martes, 2 de octubre de 2012

KIRCHNERIATO

EL NACIONAL - Martes 02 de Octubre de 2012     Opinión/9
¿Último tango en Argentina?
SIN-MING SHAW*

A veces da la impresión de que Argentina y la crisis económica hubieran nacido al mismo tiempo, como siameses. De hecho, se trata del único país desarrollado (lo era hasta alrededor de la Segunda Guerra Mundial) que ha logrado salir de ese grupo a golpes de desorganización y desgobierno.
Sin embargo, con todos sus defectos, a las élites que gobiernan Argentina nunca les ha faltado arrogancia, y se ven al mismo nivel que las grandes potencias y sin temer jamás enfrentarlas cara a cara.
Esa desfachatez o frescura ha permitido que la actual presidenta Cristina Fernández de Kirchner insista en que la inflación en Argentina, que se eleva muy por sobre 20%, sigue bajo 10%. En 2007, reemplazó a estadísticos profesionales del Instituto Nacional de Estadística y Censos con protegidos políticos cuando el instituto comenzó a publicar índices inflacionarios que se elevaban a un ritmo alarmante. Desde entonces, las cifras oficiales y la realidad han seguido caminos distintos Más aún, los académicos y economistas del sector privado han advertido que publicar cifras diferentes podría ser motivo de juicios penales por difusión de falsos rumores. De hecho, un académico recibió una multa de 125.000 dólares por publicar cifras de inflación bastante mayores que los datos oficiales.
Por supuesto, si uno controla la agencia oficial de estadísticas puede afirmar que el índice inflacionario es cualquiera, pero eso no hace que el pan baje de precio.
El que compre comida en el supermercado o use taxis sabe que la verdadera tasa de inflación de los últimos años ha estado entre 20% y 30%. Está claro que el mercado ha dado su propio veredicto, que se refleja en la brecha entre el tipo de cambio oficial de 4,6 pesos argentinos por dólar y el tipo del mercado negro, que hace poco llegó a los 6,8. Algunos economistas susurran que no va a pasar mucho tiempo antes de que alcance los 8 pesos.
Argentina no sólo se ha negado a pagar los 100.000 millones de dólares de deuda externa por los que entró en impago hace una década: también se ha encogido de hombros ante las críticas a la expropiación en abril de la petrolera española Repsol. Ha ofrecido compensarle a un valor de mercado "justo" que se determinará en alguna fecha futura, supuestamente cuando las acciones de la compañía dejen de estar por los suelos: al principio cayeron 60% con respecto a su nivel más alto, y todavía siguen 40% por debajo.
A pesar de que siguen aumentando las señales de que la crisis económica está empeorando, el Gobierno no da señales de preocupación. Las autoridades han desafiado al Fondo Monetario Internacional, dejado de pagar sus deudas y proclamado con altanería que Argentina ha trascendido las reglas de la economía tradicional. El Gobierno sigue "en negociaciones" con el FMI sobre la mejor manera de reunir, medir e informar la inflación.
Puede que la altanería de Argentina la haya llevado a convertirse en una economía de segundo orden, pero la misma actitud le ha funcionado bien en su gran y única contribución a la cultura mundial: el tango, reconocido por la Unesco como parte del "patrimonio cultural intangible" del mundo.
Bailar bien el tango no es sólo asunto de habilidades técnicas, que se pueden aprender. Los japoneses las dominan con maestría sin igual y han participado en las competencias internacionales desde sus comienzos, en 2003.
En 2009 una pareja japonesa hizo historia al ganar el campeonato de Tango de Salón, en que una conexión amorosa entre los bailarines es más importante que una actitud altanera. En el Tango Escénico, donde la altivez es fundamental, sólo una vez una japonesa logró llegar a los primeros lugares... y eso sólo por bailar con un varón argentino.
Juan Fabbri, dueño de Tango Porteño y Esquina Carlos Gardel, los dos clubes de tango más exclusivos y costosos de Buenos Aires, cree que a los extranjeros les falta el factor "el Cachafaz". Se trata del sobrenombre de José "Benito" Bianquet, un legendario bailarín de principios del siglo XX. La palabra, que viene del "lunfardo", evoca impudicia, peligro, hombría, malicia y desvergüenza.
Mario Morales, un importante coreógrafo de tango que ha entrenado a una serie de campeones de tango, me lo expresó de manera ligeramente distinta: "Para bailar bien el tango, se necesita corazón y pasión. Los extranjeros son más circunspectos.
Los argentinos ponemos primero el corazón y tal vez pensamos después".
Probablemente esa sea la mejor explicación de por qué Argentina destaca en el tango y no logra permanecer en ese primer mundo en el que estuvo alguna vez.
(*) Ex investigador visitante de la Universidad de Oxford © Project Syndicate, 2012

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