domingo, 3 de julio de 2016

¿DE DÓNDE SALIÓ ESE PREMIO DE LA FAO?



Detrás de la leyenda de Perrarina

Luis Barragán

En días recientes, nos estremeció la noticia publicada por Contraste: 28 niños mueren en Venezuela por desnutrición  (http://www.diariocontraste.com/2016/07/oposicion-en-venezuela-mueren-28-ninos-al-dia-por-desnutricion/#).  Sentimos una profunda rabia, impotencia e indignación ante el  fenómeno nada circunstancial y que cuida de no responder jamás el gobierno que se dice campeón del amor y de la justicia social.

El retroceso que hemos experimentado es dramático, pues, muy bien lo señaló Manuel Caballero en uno de sus títulos, con todos los errores, fallas y equívocos, en los célebres 40 años nos convertimos en un país alimentado y saludable. En las postrimerías del siglo XX, aumentamos de peso, medida y tamaño,  sin que supiéramos de esta hambruna que ahora padecemos, justos y pecadores,  huérfanos de medicamentos, surgidas los CLAP como un descarado mecanismo de chantaje político y de corrupción galopante.

Todavía no sabemos los motivos del tal premio que le concedió la FAO al régimen, porque – además – los más severos indicios de la hambruna datan ya de varios años: se veía venir. E, igualmente, desconocemos cuál es la postura del PCV, partido con el que simpatizó o militó el insigne venezolano Hernán Méndez Castellano, pediatra de reconocidos méritos que, por cierto, planteó libremente la materia: ¿Qué diría hoy, dejando atrás los señalamientos que hizo, por ejemplo, en el año del Caracazo (Tribuna Popular, Caracas, 28/07/89).

El mismo gobierno de casi dos décadas, nació bajo una leyenda poderosa: fue tal el hambre de lo que llama la IV República que acrecentó el consumo humano de Perrarina, además, una marca que acertó al confundirse con el género. Quizá hubo situaciones de  consumo aislado del producto, pero no olvidamos al amigo que le preguntó al gerente del supermercado la razón de su inexistencia,  años atrás, recibiendo por respuesta: hay más perros de raza que alimentar en las barriadas populares que en el complejo residencial de Parque Central.

Lo peor es que, si fuese el caso, tampoco, en este nuevo siglo, encontramos los alimentos para animales. E, irremediable, nos remite a la vieja humorada que ilustró el drama de la dictadura cubana acosada por el hambre generalizada del tal “período especial”: sólo queda basura, aunque la mala noticia es que tampoco alcanza para todos.


04/07/2016

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