EL NACIONAL - Sábado 27 de Octubre de 2012 Opinión/8
Los idiotas no votan
RAÚL FUENTES
Ante la inminencia de un proceso electoral que convoca a los venezolanos para que seleccionen a quienes han de gestionar las administraciones estatales en el próximo período constitucional, nos parece pertinente apelar a tres pareceres respecto a la relación entre quienes hacen política y quienes la desdeñan. Comenzaremos con Platón quien afirmó: "Uno de los castigos por rehusarte a participar en política es que terminarás siendo gobernado por hombres inferiores a ti". Por su parte, el historiador británico Arnold Toynbee escribió: "El peor castigo para quienes no se interesan en la política es ser gobernados por quienes sí se interesan". Y, más recientemente y más cerca de nosotros, Lula da Silva sentenció: "Al que no le gusta la política corre el riesgo de pasar su vida entera siendo mandado por aquel al que le gusta".
Tres opiniones convergentes, de personajes probablemente divergentes, que vienen a cuento si no queremos que la tristeza y el desaliento, productos del inmoral ventajismo rojo exhibido en la pasada consulta presidencial, hagan mella en la determinación de los votantes que tienen la histórica oportunidad de consolidar posiciones ya alcanzadas por la oposición, y de conquistar nuevas e importantes trincheras en esta dura batalla por preservar la descentralización y reconquistar la civilidad de la nación.
El pasado 7-O, la oposición, si bien no se alzó con el triunfo, demostró que transita un camino que indefectiblemente le conducirá a la conquista del poder, y no porque no hay mal que dure cien años, sino porque a base de paciencia y constancia ha emergido un liderazgo con vocación de servicio, dinámico, inteligente y consistente, capaz de tomar responsablemente en sus manos las riendas del país. Sin embargo, el abuso continuado del régimen es un serio obstáculo que debemos vencer a diario. Ya, sin un ápice de vergüenza, el CNE dejó claro hacia cuál plato se inclina la balanza, al autorizar la migración a nuevos centros de votación, después de cerrado el lapso oficial para modificar el Registro Electoral, a los seis paracaidistas designados por el chafarote para que aterricen en las gobernaciones de Anzoátegui, Aragua, Cojedes, Guárico, Monagas y Táchira. Ante tal iniquidad, recordemos que los candidatos de la unidad llegan a la contienda decembrina con un importante respaldo que se manifestó en sólidas votaciones obtenidas en las primarias de febrero, mientras que los pretendientes rojos son producto del capricho y la dedocracia; y, más revelador aún, los aspirantes del consenso están plenamente identificados con las regiones que aspiran a gobernar. Esta afirmación debería quedar palmariamente demostrada en los necesarios debates que están planteados entre candidatos opositores y oficialistas y que, seguramente, los últimos esquivarán, por temor, miedo, culillo, falta de exceso de ignorancia o apego a la costumbre de obedecer órdenes sin cuestionarlas, sin preguntarse siquiera la razón de ser de tal o cual disposición, deseo o mandato del jefe, lo cual ha aniquilado su capacidad de disenso.
La no comparecencia de los aspirantes rojos a una confrontación de ideas y propuestas nos dejará sin saber cuánto saben de las realidades que caracterizan a los estados que buscan dirigir, pero esto a ellos poco importa: lo que les interesa es desempeñar su papel de peones en un tablero cuyas reglas el teniente coronel ambiciona cambiar para hacer desaparecer a gobernadores, alcaldes, cabildos y asambleas legislativas y reemplazarlos por los consejos comunales; y así, una vez aniquilado el poder regional, instaurar un Estado comunal inspirado, quizá, en las tenebrosas experiencias china o camboyana.
El que calla otorga, dice el refrán. Y el elocuente silencio de los ungidos con la gracia presidencial para ocuparse de la transición al socialismo es, más que un motivo de preocupación, una poderosa razón para reflexionar sobre la platónica meditación de la que se hicieran eco tanto Toynbee como Lula, y concurrir a los comicios de diciembre con clara conciencia de que de son una consulta sobre el futuro inmediato de la República.
De su resultado depende en mucho que Chávez pueda seguir adelante con su retrógrado proyecto o que deba pisar el freno porque así lo dispone la voluntad mayoritaria de los venezolanos. Por eso hay que votar y tener presente la personalísima acepción que del adjetivo idiota nos ofrece Fernando Savater: "Idiota. -Del griego idiotés, utilizado para referirse a quien no se metía en política, preocupado tan sólo en lo suyo, incapaz de ofrecer nada a los demás".
Breve nota LB: Valga agregar del melodrama como una de nuestras características esenciales. Somos devotos a las telenovelas y a los concursos de belleza con una exageración portadora de una paradoja. Por un lado, hasta una magistrada de la revolución mentada perdió la vida por otra de las operaciones estéticas que se hizo, ultimada moralmente su médico-operadora hasta contar con una tipificación penal insólita y un calabozo insólitos. Y, por otra, el colmo de nuestras incompetencias, ya no somos los insignes exportadores de telenovelas y concursos queun día fuímos.....¿Tiene alguna explicación adiciones nuestra devoción por la llamada antipolítica?
Ilustración: Pedro León Zapata (El Nacional, Caracas, 27/10/12).
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