuela, políticos y petróleo
Luis Barragán
El sábado próximo pasado, nos
correspondió intervenir en el Foro Centenario correspondiente a la relación de
Rafael Caldera con Rómulo Betancourt. Dijimos, menudo compromiso en el que nos
colocó Sara Lizarraga, pues, no estaba previsto, después de las extraordinarias
y brillantes intervenciones de Gehard Cartay y Carlos Canache Mata.
De una larga experiencia política
y parlamentaria, ellos dictaron toda una cátedra de historia contemporánea que
le agradecemos inmensamente, incluyendo un anecdotario inédito que mantuvo
atenta a una audiencia a la que no le bastó las más de cuatro horas de un
evento originalmente pautado – a lo sumo – para hora y media. Cumplido un periplo de las esenciales
coincidencias y también discrepancias, confirmamos la bondad de una complementación
histórica en la que ambas personalidades, fuertes, recias y también prudentes,
auspiciaron la ruptura con una tradición de guerras y escaramuzas civiles que
abarca un poco más de 150 años de vida republicana. No obstante,
inelegantemente, nos permitimos acentuar un aspecto de nuestra modesta
participación.
Nos referimos a la posibilidad
cierta para una Política Petrolera de
Estado que, con todos sus matices, desembocó en la exitosa nacionalización y la
creación de una empresa que, como PDVSA, se hizo realmente competitiva en los
mercados internacionales. Todo esto, fácil de constatar, hasta que llegó el
fenómeno que provisionalmente se ha dado en llamar el chavismo, suerte de OVNI
deslumbrante del que ya sabemos sus nefastas consecuencias.
Específicamente, aludimos a la
generación de un sector dirigencial convincentemente preocupado por la materia, pues, por una parte, la política
petrolera en la que confluyeron y ayudaron a perfeccionar Caldera y Betancourt,
apuntó a la creación, estabilidad, respeto e independencia de sendos cuadros
técnicos y gerenciales que le dieron empuje y reconocimiento a la naciente
industria nacionalizada. Y, por otra, alentaron por siempre, afianzando una
sana división del trabajo partidista, a cuadros políticos, integrantes de las
direcciones partidistas y parlamentarias, especializados en un tema tan
complejo y, así, el país tuvo por
referentes a Humberto Calderón Berti, Arturo Hernández Grisanti, Leonardo
Montiel Ortega, Alvaro Silva Calderón, entre otros que ejercían una sobria,
informada y responsable vocería: un fenómeno que irradió desde COPEI y AD para
un modo hoy extraño – hoy - de hacer
política.
Ya sabemos lo ocurrido en el
siglo XXI, siquitrillada la industria petrolera y, respecto a los partidos, una
tribuna que les fue indispensable. Huelgan los comentarios, aunque – acentuamos
- requerimos de la renovada participación de los políticos en una materia que
supieron conducir Caldera y Betancourt, con todos sus bemoles.
Fuentes:
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04/07/2016
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