sábado, 13 de octubre de 2012

¿LIBROS DE ADULTOS PARA NIÑOS?

EL NACIONAL, Caracas, 5 de Noviembre de 1998
AGENDA
UNA DIETA NUTRITIVA para lectores chiquitos
Como preámbulo de lo que en un futuro podría ser la Feria del Libro Infantil y Juvenil venezolana, la FIL aumentó a 128 metros el espacio destinado a la programación dedicada al especial sector. Una amplia churuata, de cinco módulos, ofrecerá a grandes y chicos la sombra necesaria para alimentar el espíritu con páginas de muchas calorías
Francismar Ramirez Barreto

¿A qué se refiere la gente cuando habla de Literatura Infantil? ¿Se trata de libros hechos por niños para otros niños? ¿Libros hechos por adultos para niños? Acaso, ¿libros que sólo pueden ser leídos por personas de poca edad?, ¿libros prohibidos para abuelos?, ¿diseñados para adultos con conciencia de niños? o ¿páginas y páginas escritas para niños maduros? Pues ni lo uno ni lo otro, sino todo.
Aún cuando el término Literatura Infantil no es el más idóneo para referirse al significado de los libros diseñados para los más pequeñitos, todas las alternativas planteadas en el primer párrafo son válidas. Sólo en este caso se admite -como convención- la referencia a un texto de acuerdo al usuario. Nunca se escucha hablar de literatura para la tercera edad, literatura para mujeres o literatura para jóvenes adultos. Pero todos los casos admiten un elemento común: la carga comunicativa, poética y artística.
Con estas consideraciones, dos puntos asumen importancia única tanto para los padres como para sus hijos, quienes a fin de cuentas son los usuarios finales del libro como producto: ¿cuáles son las tendencias en este campo? y ¿cómo deben los padres escoger los libros para sus infantes, en caso de que sean los mayores quienes realicen la elección?
Como explicó María Cecilia Silva-Díaz, coordinadora del Centro de Estudios y Promoción del Libro Infantil y Juvenil del Banco del Libro, "hoy se nota un acercamiento mayor a las colecciones y los libros-álbumes". A este comentario agregó Brenda Bellorín, miembro del Consejo Editorial del mismo Centro, "salvo editoriales como Kókinos, esta alternativa ha estado sometida al olvido en países como España".
"En Venezuela", afirmó Silva-Díaz, "a partir de la iniciativa de Ekaré, hace unos 20 años, se nota un resurgimiento del tipo de libros en los que la dialéctica texto-ilustración desempeña un papel vital". Pareciera que la tendencia editorial venezolana -más alentadora que en otros países de América Latina- está orientada hacia la preferencia de libros con ilustraciones, más cinematográficos, secuenciales. Esta modalidad le permite a los pequeños leer en dos códigos: el de las ilustraciones y el propio texto.
"Mientras para la industria argentina la ilustración no es vital, para los venezolanos un libro infantil es un texto maravillosamente ilustrado, más amable. Aunque grandes, en el caso de las editoriales colombianas también se nota una orientación más remarcada en los textos divididos en colecciones, seriados en colores muchos de ellos", continuó Silva-Díaz.
Un padre que visite la Feria Internacional del Libro podría tomar en cuenta algunos aspectos para establecer una mejor relación entre los libros -las historias- y los chiquitos. Si el libro es para un niño en edad preescolar, se prefieren los ejemplares de muchas imágenes y colores. Siempre se deben tener en cuenta los intereses del lector potencial.
Es muy importante que se hojee el objeto de la compra, que se lea la contraportada, que se examine -si cuenta con el tiempo- si el libro ha obtenido premios. Si tiene la posibilidad, llegue hasta la Feria con el niño, observe qué le llama la atención, no sólo en cuanto al formato o la estética, sino en cuanto a los temas. ¿Por qué no comprarle el libro de culebras que tanto le gusta?
No se deje guiar por las apariencias de los seriados, muchas veces no son ejemplares únicos y eso puede ser peligroso. Tome su tiempo. Mire que un libro puede significar el ingreso a un mundo distinto, a un amplio espectro de nutrientes y a un modo novedoso de entendimiento del acontecer diario.

Fotografía: Pieza de Edgar Negret.

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