Detrás de la leyenda de Perrarina
Luis Barragán
En días recientes, nos estremeció
la noticia publicada por Contraste: 28 niños mueren en Venezuela por
desnutrición
(http://www.diariocontraste.com/2016/07/oposicion-en-venezuela-mueren-28-ninos-al-dia-por-desnutricion/#). Sentimos una profunda rabia, impotencia e
indignación ante el fenómeno nada
circunstancial y que cuida de no responder jamás el gobierno que se dice
campeón del amor y de la justicia social.
El retroceso que hemos
experimentado es dramático, pues, muy bien lo señaló Manuel Caballero en uno de
sus títulos, con todos los errores, fallas y equívocos, en los célebres 40 años
nos convertimos en un país alimentado y saludable. En las postrimerías del
siglo XX, aumentamos de peso, medida y tamaño,
sin que supiéramos de esta hambruna que ahora padecemos, justos y
pecadores, huérfanos de medicamentos,
surgidas los CLAP como un descarado mecanismo de chantaje político y de
corrupción galopante.
Todavía no sabemos los motivos
del tal premio que le concedió la FAO al régimen, porque – además – los más
severos indicios de la hambruna datan ya de varios años: se veía venir. E,
igualmente, desconocemos cuál es la postura del PCV, partido con el que
simpatizó o militó el insigne venezolano Hernán Méndez Castellano, pediatra de
reconocidos méritos que, por cierto, planteó libremente la materia: ¿Qué diría
hoy, dejando atrás los señalamientos que hizo, por ejemplo, en el año del
Caracazo (Tribuna Popular, Caracas, 28/07/89).
El mismo gobierno de casi dos
décadas, nació bajo una leyenda poderosa: fue tal el hambre de lo que llama la
IV República que acrecentó el consumo humano de Perrarina, además, una marca
que acertó al confundirse con el género. Quizá hubo situaciones de consumo aislado del producto, pero no
olvidamos al amigo que le preguntó al gerente del supermercado la razón de su
inexistencia, años atrás, recibiendo por
respuesta: hay más perros de raza que alimentar en las barriadas populares que
en el complejo residencial de Parque Central.
Lo peor es que, si fuese el caso,
tampoco, en este nuevo siglo, encontramos los alimentos para animales. E,
irremediable, nos remite a la vieja humorada que ilustró el drama de la
dictadura cubana acosada por el hambre generalizada del tal “período especial”:
sólo queda basura, aunque la mala noticia es que tampoco alcanza para todos.
04/07/2016
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