domingo, 29 de diciembre de 2019

TRATADO ELEMENTAL DE LA ESTUPIDEZ

Del hábito de fumar
Nicomedes Febres

* Cuando uno está adolescente quiere crecer rápido para ejercer su libre albedrío, y para aparentar ser mayor muchos jóvenes de mi generación empezamos a fumar, lo cual es una soberana estupidez. Así adquirí la costumbre de fumar y lo hice hasta los 31 años cuando el 4 de abril de 1977 al salir del pabellón donde estaba operando, como salí antes que terminara mi amigo Thelmo Kolster la suya en el pabellón contiguo, donde estaba extirpando parte de un pulmón enfermo por el cigarrillo y era negro noche por la acumulación del alquitrán. Esto me alarmó y al salir del área quirúrgica, en vez de prender un cigarrillo simplemente tiré la cajetilla a la basura y nunca más volví a prender uno y soportando un síndrome de abstinencia muy difícil por varios días y considero ese uno de mis grandes logros en la vida. Puede que prender un cigarrillo después de comer y junto al café sea delicioso, pero como placer es ínfimo al lado del cigarrillo prendido después que uno hace una larga cirugía. Con la abstinencia, si bien uno anda irritable un tiempo, comienza uno a recuperar el sabor de la comida, desaparece la tos matutina, el sabor metálico del paladar, se recupera la capacidad pulmonar y subir escaleras deja de ser una tortura; regresa el olfato y además el olor de los ceniceros de la noche anterior llenos de colillas provocan náuseas.
 Así como creo que fumar cigarrillos es grato, no fumar hace la vida infinitamente más agradable. Pero quería hablar del hábito de fumar durante comienzos del siglo XX en Venezuela cuando se universalizó esa costumbre en nuestro país y se hizo cuando las grandes trasnacionales del tabaco tomaron el control del mercado mundial y fueron los primeros contribuyentes de la industria publicitaria en el mundo. Antes de eso en Venezuela había muchísimas marcas casi artesanales y sorprendentes por sus nombres, además el consumo se dividía en segmentos: los que liaban su propio cigarrillo y compraban picadura, los que mascaban como chimó la hoja de tabaco, los que fumaban tabacos y los fumadores de cigarrillos negros, que eran los que se fumaban aquí hasta que llegaron los cigarrillos con tabaco rubio que procedían de Egipto y de allí a Cuba, que era el gran productor de tabaco negro. Cuando el tabaco rubio se impuso en Luisiana, Cuba y Venezuela empezaron a consumir tabaco rubio mucho más suave y de mejor aroma. Fue entonces cuando se impuso como hábito elegante la mujer que fumaba con boquilla los cigarrillos rubios hacia finales de la segunda década del siglo.
* En este año que finaliza conseguí por casualidad una colección de cajetillas de cigarrillos venezolanos y es asombrosamente larga la lista de fabricantes, algunos promocionaban en la publicidad a cigarrillos como La Hidalguía, Fama de Cuba, Marturet o El Cojo, del dueño del Cojo Ilustrado, de las cuales tengo publicidad de la época, o Capadares que era usado por las lavanderas del Anauco que fumaban con el tizón prendido hacia adentro, pero del cual no tengo evidencias físicas o publicitarias. De la marca Alas tengo un dibujo original del padre del diseño gráfico en Venezuela hacia 1915 llamado José María Lares y quien aprovechando el fin del Cojo Ilustrado comenzó a diseñar publicidad y fue el diseñador original de las revistas Actualidades, Elite y otras y se especializó en diseño de marcas de gasolinas, carros y cigarrillos. Lares es poco conocido, pero es que los modernistas que vinieron después creen todavía que la Historia comenzó con ellos, pero esa es otra historia.

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