Menos mal que hay familia!
ANGEL OROPEZA | EL UNIVERSAL
miércoles 25 de julio de 2012
Una de las características más resaltantes de la psicología política de los venezolanos, es su apego a la familia. Los Estudios Mundiales de Valores (estudios sobre Cultura Política realizados en más de 70 países del mundo) han identificado a Venezuela como una de las naciones con los niveles más altos de afecto y dependencia hacia la familia. Las familias son inseparables del venezolano, y los venezolanos no se conciben a sí mismos sino en una familia, más allá de las características peculiares y para nada tradicionales de la morfología familiar criolla.
Sin embargo, el rasgo más relevante que caracteriza a la familia venezolana del siglo XXI, y que la diferencia de los perfiles de familia típicos de otros países, es la multiplicidad de funciones que con el tiempo se le han venido asignando, y las cargas de responsabilidad que progresivamente se ha visto obligada a asumir. Repasemos sólo unos cuantos ejemplos de nuestra cotidianidad, los cuales usted como lector seguramente reconocerá de inmediato.
Cuando un venezolano sufre de algún apuro económico, ¿quién suele ser la instancia de auxilio financiero más cercana e inmediata? La familia. Cuando un venezolano se enferma, ¿a quién suele acudir en busca de cuido? A su familia. Cuando alguien en Venezuela se queda sin empleo, ¿a quién recurre para que le ayude mientras consigue otro? A su familia. Cuando nuestras madres venezolanas necesitan salir a trabajar para llevar plata para la casa, ¿quién se ocupa de los muchachos? Pues las abuelas u otras de las mujeres de la familia. Igual ocurre si algún miembro del hogar sufre alguna discapacidad física o mental, o está inhabilitado por razones de edad o de enfermedad. Cuando a alguien en Venezuela se le cae o se le inunda la casa, la única forma de librarse de la tragedia de los refugios, es si cuenta con algún familiar que le dé cobijo. Y cuando un venezolano tiene un accidente, o cae en una enfermedad que requiera un tratamiento costoso, ¿quiénes son los primeros en socorrerle o en buscar cubrir esos gastos? Pues otros miembros de la familia. Incluso los altísimos niveles de violencia e inseguridad en el país, que han obligado a nuestros compatriotas a encerrarse en sus casas para poder sobrevivir, han hecho de la familia el lugar privilegiado de recreación y entretenimiento. Así, como inteligentemente lo señala el profesor Luis Pedro España, la familia se ha convertido en la escuela, la farmacia, la agencia de empleo, el centro de salud, el centro de cuido para niños, enfermos y ancianos, el sistema de seguridad y hasta el principal lugar de recreación. Pero, ¿por qué ocurre esto?
La familia venezolana de hoy se ha visto obligada a cumplir con esta larga lista de responsabilidades y funciones, porque no existe en el país un gobierno que se encargue de esas tareas. En otras palabras, el Estado venezolano actual ha dejado sola a la familia, y la ha abandonado a su propia suerte. Hoy, 4 de cada 10 jóvenes no asisten al bachillerato; más de la mitad de la pensión de nuestros abuelos se va en la compra de medicinas necesarias para mantener su salud; sólo 60% de los menores de 6 años tienen posibilidades de atenderse en centros de cuidado infantil; tenemos los niveles más altos de embarazo adolescentes de Sur América; el 40% de los niños entre 3 y 6 años no asiste al pre-escolar y al menos 30% de los menores de 3 años necesitan protección alimentaria y de salud; casi 25% de los niños entre 2 y 14 años presentan en Venezuela algún grado de desnutrición importante, según las últimas cifras oficiales disponibles. Las injusticias y desidias de un gobierno insensible y de muy mal corazón ha hecho que los venezolanos sepan que lo único que tienen es a su propia familia.
Es necesario corregir con urgencia esta situación. Se hace imprescindible migrar de la actual "colcha de retazos" en que consisten los operativos sociales de la administración chavecista, al diseño y construcción de una política social integral y comprensiva por parte del Estado venezolano, que tenga como objetivo primordial servir de apoyo a las familias, y hacer de éstas el eje sobre el cual giren y desarrollen los programas e iniciativas sociales de un Estado con vocación de progreso y de futuro.
Fotografía: Luis Millé.
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