Mentiras
que se resisten
Luis
Barragán
Un
régimen labrado en los ya lejanos comicios plebiscitarios y semicompetitivos,
permitiéndose el extinto mandatario y su sucesor invertir todo el poder
material y simbólico del Estado para ganarlos, obviamente debió - intentándolo aún – privilegiar a los
psicólogos sociales directamente e indirectamente contratados. Hurgando en las
profundidades del venezolano promedio, con una letalidad mayor que la pólvora,
se hizo de la psiquis colectiva como ningún otro régimen pudo, en anteriores
décadas.
Toda
una campaña orquestada con la más alevosa premeditación, Maduro Moros apenas
enuncia la “estafa de la manito” y, sin éxito alguno, sabiéndose estafador en un
país al que llevó a la antes inimaginable crisis humanitaria, los grafiteros
procuran cundir las calles con el motivo correspondiente, por cierto,
estampando el mensaje con un cuidado y una pulcritud técnica de quienes se
saben protegidos y bien pagados. Trata
de reducir y enfocar el asunto a la – ciertamente – pacífica y heroica
oposición, mientras que él y sus colaboradores hacen grandes anuncios, como si
aquí no pasara nada, o el ministro es
favorecido por un cartel de notificación mediante el cual un juez – así es, un
juez de la República que aspira superar a su provisoriedad y emular a Susana
Barreiros - dice prohibirle a los
diputados Ismael García y Carlos Berrizbeitia, denunciar a Carlos Osorio por
corrupto, allanándoles de hecho la inmunidad parlamentaria.
Las
mentiras que se resisten, apuestan por su supervivencia más allá de las
campañas propagandísticas y publicitarias de ocasión, lesionando la psiquis
colectiva a cualquier precio y, por absurdo que sea, las redes sociales saben
de mensajes como aquél difundido vía Twitter por el PSUV, susceptible de una lectura política de
sus intimidades, al conmemorar 39 meses de la desaparición física: “El pan de
cada día, garante de la seguridad alimentaria en la Venezuela donde el hambre
es hartura de felicidad: Hugo Chávez” (05/06/2016 / 22. 33). Luego, pudiendo
imponerse a ratos y hasta por períodos prolongados, termina en una cursilería
incapaz de vencer las realidades, sincerándose: no se puede mentir por
siempre. Sin embargo, la sentencia no es
automática.
Perdurará
la mentira, en el caso de perder las evidencias, olvidando los momentos duros
de la represión, el hambre, la miseria, las enfermedades, el desabastecimiento,
las corruptelas, la inflación, y recomiendan seguramente estos augustos psicólogos
sociales un golpe adicional y contundente, como es el de forzar algunos
instantes felices, aunque no hay real para hacer el milagro, pues no tenemos
arepa de maíz ni pan de trigo. Después del olvido, vienen las distorsiones, las
manipulaciones, las otras mentiras, y así como Hitler hoy puede ser celebrado,
según nos alecciona Timur Vermes con su novela “Ha vuelto” (Seix Barral, 2013),
llevada al cine por David Wnendt (2015), comenzando por una gracia lo que
concuye en una trágica morisqueta, este macabro socialismo rentístico pugnará
por reproducirse en el futuro.
Recordamos,
al visitar Alemania por primera vez, años atrás, la persistencia de fundaciones
y museos que no sólo cultivan el recuerdo del Holocausto, sino de los
sufrimientos que deparó el régimen de la democracia popular, exhibiendo hasta
los pequeños automóviles en los que intentaron y lograron fugarse tramposamente
los orientales, o la muestra intacta de zonas que fueron bombardeadas durante
la segunda guerra mundial. Ante las mentiras que se resisten, urge preservar
las evidencias y exponerlas a las futuras generaciones.
11/07/2016
http://www.diariocontraste.com/2016/07/mentiras-que-se-resisten-por-luis-barragan-luisbarraganj/#
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