martes, 26 de julio de 2016

LOS '80

Todos, cucarachas
Ox Armand


Hay algo sobre lo cual he deseado escribir, sobre una suerte de sociología política de aquella transición entre llamadas IV y VI repúblicas

y la oportunidad me la da un diputado amigo. Digamos que si algo se llevó Chávez Frías por el medio, fue una relevante tradición política. Fueren o no reconocidos por la opinión pública, ella la hacían  (ganando en autoridad moral)  quienes tenían trayectoria y, de un modo u otro, pues, desde carajitos aprendieron (poco o mucho) el oficio. Tradición que, por cierto, viene desde la famosa generación del ’28. Pero, con el barinés,  se dio una sucesión de estrellas noveles completamente efímeras que, en su momento, gozaron de las cámaras de televisión, en ambos bandos de la política, y hasta repartieron autógrafos en los actos de calle  en la franja amarilla de la bandera nacional. Ya nadie se acuerda de ellos y, siendo del gobierno (con mayor razón) o de la oposición, hasta viven fuera del país… acaudalados. Precisamente, el barinés siquitrilló a la generación política de los ochenta del XX, la gran sacrificada porque le tocaban llenar plenamente los espacios. Antiguamente, era muy difícil que ocurriera,  por el dedo presidencial, la aparición de  un Héctor Rodríguez fulgurante, ministro y diputado que brilla ahora como no lo hizo en la dirigencia juvenil o estudiantil hasta que gozó de la fortuna del favor presidencial, porque le cayó bien a los jefes adultos, como le pasó a otros de su generación que eran meros entrevistadores de la TV del Estado.

El cuento viene por una gráfica que apareció en las redes sociales, donde Liliana Hernández y Luis Barragán  comparten un instante en el Palacio Legislativo.  La una fue secretaria juvenil nacional  de Acción Democrática, con el voto contadito de sus correligionarios, tempranamente jubilada  del parlamento, que luego pasó por ABP, PJ y está en UNT, y el diputado reelecto que integró el directorio nacional juvenil de COPEI también con los votos contaditos de los suyos, donde militó toda la vida hasta fungir en la dirección de Vente Venezuela, toda una rareza, la del socialcristiano en un partido liberal. Claro, todo se debe a esta larga e inconclusa crisis de los partidos que atizó Hugo Chávez con morbo.  Pero,  ¿qué es lo que deseo destacar?  Tres o cuatro cositas que antiguamente eran obvias y hoy no lo son, aparte de eso: la política hecha con trayectoria.

Los personjillos de la foto eran enemigos políticamente irreconciliables enfrentados donde había elecciones (y las había en los liceos, en las universidades, para las presidenciables). A veces, amargamente enfrentados, pero nunca considerados como enemigos personales. Lo otro, ambos representan a una generación que se abría paso en cada partido, entre la ortodoxia y la rebeldía, con el apoyo abierto de los próceres del partido o rebelándose contra ellos, pero fíjense que son como las cucarachas: sobreviven a las bombas atómicas. Una generación que en buena parte se perdió: casi todos universitarios de gran valía que los arroyó esa crisis de partidos y ahora están sobreviviendo dentro o fuera del país, algunos incluso (los “un poquito” más viejitos) jubilados. Con nietos. Una generación avispada que estaba llamada a ser gobierno, a poblar el Congreso o los Concejos Municipales porque tenían conocimiento del oficio, preparación personal y vuelo político. ¿Qué pasó? Apareció Chávez y triunfó la generación boba.

¿A cuál generación boba nos referimos? A esa izquierda superpogresista de los ’80, con o sin capucha, golosa de sus ventajas académicas y presupuestarias en la universidad y de donde salieron los Juan Barreto, Jorge Rodríguez, Vladimir Villegas o Jacqueline Farías, y en lugar de decirse marxista, se presentaban como desprendidos ucevista escuchados en los ochenta por las causas ecológicas, feministas y toda esa ralea que después se convirtió en provecha proliferación de rentables ONG. Tan boba que se fueron detrás de un hombre a caballo, como pasaba con los caudillos del siglo XIX, y le dijeron siempre a sí a Hugo que los favoreció y, ese polvo, nos trajo hasta estos lodos. Boba para la política que la convirtieron en un asunto banal y comercial. ¿Cómo es esto? Históricamente apostaron por el fracaso, conscientemente, y renegaron de la política misma para hacerla un terreno seguro para el odio personal, el pase de factura por viejas rencillas, propia de las intrigas de farándula. Pero ni tan boba: se enriquecieron muchos de ellos, y pare ud. de contar.

Apenas veo la foto en las redes y pienso en esa generación que no hizo de la arrechera política un asunto personal. Es más fácil que se reencuentren los viejos socialdemócratas, demócrata-cristianos, liberales, miristas, comunistas y masistas, y se abracen antes que se reencuentren aquellos ultrosos del CLP-MEUP, Liga Socialista y todos los quema-cauchos de la época. Aquéllos, es la regla, de vida modesta. Éstos, de buena vida en un país de hambre que se sacan las tripas por un lejano incidente. Todos, en el buen sentido, cucarachas.

23/07/2016
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/27047-todos-cucarachas

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