sábado, 27 de octubre de 2012

CUADERNO DE BITÁCORA

Consabido, los índices de criminalidad en Venezuela son exorbitantes. Pisando los terrenos del realismo mágico, nos hemos acostumbrado a una - no faltaba más -  criminal correspondencia;  y, para quien tenga dudas, bastará con conciliarlos con los aún novísimos resultados electorales. Empero, el estado general de sospecha, sentencia emblemática de la década dictada por Eliécer Otaiza en memorable ocasión, emerge como el otro correlato indispensable.

Promovida por la Universidad de Carabobo, celebramos la Feria del Libro, o de lo que nos viene quedando como tal, bajo el socialismo rentístico y - valga la tautología - dependiente, excepto de impresos se trate, pues, no se importan libros frente a los descomunales y soberanísimos rubros alimentarios, por ejemplo. Y, como suele ocurrir en todo evento semejante, hay invitados que nos hacen el honor de compartir vivamente la palabra, quienes acuden a la cita con mucho de nuestros sacrificios.

Conferecista inaugural de la feria, Óscar Collazos comenzó el regreso a casa, pero - harto sospechoso - fue retenido por los diligentes agentes de seguridad del Estado: sin explicación alguna, la medida siguió el curso natural de un procedimiento que no admite la más mínima argumentación policial, en los pretendidos esplendores de un régimen realizador de la sociedad de derechos humanos. El sobrepeso de papel y tinta, natural en un creador que acostumbra a asomarse en las terrazas de otros creadores, lo imputaba.

Libros, pues, Collazos no llevaba otra cosa que libros, y la compañía cercana de un cónsul, el de su país, que de nada valía para los diestros y suspicaces representantes .... ¿dijimos representantes?.... No, .... es poco decir para aquellos que encarnan vivamente la Ley !!!!

Y, siendo la Ley misma, nos obsequian la seguridad personal que antes  demandaban ocho millones y tantos de venezolanos, plenamente satisfechos ante los seis millones y tantos disconformes, disociados y renegados que, por si fuese poco, piden más y más ferias del libro cuando el gobierno los ha cundido con sus insignes panfletos. Podemos pensar, porque siempre los ministros del ramo temieron la más modesta interpelación parlamentaria, de modo que nada se sabe,  restando lo que publicita, que la retención y la panfletóbitis, es otro logro más del títular del poder popular de Cultura y otros asuntos incomprensibles.

Sumemos como un trofeo, la lucha denodada por la justicia y la libertad inherente a la de nuestra seguridad integral, pues, merecedores de una placa de reconocimiento, que no de rayos X, y el ascenso correspondiente, la libran en los lugares más inhóspitos donde el hampa habita, los aeropuertos, como las avenidas y calles principales de una ciudad que lo reconoce a través de los viandantes más inocentes, ingenuos y desarmados. Obviamente, esto no lo alcanza a comprender Collazos, un escritor del que esperamos sus disculpas, porque la revolución no lo hará, al consagrarnos como un pueblo libre y pacífico.

La próxima vez saldrá a collazo limpio,sin que la prensa se entere, por horadar el sagrado suelo de la patria con un texto ulterior de indignación. Y así, saldremos todos los que, !vende-patrias!,  le pedimos - esta vez - mil disculpas a Óscar por el mal rato, apenas un ejemplillo de los mil malos-ratos (y ratas) paredecidos.

LB

Referencia fotográfica: El Nacional, Caracas, 27/10/12.

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