De la diáspora y la Navidad
Luis Barragán
Lucen conservadoras las cifras de los venezolanos que se encuentran en el exterior, pendientes otros centenares de miles por escapar de las realidades inhumanas impuestas por el régimen. Avanzan los sectores académicos en la consideración de un fenómeno sin precedentes en nuestra historia, como tantas veces se ha dicho.
Más de seis o siete millones de coterráneos se encuentran en el exilio política y socialmente forzado, acompañados por Jesús en la travesía. Buscan y buscarán mantenerse espiritualmente en pie, tras la debacle en suelo propio, esperanzados en salvar a las próximas generaciones con el afán desesperado de mejores condiciones de vida en libertad.
La diáspora incluye a connotados y anónimos chavistas que callan o intentan invisibilizarse, renegando pública o privadamente de sus viejas convicciones. Hay quienes tienen cuentas pendientes con la justicia, traspapelados con el malandraje común que apuesta por otros horizontes.
Los hay perseguidos realmente por la dictadura venezolana, al lado de otros dirigentes que simulan la persecución, contrastando los más pobres con los más injustificadamente adinerados. Las antiguas dictaduras, como la del Gómez decembrino que celebraba la llamada Rehabilitación Nacional, hicieron del espionaje y el atentado toda una especialidad bien administrada en relación al liderazgo que logró – directa o indirectamente – sacar del país, aunque la presente ha desbordado con creces aquellas hazañas.
Lo hay desesperados, en propiedad, desplazados que también intentan un asilo por enteras razones políticas, tramitando las evidencias reales o inventándolas, como esa otra y temeraria apuesta que las circunstancias obligan o dicen obligar. Muchos desean regresar en distintas condiciones, dato éste que falsifica y explota Miraflores demagógicamente, fletando sendos y estridentes vuelos propagandísticos que a la postre resultan fracasados y delatores de la vulgar maniobra.
El exilio o desplazamiento, atrevida empresa del poder establecido, dice aliviarlo internamente a la vez que, externamente, le ayuda a presionar y hasta desestabilizar a otros gobiernos. Sin dudas, el deseado regreso de los venezolanos será un inmenso desafío para la transición y reconstrucción de la República, ante todo, que requiere de una adecuada ponderación, sobriedad e imaginación política.
Cada hogar venezolano siente la ausencia de familiares y relacionados que están – además - muy lejos, pues, hasta en Japón se habla de cinco mil compatriotas. En esta Navidad, elevamos nuestras oraciones por todos, manteniendo firme la esperanza de un reencuentro que también nos reoxigenará para defender las libertades y un porvenir diferente: nacerá de nuevo Venezuela en esta vasta pesebrera.
Reproducción: El Universal, Caracas, 19/12/1929.
23/12/2019:
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