Contra el miedo
Luis Barragán
Miércoles, 29 de noviembre de 2006
Transcurre la última semana de la campaña presidencial, evidenciándose el retroceso de un gobierno al que siempre lo sorprenderá una oposición democrática organizada. Sus reacciones son las propias de un neoautoritarismo urgido de aviesas iniciativas para aliviar, ésta vez, la inconformidad de sus seguidores.
Al grano: al fin hay una línea política, hay un reaprendizaje de las faenas electorales y necesitamos aún más tener una clara consciencia de una crisis que no se resuelve en 24 horas. De modo que estamos dando un gran salto cualitativo frente a la simplicidad que nos ataba mejor al carro de las conveniencias del oficialismo.
En nuestros recorridos de las últimas semanas por Bejuma, Güacara y Los Guayos, en el estado Carabobo; Ejido, Zea y Tovar, en Mérida; o Barcelona, Puerto La Cruz, El Tigre y Aragua de Barcelona, en Anzoátegui, constatamos la bondad de concentrar nuestros esfuerzos en una sola dirección estratégica, intensificando el activismo político y tejiendo una respuesta ante lo que fue, es y seguirá siendo un proceso complejo. Es fácil apostar por un centellazo providencial que nos releve del esfuerzo de pedir el voto casa por casa, en recorridos de tres o cuatro horas, en mítines relámpagos que desafían la agresividad oficialista, en la denuncia frontal del ventajismo miraflorino, como si el llamado socialismo del siglo XXI apelase a la sensatez, a la amabilidad y tolerancia de sus más enfermizos promotores.
Nuestra autoridad moral no deriva de la circunstancia de ser mayoría en el país, y lo somos, sino la de ser portadores de la libertad, de la democracia, de la justicia social, de la modernización económica. La de superar nuestro miedo ante la ferocidad de las huestes gubernamentales se creen con patentes de corzo para atropellar a los venezolanos. La de no rendirnos en rechazo claro y contundente de un proyecto totalitario que tarde o temprano le dará alcance a sus más ingenuos promotores.
El gobierno está tirando la casa por la ventana y miente brutalmente cuando cierra su campaña en Caracas con un orador armado de un largavista, haciendo el aguaje de tener por delante una copiosa concentración humana, haciendo comentarios triviales. A la concentración, por ejemplo, que hizo en Puerto La Cruz, fueron cuatro gatos y dos días después publicó un costoso aviso pagado en la prensa local donde no tuvo el Comando Miranda y el alcalde Nelson Moreno reparo alguno en trucar la fotografía burdamente intentando lo que nadie cree.
Manuel Rosales no ha tenido miedo de trabajar intensamente esta campaña electoral ni de las amenazas del oficialismo: por ello, ganará. No tengamos miedo los venezolanos de sufragar: por ello, ganaremos.
Estos días que restan de campaña está por delante cumplir con un objetivo: bajar la abstención. No desmayemos: visitemos al vecino, al familiar o al amigo que duda, que cree que tendrá a la DISIP el domingo en la tarde en su casa, que no será necesario su voto porque todo es “pan comido”. No tengamos miedo de hacerlo porque ésta es nuestra campaña electoral. Dejemos los oropeles para quienes gustan de ello: busquemos el voto hasta última hora como lo hace Manuel Rosales.
Fuente: http://www.analitica.com/va/politica/opinion/3191563.asp
Fotografía: Leonardo Noguera, La Planta, El Nacional (Caracas, 10/05/12)
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