sábado, 21 de diciembre de 2019

UNA Y OTRA NAVIDAD

Haec Christi nativitatis salutatio pacis et laetitiae nuntius sit
Guido Sosola

Veintisiete años atrás, después del fallido golpe de febrero, publicamos nuestros textos iniciales. Además, sin desestabilizar el modesto presupuesto personal, se hizo costumbre una tertulia etílica con amigos, en La Candelaria, luego de consignar el artículo en Economía Hoy o en El Globo.

Conversábamos de todo, en ese otro país en el que era posible tomar un taxi para regresar a casa alrededor de las diez u once de la noche y, mejor todavía, en los días decembrinos, con  las calles repletas de gente en las que fue una curiosidad ver a alguien con un ladrillo, como móvil celular. Al momento de escribir esta nota, volvemos del referido sector caraqueño trastocado también en zona de guerra, aún a plena luz del día.

Apenas comenzamos el asueto que es, por cierto, precario por nuestro oficio y, al intentar los viejos papeles en casa, hallamos un artículo relacionado con la Navidad que ha de germinar, siendo su natural terreno, en la peores circunstancias. Finalizando 1992, la queja generalizada fue en torno a la delincuencia electoral, la inflación y la candidaturitis presidencial, pero nunca sospechamos los niveles actuales de sistematización  criminal, añadidas las aspiraciones artificiales y tarifadas que ayudan a prolongar la pesadilla socialista; por entonces, quedaban ecos del entusiasmo juvenil que suscitó la teología de la liberación o cierto panteísmo teilhardiano, demasiado lejos de constatar, aunque muy cerca de cuestionar, la pesadilla totalitaria, y más distantes todavía de suponer un papado como el de Bergoglio.

Por aquéllos días, cómo olvidarlo, nos impreionó la ejecución del único concierto para violín y orquesta de Beethoven por una jovencita de nombre Yarubí Guerrero y nuestra frecuente asistencia a las programaciones del Sistema de Orquestas, sumada la Sinfónica de Venezuela. Ahora, quedan los sobrevivientes, con igual talento pero menores perspectivas respecto a los que se encuentran en  la diáspora, jóvenes de una larga y profunda formación y vocación artística que compiten en ámbitos – antes – inimaginables. 

Si ayer buscamos y encontramos motivos para el optimismo, hoy más que nunca debemos hacerlo en medio de las tempestades. En una lengua precisa, como el latín, les transmitimos nuestra salutación a los pacientes lectores de La Patilla: Que este saludo de Navidad sea mensajero de paz y alegría.

Ilustración: Beethoven, visto por Sciammarella.


Economía Hoy, Caracas, 30/12/1992.

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