domingo, 14 de octubre de 2012

TRES PARTES

NOTITARDE, Valencia, 14 de Octubre de 2012
Seguir a Cristo en libertad (Mc. 10, 17-30)
Joel Núñez Flautes

El pasaje del evangelio que hoy leemos y donde Jesús habla sobre la riqueza, tiene tres partes: En la primera parte, aparece un joven que se postra ante Jesús y llamándolo “Maestro bueno” le pregunta que tiene que hacer para ganar la vida eterna. Tanto el gesto del muchacho que se pone de rodillas ante Jesús y las primeras palabras que Jesús le dirige: “¿Por qué me llamas bueno? Uno solo es bueno: Dios”, dejan ver claramente la intención del evangelista Marcos: Presentar no solo la humanidad de Jesús, sino su divinidad. El hombre, según la Sagrada Escritura se debe postrar solo ante Dios y es lo que hace este joven y las palabras de Jesús, que pudieran ser una corrección o un reproche, son una reafirmación o reiteración; ya que aquel muchacho está reconociendo con su gesto y con su palabra que ante quien se está postrando es ante Dios mismo; sabe reconocer la condición divina de Cristo. Luego de esto, en la segunda parte del texto, Jesús le empieza a recordar los preceptos que un creyente en el Dios de Israel debe cumplir (los diez mandamientos) y el muchacho responde que ya esos mandamientos los cumple y Jesús mirándolo con cariño lo invitó a vender todo lo que tenía, dárselo a los pobres y luego hacerse discípulo suyo. Antes estas palabras, el muchacho se echó atrás, triste, porque era muy rico y le costaba hacer aquello que le pedía El Señor. Jesús aprovechó este momento para instruir a sus discípulos diciéndoles que era difícil que un rico entre en el Reino de Dios y más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico al Reino. Ante tales palabras los discípulos estaban perplejos y se preguntaban quien entonces se podría salvar. Esta segunda parte del evangelio, hay que saberla interpretar muy bien o mejor dicho, entender con exactitud lo que Jesús dice, lo que quería dar a entender al joven que se postró ante Él y a sus discípulos. El ser rico materialmente o pobre materialmente no es condición de entrada para que una persona se condene (lo que a simple vista se pudiera entender de las palabras de Jesús, si lo tomamos literalmente) o se salve. Porque sabemos en nuestra vida diaria que hay ricos materialmente que son buenos y pobres materialmente que son también buenos y malos hay de lado y lado. De hecho, por la forma en que vivía este joven rico deja ver que era bueno, creyente, cumplidor de la palabra de Dios, preocupado por encontrar la salvación eterna y Jesús lo miró con aprecio. Jesús le estaba pidiendo en pocas palabras dos cosas: La primera, no basta hacer una religión a tu medida, individualista, solo creyendo que importa mi relación personal con Dios y nada más; Cristo le estaba recordando que lo esencial en la Palabra de Dios es vivir en el amor, que también los hermanos existen, que son necesarios e instrumentos para alcanzar la vida eterna y que no basta con hacer unos rezos o cumplir esto o aquello, sino lo importante es servir al hermano necesitado, al pobre, ser generosos con lo mucho o poco que tenemos. Que no podemos ser indiferentes ante el dolor o la miseria de los hermanos que están a nuestro lado. Lo segundo que le pidió el Señor a este joven fue decirle: sé libre, no permitas que las cosas materiales te atrapen, te enreden, te esclavicen; lo importante es seguir a Dios con corazón libre, en desprendimiento, relativizándolo todo por el Reino de Dios, temiendo perder a Dios y la vida eterna, que preocupado o preso en cosas que si bien son buenas y válidas para la vida, son efímeras y no pueden comprar lo que Dios puede ofrecer de manera estable, plena y para siempre: felicidad, paz, justicia, alegría, vida y amor. El joven se fue triste porque estaba olvidándose del principal mandamiento: el amor y porque se reconoció esclavo del dinero y optó por esto antes que por Dios; su dios era el dinero y una distorsionada religiosidad a su medida.
En la tercera parte del evangelio Pedro, como siempre, tomando la palabra en nombre de todos los apóstoles le dice a Jesús que ellos lo han dejado todo por seguirlo a Él con radicalidad; es decir, por poner a Dios de primero, han ido aprendiendo que ser cristiano es ante todo darse, donarse y desgastarse por lo demás. Ante esto, Jesús le dice a Pedro que aquel que sabe ser generoso, que pone a Dios de primero, que es capaz de ayudar al pobre, recibirá en esta vida mucho más de lo que es capaz de dar o dejar por amor a Dios y los hermanos y al final recibirá vida eterna, el mayor de los regalos de Dios.
IDA Y RETORNO: El pasado 11 de octubre nuestra Iglesia Cristiana Católica, convocada por el Santo Padre Benedicto XVI, inició el “Año de la Fe” que terminará en noviembre de 2013. Que sea un año para abrir más nuestra vida a Dios Uno y Trino que nos ama y nos ofrece su gracia para transformarnos.
El viernes 12 de octubre, junto a nuestro Arzobispo Reinaldo Del Prette, sacerdotes, diáconos, religiosas, seminaristas y laicos celebramos los 90 años de la creación de la “Diócesis de Valencia”. Que el Espíritu Santo siga guiando esta porción del Pueblo Santo de Dios, para que siga cosechando frutos.

Ilustración: Ana Luisa Figueredo.

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