Escasez de circulante
Luis Barragán
Nunca antes, Venezuela había
pasado tanta hambre, empobreciéndose con una celeridad inadvertida. Se dirá de
las consecuencias que reportaron las guerras civiles del siglo XIX, aunque es
dado observar que, por lo menos, había una agricultura de subsistencia y, por
supuesto, siendo el contexto diferente,
en el siglo XXI supo de los más altos ingresos petroleros en toda
nuestra historia.
A pesar del duro dictamen
infacionario, muy pocos se atreven a cancelar con dinero constante y
sonante, inexistentes las monedas
metálicas, por cierto, difícil de retirar en un banco en el que tiende a
quedarse con un porcentaje algo modesto: pocos se atreven a exhibirse frente al
cajero sospechoso, contando el lote de billetes bajo la presión de una cola
inaguantable. La delincuencia obliga al empleo de las tarjetas de débito, pero
hay problemas – técnicos o no – con los llamados puntos de venta y los propios
cajeros electrónicos escasean, suministrando muy limitadas cantidades.
Por más que tengamos en la cuenta
un buen o mediano soporte, el banco no da la cantidad deseada en nuestra
diligencia personal. Más por razones criminales que por un adelanto
tecnológico, el cheque se ha convertido en un dudoso medio de pago.
Días atrás, supimos de alguien
que solicitó y consiguió un crédito bancario de cifras significativas, aunque
la entidad prestamista la ha abonado por gotas. No dispone de suficientes
bolívares, como tampoco es fácil cambiar en el mercado negro los pocos dólares
que se tengan ahorrados, ya que – se nos dijo – falta dinero venezolano.
Desabastecidos de los insumos
básicos, están faltando los propios
bolívares. Dicen los expertos que el régimen no emite billetes de alta
denominación y restringe el circulante, sabiéndolo factores que aguijonearán aún
más la hiperinflación, mientras que otros advierten un deliberado cerco por
privaciones del gobierno que no cesa de castigarnos.
18/07/2016
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