De un (in) voluntario autogol
Luis Barragán
Hacia 1992, es necesario
reconocerlo, el país experimentaba una fuerte crisis política, sin que hubiere
los medios constitucionales para referendar sus soluciones. Empero, no menos necesario, importa
distinguirla de la que padecemos en 2016.
Ayer, bajo la Carta de 1961, los
eventos hallaron una adecuada e inmediata respuesta institucional que, cumplida
una corta transición, condujo a los pacíficos y puntuales comicios
presidenciales de 1993. Hoy, excedida de
los estrictos límites políticos, adquieren una dramática dimensión: la de una
crisis humanitaria que, bajo la Carta de 1999, sabe de toda la resistencia
gubernamental ante una consulta popular que evidentemente llena los extremos
constitucionales y legales para realizarse, manipulando groseramente los plazos
en el intento enfermizo de posponerla.
Los medios digitales del Partido
Comunista de Venezuela (PCV),
concretamente los especializados en su historia, en fecha reciente, publicaron la portada de la edición correspondiente
a “Tribuna Popular”, Caracas, nr. 14, X época de junio-julio de 1992, la cual
reza: “Referéndum revocatorio única
salida pacífica”. Y, comentan, frente a
muchos que se adjudican como los pioneros, el partido fue de “los primeros en
pedir la utilización legal de este mecanismo”, por lo que el impreso desmonta
“como siempre” el mito (*).
En forma alguna pretendemos
desconocer el carácter precursor alegado, como pueden hacerlo otros, aún desde
los remotos tiempos de la COPRE, aunque - por lo menos - esta noticia retrospectiva genera la
curiosidad actual. Una de tres, o todas: asistimos a un legítimo
redescubrimiento, ahora expuesto ingenuamente; la organización está de acuerdo
en 201 6 con la fórmula, siendo imposible discutirla en el seno de la alianza
oficialista y, menos, publicitar su postura; o, preventivamente, desea dejar
constancia indirecta de una disidencia que le acarrearía importantes riesgos
políticos.
Lo cierto es que, al
comprometerse con la infinita postergación del referéndum revocatorio,
procurándolo – a lo sumo – para un 2017 de previsibles reacomodos, la portada
en cuestión desautoriza moralmente al PCV,
aún fuese otro el propósito
original. Y, en definitiva, aunque su papel es secundario o subsidiario
respecto al PSUV, constituye un severo indicio del errático periplo del
leninismo en Venezuela.
18/07/2016
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